Al borde de una ruptura que nadie se atreve a anunciar en la Comunión Anglicana mundial, la Provincia del Cono Sur de América se constituye en el refugio temporal para obispos conservadores de Estados Unidos que rechazan las posiciones liberales asumidas por esa iglesia en su país.
La crisis comenzó con la aceptación de obispos gay y la unión de personas del mismo sexo, que incluye a clérigos, en provincias anglicanas de Canadá y Estados Unidos. Los más ortodoxos, disconformes con esa apertura, se alejan de esas comunidades y buscan amparo en las diócesis sudamericanas más alejadas en el mapa, pero más afines.
"Nadie quiere decir vamos a divorciarnos, pero cuando un matrimonio deja de ser pareja alguien debe decidir si siguen o no siguen, y acá nadie se anima a decidir", dijo a IPS Gregory Venables, obispo primado de la Provincia del Cono Sur de América que abarca las diócesis de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay.
Desde 2007, Venables acogió a obispos conservadores de cuatro diócesis dejados fuera de la Iglesia Anglicana de Estados Unidos. "Teníamos un lazo y, después de hablar con (el arzobispo de) Canterbury, decidimos ofrecerles este amparo de emergencia, hasta que haya algo más seguro, una estructura que los contenga", explicó el prelado.
Venables, nacido en Inglaterra pero residente desde hace 30 años en América Latina, reveló además que la Iglesia Anglicana en Estados Unidos inició juicios por millones de dólares contra los "disidentes" que, paradójicamente, son los ortodoxos. Hay propiedades en juego y los obispos separados se quedan sin casa y sin pensión, alertó.
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La Comunión Anglicana es un conjunto de iglesias, también llamadas episcopales en Estados Unidos y otros lugares, con unos 77 millones de fieles diseminados en 160 países. Cada una de las 34 provincias existentes es autónoma, pero todos reconocen lazos con el arzobispado de Canterbury, sede originaria de esta iglesia y donde reside el jefe espiritual de esta comunidad religiosa, hoy a cargo del galés Rowan Williams.
"El problema es que no tenemos mecanismos para resolver una crisis", describió Venables. "No hay un líder o una autoridad como el papa (en la Iglesia Católica romana) que pueda decidir sobre otros países. El arzobispo de Canterbury es primero entre pares, pero los primados de las 38 provincias trabajamos con autonomía", explicó.
Surgida en Inglaterra en el siglo XVI, la iglesia anglicana se expandió tiempo después por Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Pero fue a partir de las iniciativas misioneras que incorporó a millones de fieles en África y, aunque en menor medida, también en Asia y América Latina.
Actualmente sólo Nigeria tiene cerca de 20 millones de fieles, más que todos los países anglosajones. Sin embargo, los obispos del Sur tienen poco peso en las decisiones frente a sus pares de los países industrializados. Por ejemplo fue ignorado su rechazo a la consagración de un obispo homosexual en New Hampshire, Estados Unidos, en 2003.
"No se trata de homosexualidad sino de la forma en que se toman las decisiones", criticó Venables. "Cuando hace 20 años, la iglesia de Estados Unidos decidió ordenar a mujeres lo hizo de tal manera que no permitió el disenso, y muchos fieles no quieren seguir en una iglesia que toma decisiones liberales", explicó.
La crisis de la comunidad anglicana se expresó en diversas instancias este año. En julio y comienzos de agosto, más de 250 obispos, sobre un total de 850, faltaron a la tradicional Conferencia Mundial del Anglicanismo, más conocida como Conferencia de Lambeth, que se celebra cada 10 años en la sede del Arzobispado de Canterbury.
Los disidentes, en su mayoría de provincias del Sur, tuvieron su propio encuentro, que fue la Conferencia Global del Futuro Anglicano, realizada en junio Jerusalén. Los participantes afirmaron allí estar "entristecidos por la decadencia espiritual de la mayoría de las naciones económicamente desarrolladas donde las fuerzas del secularismo y el pluralismo están erosionando la sociedad y las iglesias", según el documento final.
Los obispos anglicanos reunidos en Jerusalén cuestionaron que algunas provincias acepten un evangelio al que consideran contrario al apostólico, y que se promuevan "preferencias sexuales y conductas inmorales como un derecho humano universal". En 2003, "este falso evangelio llevó a la consagración de un obispo homosexual practicante", alertaron.
Los prelados rebeldes dejaron constancia del realineamiento de obispos que se van de sus diócesis y se unen a otras provincias anglicanas, y reconocieron el fracaso de los instrumentos de la comunión para ejercer disciplina ante la heterodoxia. "Somos una Comunión global con una estructura colonial", se quejaron.
Venables estuvo en los dos encuentros, en Lambeth y en Jerusalén. "Los africanos no fueron a Lambeth porque se sienten frustrados", describió. "La iglesia siempre fue muy tradicionalista y de pronto, cuando en Estados Unidos se fue por un camino con el que muchos no estaban de acuerdo, se vio que no hay lugar para los que disienten", dijo. Este es el dilema hoy en la iglesia anglicana. Hay una "crisis grave", según Venables, pero la decisión de romper o solucionar las diferencias se aplaza. Una nueva cita habrá en febrero en Alejandría, Egipto.
El obispo de Argentina reveló que convenció a los primados africanos de ir, pero admitió que hay escepticismo en cuanto a los resultados.
"Ellos dicen que será más de lo mismo. Les queda poca paciencia. Sienten que otra vez los blancos quieren manejar todo", precisó.