Funcionarios y analistas iraníes no se ponen de acuerdo sobre la libertad de acción con que contará el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, para cambiar la política de Washington hacia Teherán.
La definición del equipo de seguridad nacional sirvió para respaldar los argumentos de quienes creen que Obama tendrá un campo de maniobra muy limitado, según constató IPS en diálogo con funcionarios iraníes y sus asesores.
El resultado de esta discusión podría determinar la disposición del régimen islamista de Irán a darle algunas concesiones a Estados Unidos a partir del año próximo.
La primera interpretación es que la elección de Obama es resultado de un viraje en la política estadounidense, el cual que ofrece una oportunidad para que Teherán halle un camino de salida para su conflicto de décadas con Washington.
La segunda considera que Obama está sometido a fuerzas poderosas —especialmente el grupo de presión que defiende a Israel— inherentemente hostiles a Irán. Quienes sostienen este punto de vista recomiendan no tomar ninguna medida conciliatoria hacia Estados Unidos.
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Ambos grupos parecen coincidir en que la victoria del senador del hoy opositor Partido Demócrata refleja demandas de cambio, y en que la política del próximo gobierno estará sujeta a limitaciones estructurales.
La diferencia entre ambos puntos de vista radica en la medición de la fuerza de uno u otro de esos dos factores.
Sin embargo, el hecho de que Obama haya elegido a la senadora Hillary Rodham Clinton como próxima secretaria de Estado (canciller) fortaleció la convicción de los pesimistas y despertó dudas entre los optimistas, según funcionarios familiarizados con el debate.
Una explicación es que Obama ganó las elecciones "por su buena campaña" y su receptividad hacia las demandas de la ciudadanía, según Hamid Reza Dehghani, director para el Golfo Pérsico o Arábigo y Medio Oriente del Instituto para los Estudios Políticos e Internacionales.
La otra es que "los titiriteros, aquellos que están detrás de escena, aquellos que fabrican presidentes y políticas, sólo cambiaron de títere".
Dehghani sugirió que cada una de estas interpretaciones determina una división clara entre los iraníes respecto de lo que será el gobierno de Obama.
"Si él se hizo a sí mismo y realmente fue electo por el pueblo, deberíamos esperar y ver su cambios. Si responde a los centros de poder, todo está ya claramente decidido", dijo Dehghani.
Ali Akbar Rezaei, el flamante director del Departamento de Asuntos de América del Norte y Central del Ministerio de Relaciones Exteriores, evaluó, entrevistado por IPS, que la elección de Obama es consecuencia de "una demanda muy seria de cambio por parte de los estadounidenses".
Pero también llamó la atención sobre el poder de "grupos de interés, principalmente el lobby sionista", sobre las políticas estadounidenses, que desarrollan una "influencia sistémica y estructural a través de canales institucionalizados".
Rezaei también consideró prematuro un juicio definitivo sobre Obama, en línea con la orientación de "esperar y ver" que propone la interpretación más optimista.
Sin embargo, aclaró que la designación del equipo de seguridad nacional de Obama —y especialmente su opción por Rodham Clinton— "decepcionó" a quienes tenían esperanzas de un cambio en la política exterior.
Rezaei estimó que los optimistas comenzaban a asumir las interpretaciones pesimistas. La designación de Rodham Clinton sugiere que "los grupos de presión son más poderosos de lo que Obama había imaginado", explicó.
Eso significa, a su vez, que Obama "no tendrá libertad de acción", sostuvo.
Algunos evalúan que "Obama determinará la política exterior y Rodham Clinton la implementará", dijo Rezaei. Pero, agregó, ese escenario era "muy improbable" y que, a la luz de otras designaciones, también lo era algún tipo de cambio en la política hacia Irán.
Amir Mohebbian, ex editor de política del periódico conservador Resalat y partidario del presidente Mahmoud Ahmadineyad en el pasado, dijo ser consciente de la división que reina dentro del régimen iraní en torno de Obama.
Según Mohebbian, los pesimistas lo consideran igual o peor que su rival en las elecciones pasadas, el candidato oficialista John McCain, quien "al menos fue franco".
El periodista iraní mostró una variante personal de la corriente pesimista: "La diferencia entre Bush y Obama es que Bush ofreció 'palo y zanahoria' (incentivos y amenazas), mientras Obama ofrece un palo más grande y una zanahoria más grande."
Hamidreza Taraghi, subdirector de asuntos internacionales del partido Coalición Islámica (Motalafeh), que representa los intereses de los comerciantes de Teherán, dijo a IPS que "Obama está en deuda con ricas organizaciones judías que financiaron su campaña".
El presidente electo por el Partido Demócrata está "ansioso por reducir las tensiones", pero no podrá porque "los grupos de presión sionista se lo impedirán", agregó Taraghi.
Los diferentes pronósticos sobre el gobierno de Obama parecen coincidir con las división dentro del régimen iraní sobre la posibilidad de hacer alguna concesión hacia Washington con el objetivo de abrir el diálogo.
La decisión al respecto corresponderá al líder religioso supremo, ayatolá Ali Jamenei, quien busca un consenso entre miembros del gobierno y sus propios asesores en materia de seguridad nacional, según funcionarios y analistas.
En el pasado verano boreal hubo señales de fuertes discrepancias entre los principales funcionarios y asesores de Jamenei sobre la respuesta a una iniciativa de distensión del Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Javier Solana.
El funcionario europeo propuso el congelamiento de las sanciones contra Irán en el Consejo de Seguridad de la ONU a cambio de la interrupción del programa de enriquecimiento de uranio del gobierno de Ahmadineyad.
La propuesta de Solana incluía la apertura de un periodo de seis semanas de negociaciones entre Irán y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) más Alemania (P5+1).
Uno de los asesores sobre política exterior más cercanos a Jamenei, Ali Akbar Velyati, apoyó públicamente la iniciativa de Solana, y el canciller Manouchehr Mottaki también ingresó en negociaciones con el P5+1.
Pero al final se decidió no apoyar la propuesta. Ahora, las primeras señales del gobierno de Obama parecen haber inclinado el debate post-electoral sobre las negociaciones a favor de quienes dudan de la capacidad del presidente electo para generar un cambio en la política estadounidense.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. Acaba de terminar una visita de 12 días a Irán en la que investigó la posición de funcionarios, analistas y figuras políticas sobre posibles negociaciones entre Washington y Teherán. Éste es el primero de una serie de cinco artículos basados sobre las entrevistas realizadas en su viaje.