INDIA-PAKISTÁN: Que no cunda el pánico

La secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice, llegó este miércoles a India para calmar los ánimos caldeados por los atentados de Mumbai. No le será fácil aliviar la tensión creciente y las sospechas hacia Pakistán.

Muchos políticos indios exigen un endurecimiento de la postura hacia Pakistán, pues creen que sus agencias de seguridad, como la secretísima Inteligencia Interservicios (ISI), estuvieron detrás de los ataques de la semana pasada en la occidental ciudad costera de Mumbai (ex Bombay) la semana pasada, que dejaron casi 200 personas muertas, incluidas 28 extranjeros.

Comentarios de algunos analistas conservadores engrosan una campaña mediática para que India tome represalias contra Pakistán, como atacar supuestos campamentos de entrenamiento de extremistas que, según la inteligencia en Nueva Delhi, funcionan del otro lado de la frontera.

Los liberales —inclinados por un enfoque diplomático y no militar y defensores de las libertades civiles— criticaron duramente a los halcones. Pero parece difícil que puedan convencer al gobierno de adoptar una estrategia razonable y sensata.

"Nadie habla de una acción militar contra Pakistán, el tiempo dirá qué medidas habrá que tomar", declaró el martes el canciller indio Pranab Mukerjee al Foro Indo-Árabe.
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"Si se quiebra el frágil proceso de acercamiento entre India y Pakistán, se congelan las relaciones diplomáticas y comerciales y se abre un conflicto, las consecuencias serán nefastas", señaló Kamal Mitra Chenoy, profesor de la Facultad de Estudios Internacionales, de la Universidad de Jawaharlal Nehru.

"Todo conflicto que se desate hoy entre ambos países tiene posibilidades de convertirse en un enfrentamiento nuclear con consecuencias nefastas", alertó.

Presionado para actuar con dureza frente a Islamabad, Nueva Delhi elevó a través del embajador una protesta formal según la cual los ataques en Mumbai fueron perpetrados por "elementos de Pakistán", e "India espera que haya represalias contra esos elementos".

El portavoz de la cancillería decelaró que se informó al embajador que "las acciones de Pakistán debían reflejar los deseos expresados por las autoridades de ese país acerca de forjar nuevas y mejores relaciones con India".

El gobierno indio dejó bien claro a Islamabad que le debe entregar los 20 "fugitivos más buscados", incluido el conocido delincuente Dawood Ibrahim y el líder extremista Massod Azhar, intercambiado por los rehenes de un avión indio secuestrado en 1999.

Muchos halcones ya describen con los ataques en Mumbai como el "11 de septiembre" de este país, en alusión a los atentados perpetrados en 2001 en Nueva York y Washington.

Lo que más les enoja es que hombres con armas sofisticadas y explosivos hayan podido ingresar por barco, sin problemas, a Mumbai y atacar nueve o más lugares, incluidos una estación de ferrocarril atestada de gente y dos hoteles lujos.

Así como enfurecidos manifestantes en Mumbai acusan a las autoridades indias de incompetentes e indiferentes respecto de la seguridad, los halcones quieren que las fuerzas armadas y las agencias de seguridad hagan pesar su decisión respecto de la respuesta a los atentados.

Algunos de ellos se concentran en la supuesta participación de la organización pakistaní extremista Lashkar-e-Toiba (LeT), y por ende, en la de las agencias de seguridad de ese país en los ataques de la semana pasada.

La policía de India, que investiga los atentados y sigue las pistas surgidas tras el interrogatorio a uno de los responsables, Mohammad Ajmal Amir Iman, alias Qasab, detenido en Mumbai, sostiene que descubrió una conspiración orquestada por la LeT.

Pero las autoridades pakistaníes alegan que India no le ha dado pruebas concretas de su participación, fundamental para procesar a los responsables y sus colaboradores.

Toda la información que apunta a la LeT debe ser clara y firme para convencer a la comunidad internacional y asegurar la cooperación pakistaní, insistieron.

Esta es la primera vez que India logra atrapar a uno de los responsables de un ataque de este tipo, muy importante para conseguir información directa, pruebas y pistas para la investigación.

La LeT, creada y entrenada por el ISI, es perseguida en muchos países, incluido Estados Unidos. Brazo armado del grupo extremista Markaz-ud-Dawa-wal-Irshad, la organización es considerada responsable de numerosos ataques contra soldados y civiles indios en el estado de Jammu y Cachemira desde 1993.

Nueva Delhi la consideró responsable de un atentado contra la sede del parlamento en diciembre de 2001, al que siguió un enfrentamiento cara a cara entre ambos países que duró 10 meses, con un despliegue de millones de soldados en la frontera.

"Muchas de las premisas de los halcones son erróneas", arguyó el politólogo Zoya Hasan. "Es un error hacer una analogía entre los atentados de 2001 en Estados Unidos con lo ocurrido en Mumbai. El contexto, la dimensión y las consecuencias son distintas".

"Las víctimas de los atentados de las Torres Gemelas fueron 16 veces más que las de Mumbai. Los atentados dejaron al descubierto la vulnerabilidad del territorio estadounidense por primera vez en 60 años", explicó.

En cambio, "los indios son conscientes de su vulnerabilidad pues han sufrido montones de ataques en los últimos dos decenios. Los atentados de 2001 cambiaron la forma en que Estados Unidos miraba al mundo, incluido al Islam. Lo ocurrido en Mumbai probablemente no cambie la perspectiva de India", añadió.

En ese sentido, la afirmación de que la participación de la LeT implica al ISI o al ejército de Pakistán y es una prueba de la complicidad del gobierno civil encabezado por Asif Ali Zardari, es incluso cuestionada por ex oficiales de inteligencia de India.

Un ex funcionario, que pidió reserva de su identidad, dijo a IPS que "sería un error asumir que la LeT no tiene autonomía y que el ISI la controla totalmente. Poner en un mismo paquete al LeT, el ISI, el ejército de Pakistán y el gobierno civil y acusarlos de concebir el atentado está fuera de la realidad".

Al gobierno de Zardari no le interesa socavar el proceso de paz con India y arriesgarse a un conflicto costoso cuando tiene graves problemas económicos y una situación interna inestable a raíz de la crisis política y las luchas internas.

Un ejemplo de eso último son los enfrentamientos entre las comunidades mohajir y pashtún en Karachi y la fuerza que ha logrado el movimiento islamista de origen afgano Talibán en la Provincia de la Frontera Noroccidental, de Pakistán.

La teoría de una conspiración no se ajusta a una reciente declaración de Zardari, según la cual prometió que nunca sería el primero en emplear el arma nuclear contra India.

El presidente pakistaní dijo muchas veces que es imposible que su país pueda liberar las fuerzas del extremismo contra India, pues son las mismas que le generan graves problemas internos.

Después de todo, Pakistán también ha sido víctima del extremismo, el mismo que se cobró la vida de la esposa del presidente, la dos veces primera ministra Benazir Bhutto (1953-2007), un atentado contra el hotel Marriott de Islamabad el 20 de septiembre y dos ataques contra el ex presidente Pervez Musharraf (1999-2008).

Esa provocación de "actores no estatales" extremistas hace temer por el comienzo de otra guerra entre India y Pakistán, dijo Zardari el martes al periódico Financial Times, y preguntó con retórica, "Aun si los militantes están vinculados al LeT, ¿a quién creen que combatimos?".

"Muchos podrán cuestionar el hecho de que Pakistán realmente combata al LeT o a su organización madre, Harkat-ul-Dawa", señaló Achin Vanaik, profesor de política y relaciones internacionales en la Universidad de Nueva Delhi.

"Pakistán proscribió a esa organización, pero reaparece bajo diferentes nombres. Su líder, Hafiz Mohammad Said, es un hombre libre. Harkat-ul-Dawa realiza reuniones públicas, según varias versiones creíbles", añadió.

Pero "India debe aceptar la oferta de Pakistán de ayudar en la investigación de los ataques de Mumbai. Aunque se negó a mandar al director general de ISI a este país, mantiene su promesa de enviar un alto funcionario de seguridad", sostuvo Vanaik.

"Este país debe responder de forma positiva y tratar de forjar alianzas con los elementos sanos de Pakistán, que reconocen los peligros de fomentar el terrorismo islamista", agregó.

"Este asunto hace temer por un conflicto armado, que no tendrá ganadores, y con el peligro nuclear latente. Los únicos victoriosos serán los extremistas y los terroristas, además de Estados Unidos a través de su papel de intermediario", remarcó Vanaik.

Sin embargo, hay una solución honrosa y pacífica: llevar el asunto al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y someterlo a la resolución 1373, que requiere que todos los estados "se abstengan de proporcionar todo tipo de apoyo, activo o pasivo, a las entidades o personas que participen en la comisión de actos de terrorismo".

También "adopten las medidas necesarias para prevenir la comisión de actos de terrorismo, inclusive mediante la provisión de alerta temprana a otros estados mediante el intercambio de información" y "nieguen refugio a quienes financian, planifican o cometen actos de terrorismo, o prestan apoyo a esos actos, o proporcionan refugios", a riesgo de recibir sanciones.

Este enfoque multilateral, según los analistas, permitirá sortear la influencia dominante de Estados Unidos y debe ser explorada.

Pero no queda claro que las autoridades indias logren reunir la voluntad para ello.

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