Uno de los mayores desafíos de política exterior que afrontará el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, será revigorizar el proceso de paz palestino-israelí, que parece completamente estancado.
Los reiterados desvíos en la ruta hacia la paz dejan claro que se necesita un cambio de dirección. Muchos expertos creen que aprovechar la iniciativa lanzada en 2002 por la Liga Árabe sería apenas el comienzo del proceso.
Una campaña del presidente George W. Bush en el último año de sus ocho en la presidencia abrió el proceso de Annapolis, que logró mínimos avances en materia de procedimiento e involucró a los actores de Medio Oriente, pero ignoró la propuesta lanzada hace seis años por el entonces príncipe heredero de Arabia Saudita, el actual rey Abdullah.
La ruta iniciada en la cumbre de Annapolis, convocada por Washington en noviembre de 2007, se cerró sin llegar a su propia meta: un acuerdo firmado antes del final de la gestión de Bush, el 20 de enero próximo.
El fracaso deja a Obama y a Estados Unidos con la tarea de abrir otro problemático camino.
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Muchos conocedores del conflicto ven en su investidura alguna esperanza para el proceso de paz, pero incluso los más optimistas creen que el gobierno de Obama puede ser la última oportunidad para una solución basada sobre la creación de un estado palestino que conviva con Israel.
Así lo pronosticó el ex negociador israelí Daniel Levy en una conferencia realizada el miércoles en el centro de estudios New America Foundation.
Levi se siente alentado por el hecho de que Obama ubicara el conflicto palestino-israelí entre sus tres prioridades de política exterior, cuando anunció a su equipo de seguridad nacional y política exterior a comienzos de esta semana.
Si Obama quiere abordar el histórico conflicto de Medio Oriente desde el inicio de su mandato, contará con el apoyo de la Liga Árabe y con su vieja propuesta.
"No creo que el próximo presidente deba inventar nada nuevo", opinó el martes el príncipe Turki Al Faisal Al Saud, miembro de la familia real saudita y ex embajador saudita en Estados Unidos.
Al Saud planteó varias medidas positivas incluidos en planes de paz anteriores que podrían ser trabajados de modo selectivo. Entre ellos, la Iniciativa Árabe.
"La Iniciativa Árabe de Paz de 2002 está sobre la mesa. Le corresponde al próximo presidente (estadounidense) hacer lo que sea necesario. Y él ha despertado muchas expectativas, particularmente en nuestra región", dijo.
Al Saud no es el único en Medio Oriente que apoya la iniciativa.
"Hay cada vez más voces de la región que plantean el caso de la Iniciativa Árabe como principio organizador", dijo Levy a IPS, señalando que una de las razones por las que falló el plan de Annapolis de Bush que ignoró la propuesta de la Liga Árabe.
La Iniciativa Árabe es una propuesta muy atractiva para muchos participantes en el proceso de paz, porque se basa sobre la idea de resolver tensiones regionales con otras naciones árabes al mismo tiempo que facilita la creación de un estado palestino viable.
"Veo a la iniciativa como incorporando todos los otros procesos. Bajo sus auspicios todavía hay negociaciones" y resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), explicó a IPS M. J. Rosenberg, del Israel Policy Forum.
Pero la iniciativa ofrece incentivos especiales porque procede de la Liga Árabe y está firmada por 22 países.
"Sirve como rúbrica simbólica para lograr la paz con todo el mundo árabe de una sola vez. Lo que vuelve única la iniciativa no es que simplemente ofrece la paz, sino que ofrece la normalización" de las relaciones entre Israel y sus vecinos árabes, explicó Rosenberg.
"Eso es algo con lo que nunca soñaron los israelíes más idealistas", agregó.
Obama puede recurrir a la iniciativa es exactamente por las mismas razones que llevaron al fracaso o al estancamiento a muchos otros intentos de paz.
La propuesta saudita "es el único juego que queda", dijo Naomi Chazan, pacifista y ex legisladora israelí, en el foro de New America Foundation.
Chazan destacó que los acuerdos de Oslo fracasaron, fueron reelaborados y volvieron a fracasar, y que el proceso de Annapolis nunca llegó a despegar.
La iniciativa proporciona "un elemento de esperanza", agregó, y dijo que, como israelí, ella también estaba particularmente emocionada ante la perspectiva de la normalización.
Y la iniciativa también puede dar otros frutos. Levy señaló que podría brindar una vía para que países occidentales como Israel y Estados Unidos se aproximen a Irán.
La aceptación de la propuesta, según Chazan, abriría las puertas del proceso a la sociedad civil para que trate, por ejemplo, el problema de los refugiados palestinos en los países árabes vecinos.
Otro elemento, y tal vez el más importante, que hace atractivo el plan de la Liga Árabe es la posible reunificación de los territorios palestinos, actualmente divididos por la violenta hostilidad entre el secular partido Fatah, que domina Cisjordania, y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), que controla Gaza.
"Construir sobre una Palestina dividida" no es una buena receta para crear un Estado palestino, dijo Levy muchas veces.
Egipto, peso pesado de la Liga Árabe, ya modera discusiones entre Hamas y Fatah. Apelar a la iniciativa para consolidar toda la influencia del mundo árabe en pos de la unidad palestina facilitará los pasos futuros, sostuvo Levy.
Eso "regionalizará la solución", dijo, repitiendo una idea fuerza que extrajo de la presentación de Chazan.
Pero la oportunidad única de utilizar un amplio apoyo árabe a un proceso de paz que apunta a cumplir el objetivo de dos estados, puede ser fugaz.
"La primera y segunda vez que pusieron la cuestión sobre la mesa, los israelíes y estadounidenses lo ignoraron", dijo Rosenberg a IPS, refiriéndose al "asombroso ofrecimiento" de la normalización.
"Pienso que si Obama no hace algo y presiona a los israelíes para que actúen al respecto, el impulso se perderá para siempre. Es difícil imaginar que algún presidente después de Obama persiga este objetivo si él no lo hace", señaló.
Rosenberg lo considera probable.
"Él aprueba las iniciativas, pero eso no quiere decir nada", sostuvo. No hay nada seguro hasta que Obama asuma la presidencia y comience a tomar decisiones oficiales, aunque dijo que tiene la sensación de que lo hará.