La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se sumirá en abril en un nuevo debate sobre el conflicto entre Israel y Palestina, otra vez desde la perspectiva de la lucha contra el racismo y la xenofobia.
Israel deberá responder en Ginebra sus avances en la implementación de medidas aprobadas por la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, realizada por la ONU en 2001, en la ciudad sudafricana de Durban.
La Conferencia de Revisión de Durban en Ginebra, o Durban II, ofrece el escenario para que gobiernos y comunidades étnicas, religiosas y culturales expongan sus sentimientos acerca del estado del racismo en el mundo.
Los países de Asia propusieron que la declaración final de Durban II califiquen las políticas de Israel hacia Palestina de "nueva especie de apartheid, crimen contra la humanidad y forma de genocidio".
En 2001, ni siquiera una disculpa de las naciones ricas por su pasado de explotación de la esclavitud y de colonialismo salvaron a la Conferencia en Durban de ser considerada un fracaso por muchos críticos, que también recuerdan el tumulto que asaltó al foro oficial de organizaciones no gubernamentales celebrado simultáneamente.
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Varias organizaciones, al parecer con apoyo de Irán y de otros países musulmanes, presionaron por una declaración final que condenara a Israel en términos similares a los empleados ahora por los países asiáticos: "apartheid", "limpieza étnica" y "actos de genocidio".
En el foro circularon historietas y libros claramente antisemitas. Israel y Estados Unidos protestaron retirándose de la Conferencia en Durban.
A comienzos de 2007, luego de que la Asamblea General de la ONU anunció que realizaría una conferencia de seguimiento de Durban del 20 al 24 de abril próximos, Israel anunció que participaría mientras no hubiera una atmósfera contraria a sus políticas.
Pero el 19 de noviembre, cuando la región asiática emitió sus evaluaciones, Israel decidió no asistir a la conferencia en Ginebra.
"Era de prever y se pudo prevenir", dijo a IPS Hillel Newer, director ejecutivo de UN Watch, organización no gubernamental asociada con el Comité Judío Estadounidense que vigila desde Ginebra actividades antisemitas.
"No hay país en el mundo que quiera someterse a un tribunal donde es demonizado y deslegitimado", agregó.
De todos modos, la secretaria general de la conferencia en Ginebra y Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, informó: "El embajador de Israel (en la ONU) vino a verme para decirme que su país participará si se corrige el lenguaje objetable."
"Falta mucho para tener un proyecto de documento final" para Durban II, agregó Pillay, quien urgió a los países a participar. "¿Cómo podría un país influir en el resultado si no está allí?", se preguntó.
Noventa y cuatro organizaciones no gubernamentales, entre ellas Human Rights First y la Asociación Estadounidense de la ONU, pidieron a los países "rechazar toda forma de odio y de su incitación, incluido el antisemitismo, para aprender" de la lección de 2001.
Human Rights Watch (HRW) también pidió a los participantes evitar "una repetición de la conducta que desbarató la conferencia de 2001", refiriéndose a la hostilidad hacia Israel.
HRW "no quiere que Israel escape a las críticas", pero rechaza "las acusaciones hiperbólicas que no pueden ser apoyadas en hechos o que se concentren en un solo gobierno excluyendo a otros que cometen actos comparables".
En ese sentido, la organización consideró que se perpetran violaciones de derechos humanos similares a las de Israel en muchos países, incluidas naciones islámicas como Libia e Irán, que ocupan, respectivamente, la presidencia y vicepresidencia del comité preparatorio de Durban II.
El jefe de la División de Investigación y Derecho al Desarrollo de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Ibrahim Wani, consideró "importante distinguir el foro del proceso intergubernamental".
"Nadie duda sobre las declaraciones y manifestaciones insensibles pronunciadas en el foro de organizaciones no gubernamentales" de 2001, dijo Wani a IPS. Pero "nadie acusa a la reunión intergubernamental de promover el antisemitismo", añadió.
En ese sentido, recordó que en 2001 hubo acuerdos sobre el conflicto palestino-israelí, sobre la disculpa por la esclavitud y el colonialismo y respecto del problema de las migraciones sin que se encontraran términos ofensivos en la declaración final.
La Declaración y el Programa de Acción de Durban fue "un paso significativo e histórico", dijo Wani.
Luego de la conferencia en el puerto sudafricano se registraron acontecimientos que originan nuevos disensos en el proceso rumbo a la reunión en Ginebra, como los atentados que causaron 3.000 muertes en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 y la consecuente "guerra contra el terrorismo".
Los países musulmanes procuran que la declaración final de Durban tome en cuenta el fenómeno de "difamación de las religiones", patente en la ola de islamofobia desatada luego de los atentados.
Pero países occidentales se oponen a esa pretensión, pues estiman que algunas naciones musulmanas quieren así avalar sus argumentos para sus propias violaciones contra los derechos humanos, especialmente contra la libertad de expresión.