Las conversaciones de las Seis Partes que terminaron este jueves en Beijing no lograron que Corea del Norte accediera a ser objeto de inspecciones nucleares. Japón está preocupado, y no sin razón.
Los otros países que integran esta instancia de negociación —Estados Unidos, Rusia, Corea del Sur y China— intentaron desde el lunes persuadir a Pyongyang de que aceptara un régimen de inspecciones y verificaciones como parte del acuerdo de "desarme por asistencia".
Japón insistió en usar las negociaciones como vehículo para resolver lo que considera un asunto prioritario: el secuestro de varios de sus ciudadanos por Corea del Norte en los años 70 y 80, durante la Guerra Fría.
Washington presiona a Japón para que deje de lado el tema de los secuestros, pues "está muy sediento de una victoria diplomática" en las negociaciones, dijo Art Brown, consejero de seguridad y ex funcionario de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Sólo 16 de los secuestrados —capturados para ser entrenados como espías— son reconocidos por el gobierno japonés, pero puede haber hasta 80. En 2006, el gobierno norcoreano admitió oficialmente el rapto de 13 de las víctimas.
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Brown dijo a IPS que la mira de Washington también era estrecha y que estaba "ignorando el armamento existente (de Corea del Norte) y el programa de uranio altamente enriquecido obtenido de Pakistán a través de (el científico disidente) A. Q. Khan".
"Las conversaciones de las Seis Partes no han sido productivas en términos de desnuclearizar la península", dijo Brown.
Pero Andrew Horvat, experto en temas japoneses y profesor visitante en la Universidad Keizai de Tokio, opinó de modo diferente.
"Sólo el hecho de que hablen entre sí muestra que las conversaciones son un éxito. En diplomacia, a menudo el proceso es el objetivo", sostuvo.
Horvat observó que en esta zona del mundo no hay ámbitos multilaterales como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o el Parlamento Europeo para mantener la paz.
"Las conversaciones de las Seis Partes son lo único que se aproxima vagamente a una organización internacional regional que promueva la seguridad en Asia nororiental. Si no existieran, Corea del Norte sería libre de hablarle a cada uno de los otros cinco participantes y enfrentarlos entre sí, como hacía en el pasado", sostuvo Horvat.
El punto de vista japonés sobre las negociaciones difiere mucho del de las otras partes, agregó.
Para Tokio "las conversaciones son una desventaja. Amenazan con reducir el valor de la alianza con Estados Unidos, que beneficiaba a Japón al darle seguridad a un costo relativamente bajo", explicó Horvat a IPS.
Según Horvat, Japón "probablemente será el más feliz si las conversaciones simplemente se disuelven y es por eso que la cuestión de los secuestrados opera a favor de los intereses japoneses. No quieren ver el colapso de los sistemas de la Guerra Fría en esta región".
Las negociaciones también juegan en contra de los intereses japoneses, porque subrayan el rol crucial de China, que actúa como anfitriona y que, sola, tiene relaciones sólidas con las otras cinco partes.
Japón no tiene relaciones diplomáticas con Corea del Norte. Algunos diplomáticos creativos en Tokio intentaron abrirse a Pyongyang, pero fueron puestos bajo presión por nacionalistas conservadores que prefieren usar el asunto de los secuestrados para mantener un alto nivel de tensión con Corea del Norte y perpetuar una atmósfera de Guerra Fría.
"La idea es mantener a Estados Unidos vinculado a Japón y desbaratar la posibilidad de desarrollo de una arquitectura multilateral de seguridad en Asia nororiental", dijo Horvat.
La estrategia de Japón se volvió obvia luego que Tokio usó el tema de los secuestrados para negarse a entregar asistencia alimentaria o petróleo pesado a Corea del Norte, tal como acordaron las partes.
De hecho, la no cooperación con Corea del Norte se ha vuelto parte de la política interna en Japón, donde campañas nacionalistas promovidas por elementos de dentro de gobernante Partido Liberal Democrático han convertido a los secuestrados y a sus familias en verdaderos iconos del sufrimiento y la victimización.
Una organización nacionalista autodenominada "Headquarters for the Abduction Issue, Government of Japan" (Sede para el Tema del Secuestro, Gobierno de Japón) está distribuyendo folletos que dicen: "El asunto de los secuestrados es un problema grave que concierne a la soberanía de Japón, así como a las vidas y seguridad del pueblo japonés. No puede haber una normalización de los vínculos diplomáticos con Corea del Norte a menos que se resuelva el tema de los secuestros".
Avisos publicados en los últimos tiempos en los principales diarios señalaron que no abandonarán la lucha por traer de vuelta a los secuestrados.
"Ahora Japón se ha metido en camisa de once varas y es altamente improbable que en el futuro cercano sea posible generar apoyo público para la asistencia a Corea del Norte", observó Horvat.
Según Robert Dujarric, director del Instituto de Estudios Japoneses Contemporáneos en la Temple University en Japón, la principal preocupación para Tokio —aparte de los misiles y las armas nucleares— es la influencia china en la península.
Los secuestrados constituyen un tema interno en Japón, pero no son la causa real de una preocupación estratégica, dijo Dujarric.