Las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha han llegado a tal estado de postración que la OMC desistió aparentemente de llamar a consulta a los ministros de sus países miembros para que intenten revigorizarla en lo que queda del año.
"A menos que se produzcan cambios notables en las próximas 48 horas, les recomiendo no citar a los ministros a fines de este año", dijo Pascal Lamy, el director general de la OMC (Organización Mundial del Comercio), a los jefes de delegaciones de los 152 Estados que integran la institución.
La Ronda de Doha, lanzada en noviembre de 2001 en la capital de Qatar, con la intención de profundizar la liberalización del comercio, oscila desde entonces entre periódicas recaídas y recuperaciones, como ha ocurrido especialmente en el último semestre.
La reunión ministerial realizada en julio fracasó de manera rotunda pues los ministros no consiguieron convenir las modalidades, como se denominan los parámetros de los acuerdos que regirán el comercio de productos agrícolas y el de bienes industriales, columna vertebral de toda la ronda.
Después del fiasco de julio surgió claramente una alianza, de Estados Unidos y Brasil, respaldados con mayor decisión por algunos miembros de la Unión Europea (UE), como Gran Bretaña, y otros países industrializados, que impulsaron a Lamy a sacar adelante el acuerdo sobre modalidades.
Más reticentes se mostraban las dos grandes potencias emergentes, China e India, junto con naciones en desarrollo, como Sudáfrica, Indonesia, Argentina, Venezuela y otras.
Pero, sorpresivamente, en las últimas semanas se debilitó hasta llegar casi a la ruptura el entendimiento entre la representante comercial de Estados Unidos, Susan Schwab y el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, que eran las figuras más visibles de esa alianza.
Amorim dijo a los periodistas este viernes en Ginebra que la consulta a los ministros quedaba descartada y arguyó que una de las principales razones era "la demanda excesiva" de Estados Unidos en una materia industrial, conocida como "sectoriales".
La disputa se refiere a la pretensión estadounidense, y de otros países del Norte, que reclaman a las naciones emergentes la eliminación o una pronunciada reducción de aranceles en ciertos sectores industriales, como químicos, automotores y bienes de capital.
El canciller brasileño dijo que Estados Unidos culpa a Brasil, China e India de "no querer abrir los mercados" en bienes industriales. Amorim opinó que Washington reclama un nuevo equilibrio en "el paquete de julio", que favorezca sus intereses.
El representante permanente de Estados Unidos ante la OMC, Peter Allgeier, negó que las demandas de su país en sectoriales sean excesivas. Son consecuentes con el mandato otorgado por la conferencia ministerial de la OMC realizada en Hong Kong en 2005, aseveró.
El paquete de julio, una tentativa extrema de Lamy por salvar esa conferencia de ministros, contenía propuestas para zanjar las diferencias más hondas, que eran la cuestión sectorial de productos industriales, el mecanismo de salvaguardias especiales de agricultura, para defender a los países en desarrollo amenazados por incrementos inesperados de importaciones, y la cuestión del algodón, que debilita a los productores africanos frente a las subvenciones de Estados Unidos y Europa.
Lamy aceptó que esos temas no son los únicos insolubles ni tampoco los más importantes para muchas delegaciones. Sin embargo, sin avances en las tres cuestiones no podremos estabilizar un texto para la totalidad de las modalidades, dijo.
El director de negociaciones comerciales internacionales de la cancillería argentina, Néstor Stancanelli, estimó que aun cuando se hubieran resuelto esos tres asuntos críticos, las probabilidades de éxito de una conferencia ministerial no estarían aseguradas.
El director de la OMC precisó que el lapso de 48 horas había sido solicitado por los líderes de algunos países, que intentarían promover acuerdos de último momento. Fuentes periodísticas dijeron que el primer ministro británico Gordon Brown es uno de los más preocupados por conseguir ese entendimiento.
Stancanelli dijo a IPS que cuando Lamy anuncia que va a esperar un cambio de instrucciones de algunas capitales, "presumo que se está refiriendo a Estados Unidos, que es inflexible en la inclusión de algunos rubros industriales de su interés en el tema de sectoriales". Pero "no se ve que haya ese cambio de posición estadounidense", observó el representante argentino.
La casi segura cancelación de la conferencia ministerial de fines de este año molestó visiblemente a algunos países, como Costa Rica, Australia y México. Ronald Saborio, representante costarricense, se declaró decepcionado y expresó su disgusto por la cantidad de temas de la negociación que permanecen sin solución.
Roberto Azevedo, el representante permanente de Brasil ante la OMC, evaluó que no es aconsejable ni conveniente llamar a los ministros en las actuales condiciones.
Lamy opinó que eso representaría un riesgo elevado de fracaso que podría perjudicar no sólo a la Ronda de Doha sino a todo el sistema de la OMC.
De todos modos, la decisión final será discutida el miércoles próximo en una sesión del Comité de Negociaciones Comerciales, el organismo que supervisa la marcha de Doha y que integran representantes de todos los miembros de la institución.
Stancanelli interpreta que desde el fracaso de julio lo que ha ocurrido en las negociaciones es que la balanza se ha inclinado en contra de los intereses de los países en desarrollo.
Las naciones de mayor peso económico no tienen en cuenta que, a largo plazo, a ellas les interesa que los países en desarrollo crezcan y generen mercado, dijo.
El comercio exterior de Estados Unidos disminuyó en octubre tres por ciento con relación al mismo mes del año pasado, comentó. Y casi la mayor parte de las exportaciones industriales de Estados Unidos van a América Latina, acotó.
Entonces, Estados Unidos tiene que entender que una solución equilibrada de las negociaciones, que permita crecer a los países en desarrollo y sobre todo a América Latina, forma parte de sus intereses a largo plazo, dedujo. Y lo mismo vale para la Unión Europea, Japón y otras naciones industrializadas, agregó.