China arremetió contra el líder espiritual tibetano Dalai Lama por sus últimos encuentros con dirigentes políticos europeos y lo calificó de separatista y «vándalo político». El hecho puede perjudicar las relaciones entre este país y Europa, advirtió Beijing.
El presidente francés Nicolas Sarkozy se reunió con el Dalai Lama en privado el fin de semana en la ciudad portuaria Gdansk, Polonia, en el marco de la conmemoración del 25 aniversario de la entrega del premio Nobel de la Paz al ex mandatario polaco Lech Walesa (1990-1995).
El encuentro fue significativo porque Francia encabeza la presidencia rotativa de seis meses de la Unión Europea (UE), lo que lo cargó de simbolismo.
El Dalai Lama también recibió el premio Nobel de la Paz por su prolongada lucha no violenta como forma de lograr la autonomía del Tíbet.
El líder budista también fue invitado a participar en la celebración por el movimiento pacifista Solidaridad, que luchó contra el régimen comunista de ese país desde 1939 hasta la transformación iniciada por Walesa tras su elección como presidente.
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"Si estuviera en el país de su santidad, también lucharía", dijo el ex presidente en un foro juvenil realizado el fin de semana y en el que participó junto al Dalai Lama.
El ex dirigente sindicalista es considerado un icono de la resistencia pacífica que floreció en Polonia, se propagó a otros países de Europa oriental y terminó con la caída del muro de Berlín y el colapso del régimen comunista.
"No hay situación si no hay posibilidades, sólo hay que elegir los medios y la fuerza y el tiempo para rediseñar el escenario político en el momento correcto", declaró Walesa.
Por su parte, el Dalai Lama considera que la democracia es la solución para la cuestión tibetana, que ensombrece los esfuerzos de China por difundir una imagen de paz y de superpotencia en auge.
"Cuando China sea más democrática, con libertad de expresión, que impere un Estado de derecho y, en especial, haya libertad de prensa y cuando sea una sociedad más abierta y moderna, entonces, creo, la cuestión tibetana podrá resolverse en unos pocos días", señaló.
Un día antes, con motivo de su discurso frente al Parlamento Europeo, en Bruselas, el líder espiritual tibetano lanzó otra salva contra Beijing por su falta de autoridad moral para ser una verdadera súper potencia.
Pero nada enoja más a Beijing que el encuentro entre el Dalai Lama y Sarkozy. La semana pasada, las autoridades chinas pidieron varias veces al presidente francés que cancelara la reunión e incluso propusieron realizar una cumbre China-UE este mes.
El domingo, Beijing convocó al embajador francés para presentarle una "dura protesta", según informó la agencia de noticias estatal Xinhua. La reunión significa una "grosera intervención" en los asuntos chinos, le habría dicho el vicecanciller chino He Yafei.
El canal de televisión estatal señaló que He calificó al líder tibetano de separatista y "hooligan (vándalo) político".
"Sarkozy no tiene consideración por la fuerte oposición de muchos ciudadanos chinos" a que se encuentre con el Dalai Lama, señaló He. "El hecho lastimó gravemente la sensibilidad de los chinos".
"Francia debe corregir su error con hechos verdaderos para que las relaciones sino-francesas puedan avanzar y ser saludables", señaló.
Los vínculos entre ambos países se tensaron por la cuestión de Tíbet.
En abril, cuando París recibió la antorcha olímpica, los deportistas que la llevaban fueron agredidos por manifestantes pro-tibetanos que terminó en una refriega. Imágenes de las escaramuzas y de los carteles con eslóganes de protesta pudieron verse en todo el mundo, lo que motivó un llamado a boicotear productos franceses en China.
Por su parte, Sarkozy alegó que su encuentro con el líder espiritual tibetano no supone ninguna amenaza para Beijing. "El Dalai Lama confirmó lo que yo ya sabía, que él no aboga por la independencia" de la región del Himalaya, declaró el fin de semana el presidente francés.
El líder budista alega que aspira a una "autonomía significativa" del Tíbet. Desde que partió al exilio en 1959, tras un fallido levantamiento popular contra las autoridades chinas, el Dalai Lama vive en la localidad india de Dharamsala.
Funcionarios chinos sostienen que el reclamo de una mayor autonomía para el Tíbet es una cortina de humo para lograr su independencia total. No confían en el Dalai Lama y lo acusan de generar sentimiento anti-chino entre los tibetanos y en el extranjero.
Las ocho rondas de conversaciones entre los enviados del Dalai Lama y Beijing, realizadas en noviembre, fracasaron tras la declaración de los negociadores chinos de que la propuesta de autonomía presentada por los tibetanos representaba una limpieza étnica y una independencia disfrazada y que apuntaba a la reintroducción de un sistema teocrático de servidumbre.
El hecho fue seguido de un cónclave de tibetanos exiliados en Dharamsala, donde se decidió mantener el objetivo del Dalai Lama de abogar por la autonomía del Tíbet de forma pacífica y mediante el diálogo con Beijing.
Pero la reafirmación de la búsqueda pacífica de la "autonomía significativa", defendida por el Dalai Lama, no logró suavizar la postura de Beijing.
El periódico China Daily publicó un extenso comentario del jefe de la Administración de Asuntos Religiosos, Ye Xaiowen, que criticó duramente la "verdadera autonomía étnica", propuesta por el Dalai Lama, por considerarla "un plan disfrazado bajo un envoltorio legal".
"No quieren la autonomía del Tíbet, sino el suicidio de la causa tibetana mediante la segregación y el antagonismo étnico y la separación. Acaso el Congreso de Jóvenes Tibetanos no abogó por la lucha por la independencia mediante suicidios", preguntó.
En los últimos meses, el Congreso de Jóvenes Tibetanos, un grupo de jóvenes exiliados más radicales y frustrados ante el fracaso del diálogo con Beijing, abogó por la independencia mediante una serie manifestaciones polémicas.
Pero la mayoría de la comunidad tibetana en el exilio votó apoyar el diálogo pacífico como forma de lograr la autonomía.