«Tovariches! Hoy siento que debo decirles: ¡camaradas, vamos a trabajar para encontrar gas y petróleo bajo estas aguas!», exclamó el vicepresidente de la firma rusa Gazprom, Alexandr Medvédev, cuando los taladros de la plataforma marina Escorpión Vigilante comenzaron a perforar el lecho marino venezolano.
Era el 7 de noviembre, aniversario de la Revolución Rusa de 1917, y Medvédev y el viceprimer ministro Igor Sechin acompañaban al presidente anfitrión, Hugo Chávez, en el comienzo de las operaciones de Urdanetagazprom, una sociedad con la petrolera estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) para buscar gas en el noroccidental Golfo de Venezuela.
Minutos antes, trepado sobre el bosque de barras y planchones de Escorpión Vigilante, la plataforma alquilada en Estados Unidos, Chávez saludó la "alianza estratégica entre dos gigantes energéticos", el país que gobierna y Rusia, "la patria de Lenin", como indicó.
El acto, bajo el tórrido sol del sur del Caribe, fue una manera de mostrar la importancia que Caracas otorga a la alianza con Moscú, la densidad de los pactos económicos que la sustentan y como este mes se han intensificado y acelerado esos acuerdos.
"Rusia está claramente aprovechando el espacio que le abre Venezuela, que se ha autoimpuesto fuertes limitaciones ideológicas, para favorecer a sus empresas al tiempo que avanza en el terreno de la confrontación geopolítica global", observó a IPS el analista político y profesor de economía y asuntos internacionales Orlando Ochoa.
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Chávez, a su vez, "actúa motivado por los temores geopolíticos que le despiertan Estados Unidos y Colombia, y, en su visión de consolidar con negocios los acuerdos políticos, entrega un abanico de oportunidades a los rusos", agregó Ochoa, quien ha seguido de cerca la relación entre los dos países desde hace varios años.
El estreno de la Escorpión Vigilante, transmitido al país por cadena de radio y televisión, fue el más vistoso acto de la alianza, pero es apenas uno de los multimillonarios negocios conjuntos acelerados este mes, que abarcan desde oro e hidrocarburos hasta la venta de chocolates y desde un banco conjunto hasta la cooperación para energía nuclear.
En la arena política, llegará a Venezuela a fines de este mes Dmitri Medvédev, constituyéndose así en el primer presidente ruso en visitar este país.
Pero la verdadera novedad en la región será el arribo de una flota rusa a Venezuela para efectuar maniobras aeronavales conjuntas en el mar Caribe, principalmente con simulacros de operaciones de búsqueda y salvamento.
A esas operaciones acudirá la Fuerza Armada venezolana con algunos de los equipos militares que ha comprado a Rusia por unos 4.500 millones de dólares en los últimos tres años, y que comprenden cazabombarderos, helicópteros, aviones de transporte y fusiles de asalto, en tanto se negocia comprar más aeronaves, barcos y submarinos.
Chávez ha visitado Rusia una docena de veces en 10 años y Venezuela se ha convertido en el destino o escala frecuente de los altos mandos rusos cuando visitan la región.
En sus arengas sobre cuestiones internacionales, Chávez insiste en defender y aún oponer a Moscú frente a Washington, en el marco de su propuesta de un nuevo orden mundial "multipolar", y se ufana de su amistad con el líder ruso Vladimir Putin.
Aunque se habían establecido acuerdos de cooperación e intercambio usuales entre países con buenas relaciones, y empresas rusas de hidrocarburos comenzaban a operar en Venezuela, este noviembre se ha puesto el pie en el acelerador de la relación económica.
El gobierno venezolano retiró la concesión que tenía desde 2002 la compañía canadiense Crystallex para explotar en el sudeste del país la mina de oro Las Cristinas, con reservas estimadas en 17 millones de onzas y que era el principal activo de ese consorcio.
El ministro de Industrias Básicas y Minería, Rodolfo Sanz, anunció la firma de un convenio con la empresa rusa Rusoro, que ya opera dos minas menores en Venezuela, para hacerla socia en una nueva compañía mixta que explote Las Cristinas.
Aprovechando la visita de Sechin, se instaló una comisión intergubernamental que produjo 15 acuerdos de intercambio económico.
Rusia instalará en Venezuela fábricas de vehículos de paseo y de carga, con tecnología que los haga aptos para el gas natural como combustible, y su Instituto de Construcción Naval hará, junto con Pdvsa, un astillero en el este del país, orientado a la construcción de remolcadores, gabarras y otras embarcaciones fluviales.
Chávez se congratuló por el acuerdo que le permitirá a su país obtener cooperación y tecnología rusa para el desarrollo de energía nuclear "con fines pacíficos". "Está demás decirlo, pero es necesario decirlo: vamos a tener reactores atómicos .ya nos acusarán de que estamos haciendo 100 bombas atómicas", bromeó.
Venezuela es firmante del Tratado de Tlatelolco, para la proscripción de las armas nucleares en América Latina y el Caribe, vigente desde 1969. Tiene desde hace medio siglo un pequeño reactor nuclear en su instituto de Investigaciones Científicas, cerca de Caracas, consagrado principalmente a estudios auxiliares de medicina.
Con importantes reservas de alúmina (insumo del aluminio), Venezuela también puso ese recurso a disposición de Rusia para la elaboración de proyectos conjuntos, y se anunciaron nuevos planes de cooperación en materia alimentaria, incluida la exportación a Moscú de cacao y chocolate venezolano.
Por su parte, el ministro de Finanzas, Alí Rodríguez, viajará a Moscú para preparar el acuerdo sobre creación de un banco de inversión binacional, que estaría entre los convenios a suscribir cuando el presidente Medvédev visite Caracas.
Pero los hidrocarburos son la principal base de esta relación económica y el pasado día 9 cinco empresas rusas, Rosneft, Lukoil, Gazprom, TNK-BP y Surguneftgaz, crearon un consorcio para acometer negocios petroleros en Venezuela.
Lukoil y Gazprom tienen asignados dos de los 27 bloques de la Faja del Orinoco, un depósito de crudos en el sudeste venezolano del que podrían recuperarse unos 270.000 millones de barriles, es decir, tiene unas reservas semejantes a las de Arabia Saudita.
Los bloques están en fase exploratoria para cuantificar las reservas para, después, concertar asociaciones para la explotación, como se hace ya con firmas estadounidenses y europeas para producir unos 500.000 barriles diarios de crudos sintéticos.
"Venezuela sube la apuesta con las petroleras rusas porque tienen la envergadura, los recursos y la capacidad para avanzar en la faja, a diferencia de otras empresas débiles o inexpertas de América Latina y Asia a las que se han entregado bloques de una manera más simbólica", consideró Ochoa.
Otros expertos venezolanos, como Joel Sangronis y José Gil, profesores universitarios en asuntos internacionales y de energía, llaman la atención sobre el avance de Rusia como potencia con la mano sobre claves energéticas en el mundo, lo cual explica el interés de sus empresas en los yacimientos sudamericanos de Bolivia, Brasil y Venezuela.
Es, sin embargo, una apuesta con riesgos, como buscar gas desde la Eescorpión Vigilante en el Golfo de Venezuela, advirtió el geólogo Aníbal Martínez, del grupo nacionalista de opinión Frente por la Defensa del Petróleo.
Aunque el ministro venezolano de Energía, Rafael Ramírez, dijo que el área de reservas estimadas alcanzan los 23 billones de pies cúbicos (en inglés, TCF, trillones de pies cúbicos), Martínez recordó que en ese golfo "no hay gas natural libre descubierto y el yacimiento-objetivo está a 4.000 pies de profundidad".
"Por métodos geofísicos se presume la existencia de yacimientos de petróleo y gas, pero es una zona geológicamente diferente de la vecina de Maracaibo (durante décadas el mayor emporio petrolero sudamericano) y los trabajos iniciados son de alto riesgo exploratorio", señaló Martínez.
No obstante, la relación bilateral vive su mejor momento. "La patria rusa y la patria venezolana están juntas y lo estarán para siempre. Estos pactos son un símbolo de unidad. Estamos entrando en una nueva época", insistió el presidente Chávez.