TÍBET: Sin luz al final del «medio camino»

Ocho meses después de las protestas contra el gobierno de China que sacudieron Tíbet, las posiciones se han radicalizado, lo que no augura nada bueno para el futuro de la disputa por el estatus de esa provincia.

Más de 500 líderes tibetanos exiliados están reunidos esta semana en la localidad india de Dharamsala para discutir una estrategia de negociación con China.

Muchos radicales se pronuncian hoy por la independencia total, pues consideran fracasada la estrategia del "camino medio" postulada por el líder espiritual tibetano, Dalai Lama, la cual abreva en principios del budismo y que se traduce en tender a un diálogo pacífico con Beijing.

El primer ministro del gobierno tibetano en el exilio, Samdhong Rinpoche, declaró que las negociaciones de esta semana pueden terminar en un cambio de política drástico si el cónclave decidiera abandonar la vía moderada del Dalai Lama.

"Si el resultado de estas reuniones es que debemos abandonar la doctrina del ‘camino medio’ por la independencia, lo haremos con gusto", señaló Rinpoche. El parlamento en el exilio tendrá la última palabra al respecto, añadió.
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Beijing respondió con una dura advertencia: todo intento de separar a esa región de China estaba "predestinado al fracaso", afirmó.

"El llamado gobierno en el exilio no es reconocido por ningún país del mundo", declaró el canciller chino Qin Gang el martes. "Toda tentativa de separar a Tíbet de China está condenada."

China insiste en que Tíbet forma parte de su territorio desde hace 700 años. Pero la dinastía manchú, de principios del siglo XVIII hasta 1912, brindó protección feudal al Dalai Lama y permitió que la región del Himalaya se autogobernara.

En 1949, el gobierno comunista invadió y ocupó Tíbet. Un levantamiento popular contra Beijing en marzo de 1959 fue brutalmente reprimido. El actual Dalai Lama escapó con unos 80.000 seguidores a India, donde instaló el gobierno en el exilio.

Venerado como líder espiritual y temporal de los tibetanos, el Dalai Lama obtuvo el premio Nobel de la Paz en 1989 por su determinación a defender su causa por la vía no violenta.

El Dalai Lama no defiende la soberanía ni la independencia de Tíbet, sino una autonomía genuina, prometida para su pueblo por los líderes comunistas de 1951, pero nunca cumplida.

En sus giras, siempre sostuvo que sin un gran respeto por la identidad cultural y religiosa de todos los tibetanos de China, su patria estaba condenada.

"En Tíbet, la situación empeoró mucho", dijo el Dalai Lama frente a varios periodistas durante su última visita a Tokio. "La nación ancestral, con su cultura y su patrimonio, se está muriendo."

Hay una brecha de desconfianza y posturas irreconciliables respecto del estatus de Tíbet entre China y el gobierno en el exilio en Dharamsala. Representantes del Dalai Lama mantuvieron ocho rondas de conversaciones con negociadores chinos desde 2002, pero sin éxito.

Pero ni siquiera pueden ponerse de acuerdo acerca de qué entiende cada parte por Tíbet.

El Dalai Lama dice que habla por siete millones de tibetanos, en tanto Beijing sostiene que sólo representa a los 2,8 millones de habitantes de la Región Autónoma del Tíbet.

La mayoría de los tibetanos viven en las provincias de Sichuan, Yunnan, Gansu y Qinghai a causa de las delimitaciones fronterizas hechas por las autoridades comunistas en los años 50.

Beijing sostiene que el llamado "gran Tíbet" del que habla el Dalai Lama abarca un cuarto del territorio de China e incluso niega que haya existido alguna vez. Además acusa al líder espiritual de que la tan mentada "autonomía genuina" encubre una intención independentista.

Funcionarios chinos restaron importancia al actual congreso en Dharamsala alegando que la comunidad exiliada no representa la postura de la mayoría de los tibetanos.

Pero una encuesta secreta hecha hace poco entre tibetanos de China señaló que la mayoría de los entrevistados respetaría cualquier decisión adoptada por el Dalai Lama, señaló Karma Chophel, portavoz del parlamento en el exilio esta semana.

Sin embargo, lo encuestados a favor de una independencia total duplicaron a los que dijeron apoyar el enfoque del "camino medio", indicó Chophel, sin revelar detalles de cómo fue realizado el sondeo.

Esa estrategia ha sido criticada por muchos tibetanos exiliados por no lograr avances en el estatus del Tíbet.

En marzo, un levantamiento popular de tibetanos en Lhasa, la capital de la provincia, y otras localidades del oeste de China fue brutalmente reprimido por las autoridades, pocos meses antes de los Juegos Olímpicos de Beijing y motivó varias protestas en diferentes partes del mundo.

Beijing responsabilizó al Dalai Lama y a sus seguidores por los disturbios.

Tras las conversaciones de este mes, funcionarios chinos acusaron a los enviados tibetanos de "falta de sinceridad" por reclamar varias veces un "alto grado de autonomía".

Desde los años 80, el Dalai Lama sabe que para Beijing un "alto grado de autonomía" es imposible, señaló el alto funcionario chino a cargo de la cuestión tibetana Zhu Weiqun.

"Ya pasaron dos décadas y siguen empleando el mismo truco con el gobierno central, lo que muestra su falta de sinceridad", declaró Zhu, en una conferencia especial convocada a principios de este mes.

China concedió un alto grado de autonomía a sus ex colonias de Hong Kong y Macao, pero ya aclaró que no aplicaría la misma política con los territorios chinos no pertenecientes a la etnia han.

"China tiene un sistema político fundamentalista. No permite el separatismo de los pueblos bajo el lema de la ‘autogobierno étnico genuina’", explicó Du Qinglin, responsable del departamento a cargo de las negociaciones, tras el fracaso de las últimas conversaciones en Beijing.

"Nunca permitiremos que alguien aspire a una ‘autonomía real’ y perjudique la unidad nacional", añadió Du.

Beijing considera al estatus del Tíbet como un asunto de soberanía, la comunidad exiliada alega que es una cuestión de derechos humanos.

"Esta reunión no se trata de sacarle el Tíbet a China", remarcó el portavoz del gobierno en el exilio Thupten Samphel, refiriéndose al congreso de Dharamsala. "Se trata de los derechos humanos de los tibetanos de Tíbet".

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