MUJERES-SWAZILANDIA: Desaparecidas en acción

Activistas de género de Swazilandia acusan al rey Mswati III y al nuevo parlamento de haber violado la Constitución al no cumplir con la cuota de mujeres que deben integrar el órgano legislativo.

En los comicios de septiembre, sólo siete mujeres fueron elegidas a la Asamblea, la cámara baja del parlamento, de 55 miembros.

Pero las activistas no perdieron las esperanzas de contar con una mejor representación.

La Constitución de 2005 prevé varias medidas para aumentar la presencia femenina en el parlamento, como explicó la directora en Swazilandia de la organización Mujeres y Derecho en África Austral, Lomcebo Dlamini.

En la sección 86, la Constitución establece que la Asamblea debe designar cuatro mujeres por cada región, en caso de que las elegidas no sean al menos 30 por ciento de la cámara.
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Además, el rey debe designar 10 representantes a la Asamblea, la mitad de las cuales deben ser mujeres, según la sección 95 de la ley fundamental.

Por último, la sección 94 estipula que el rey debe designar a 20 legisladores al Senado, ocho de los cuales deben ser mujeres. La Asamblea también debe nombrar 10 miembros a la cámara alta, cinco de los cuales también tienen que ser mujeres.

Pero las esperanzas de que al menos 30 por ciento de los legisladores sean mujeres quedó hecha añicos el 17 de octubre, cuando el monarca designó sólo a dos a la Asamblea y siete al Senado.

"Es muy decepcionante", señaló Meketane Mazibuko, coordinadora de género del Servicio de Desarrollo Luterano. "Lo peor es que el propio jefe de Estado viola la Constitución del país con el único objetivo que las mujeres no gocen de una representación justa en el parlamento".

Dlamini se mostró sorprendida de que el rey, que se dice el primer defensor de la Constitución, no se avergüence de violar la ley fundamental y de dejar a las mujeres sin la debida representación.

Según algunos observadores, Mswati, el último monarca absoluto de África, se enojó por una manifestación organizada por mujeres, en agosto, en contra de los extraordinarios gastos de la realeza.

Mazibuko también criticó las cualidades de las personas designadas por el rey, en su mayoría príncipes y princesas y jefes tribales, sin capacidad para legislar.

"Es mera cantidad y no calidad", apuntó Mazibuko.

El nuevo gabinete tampoco logró la equidad de género. De los 18 ministros, sólo cinco son mujeres.

La decisión de rey llevó a la Asamblea a ignorar otra norma constitucional, la de elegir a una mujer por cada una de las cuatro regiones administrativas.

El presidente de la Comisión Electoral y Límites (CEL), Gija Dlamini, y el presidente de la Asamblea, príncipe Guduza Dlamini, parecen estar jugando a las escondidas entre sí y con el país.

Guduza insiste en que la Constitución estipula que el parlamento debe elegir a las cuatro representantes a instancias del presidente de la CEL, pero éste alega que sus funciones terminan una vez que los legisladores prestan juramento.

"Ni siquiera tenemos presupuesto para eso", declaró Gija. "Terminamos con las elecciones".

El príncipe Guduza pidió asesoramiento al fiscal general, Majahenkhaba Dlamini, pero luego se lavó las manos.

"Esto es entre el presidente de la Asamblea y el de la CEL", señaló la directora de Mujeres y Derecho en África Austral. "No se necesita asesoramiento legal, sólo se trata de que dos personas hagan lo que tienen que hacer de acuerdo con la Constitución".

El lenguaje críptico crea confusión, sostuvo Nonhlanhla Dlamini, activista de género y representante del distrito de Ludzeludze.

"Hay que reformular la sección 86 de la Constitución", sostuvo. "Cuando tratamos de resolver el asunto en la primera sesión, los legisladores alegaron que faltaban las designaciones del rey y no podíamos proseguir".

Después de que las designaciones del monarca no llegaron a cubrir la cuota, ella sostuvo que la Asamblea debía designar al menos ocho mujeres, en vez de las cinco previstas para el Senado, pero no le hicieron caso.

Luego, cuando señaló que las personas designadas debían estar capacitadas para la tarea y que debían ser abogados o economistas, fue ridiculizada.

"Mire a estas legisladoras", se mofó un legislador.

"Me siento perjudicada porque, además de ser mujer, soy un ser humano que quiere ser tratado como tal", remarcó Dlamini. "De haber sido una reunión oficial, habría exigido una disculpa".

Los legisladores pidieron a sus compañeras durante una reunión de orientación que no vistieran minifaldas y que se cubrieran la cabeza con un velo o sombrero.

"Fue un gran decepción que ante la gran cantidad de asuntos importantes que tenemos que tratar, como VIH/sida y pobreza, entre otros, los legisladores se pongan a hablar de minifaldas y velos", se lamentó Dlamini.

Ella y las otras legisladoras tendrán que hacer uso de todas sus capacidades y de todo su coraje para lidiar con prejuicios tan arraigados.

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