Los partidarios del presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapakse, sostienen que el presupuesto anual que presentó, aumentando el gasto en las Fuerzas Armadas, rompe con la dependencia de los préstamos y subsidios del exterior. Pero, según opositores, sólo exacerbará los problemas económicos.
Al presentar el presupuesto la semana pasada, Rajapakse señaló que la ofensiva en el norte contra los rebeldes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) continuará a pesar de la presión internacional para una salida negociada a la histórica guerra étnica en la isla.
Para subrayar su determinación, el mandatario aumentó la asignación de fondos a la defensa a 1.600 millones de dólares, cifra sin precedentes que representa un incremento de 6,5 por ciento respecto del dinero asignado en 2007.
«Es para erradicar el terrorismo mediante este verdadero ejercicio humanitario que gastamos una suma sustancial en seguridad nacional durante los últimos tres años», explicó el presidente, al presentar su cuarto presupuesto desde que fue electo.
En la ocasión, Rajapakse también destacó que no estaba listo para someterse a la presión financiera extranjera.
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«La Unión Europea (UE) ha adoptado una nueva tendencia, en la cual se imponen condiciones a las concesiones, como el SGP Plus (Sistema Generalizado de Preferencias). Es injusto comprometerse en el comercio internacional y en inversiones dentro de un marco a través del cual se intenta lograr objetivos políticos», dijo el presidente.
La UE dijo que sólo habrá una renovación de las preferencias comerciales a Sri Lanka después de una evaluación del ambiente de seguridad y de derechos humanos en la isla.
Rajapakse reiteró su pedido de desarme a los Tigres. «Mi súplica más ferviente a los terroristas es que depongan las armas y se integren al proceso democrático, incluso en este último momento», afirmó. El economista Muttukrishna Sarvananthan sostuvo que, siempre y cuando el ejército mantenga sus éxitos en las batallas del norte, Rajapakse podrá concitar apoyo público pese a los problemas económicos del país.
«A pesar de ser el segundo gasto público más grande (después de las devoluciones de deuda pública) y el principal contribuyente con la ampliación del déficit presupuestario, siempre que los avances y éxitos del ejército continúen hay muy poca probabilidad de que el enorme presupuesto de defensa impacte negativamente en la economía general de Sri Lanka en el corto a mediano plazo», expresó Sarvananthan a IPS.
La guerra y sus éxitos parecieron ser el eje central del presupuesto. «No deberíamos olvidar que el presupuesto fue presentado en un momento en que el país enfrenta un importante problema terrorista», dijo el líder parlamentario del Frente de Liberación Nacional, Wimal Weeravansha.
Sin embargo, Sarvananthan, investigador visitante Fulbright en la Universidad George Washington, dijo a IPS que pese a que el presupuesto se centra en mejorar las industrias nacionales, no hubo incentivos importantes para promover las inversiones.
«Cualquier avance en el clima de inversiones dependerá de la mejora en la situación de seguridad en el actual escenario de la guerra, en la (financieramente vital) provincia occidental y en el país en general», agregó.
El Banco Central de Sri Lanka tiene puntos de vista similares. «Es imperativo, mientras se busca una solución a largo plazo para el conflicto en el país, crear un entorno amigable con los inversores en la isla, para la concreción de mejores estándares de vida», señaló la institución en su evaluación anual, presentada dos días antes que el presupuesto.
Sin embargo, los partidarios de Rajapakse discreparon. «Éste es un presupuesto que se aparta de las políticas neoliberales. Intenta fortalecer la economía nacional», opinó Weeravansha.
Los Tigres también se pronunciaron. «De nuestro lado no hay duda en reiterar nuestra posición en cuanto a que siempre hemos querido un cese del fuego. Es el gobierno el que lo derogó», dijo el líder político del LTTE, Balasingham Nadesan, el sábado pasado, dos días después de la presentación del presupuesto.
Nadesan formuló estas declaraciones al portal de Internet TamilNet.com, partidario del LTTE, enfatizando que los Tigres libraban una guerra «defensiva». En enero, el gobierno abandonó formalmente un alto al fuego de cinco años con la organización insurgente, logrado con intermediación de Noruega en 2002.
Pero funcionarios del gobierno descartaron la posibilidad de una nueva tregua. «Cualquier cese del fuego será posible sólo después de que los Tigres abandonen las armas», dijo el ministro de Defensa, Keheliya Rambukwella.
Los duros enfrentamientos ocurridos desde que se interrumpió el alto al fuego, especialmente en áreas controladas por el LTTE en la septentrional región srilankesa del Vanni, desplazaron a decenas de miles de civiles.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas, por lo menos 230.000 civiles permanecen atrapados en las áreas ubicadas al noreste de Kilinochchi, centro neurálgico del LTTE, ahora sitiado por las fuerzas del gobierno.