Políticos y economistas de distintos países elogiaron el paquete de asistencia económica mundial prometido este mes por el gobierno chino, calificándolo del mayor plan de recuperación en tiempos de paz. Pero no todo es color de rosas.
A medida que se conocen detalles de los sectores a los que irá el dinero, aumentan las dudas acerca de si la iniciativa podrá "rescatar al mundo" de la crisis financiera o si tan siquiera podrá evitar el descalabro de la economía interna.
"El mundo es demasiado grande para ser salvado por China", declaró el especialista y profesor de la Facultad de Negocios Cheung Kong, de Beijing, Liu Jin. "Este paquete no apunta a resolver los desequilibrios del orden económico mundial, es más bien una declaración política acerca de la voluntad de este país de afrontar la crisis".
"China es pobre y tiene muchos problemas estructurales que requerían atención antes de la crisis", apuntó.
Las proyecciones de crecimiento cayeron en todo el mundo y China está entre los países más vulnerables.
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Las últimas previsiones trimestrales del Banco Mundial para 2009 en este país indican que el crecimiento será más lento, de 7,5 por ciento, por debajo del límite aceptado de ocho por ciento necesario para generar suficientes fuentes de trabajo y contener el descontento social.
El primer ministro chino Wen Jiabao se mostró muy preocupado en un artículo que escribió en la revista del Partido Comunista. "Debemos ser transparentes, si el crecimiento económico no tiene cierto ritmo habrá problemas con el empleo, los ingresos fiscales y el desarrollo social", alertó.
Asimismo, el último informe del estadounidense Consejo Nacional de Inteligencia acerca de la coyuntura mundial en los próximos 20 años también tuvo un tono de advertencia. Además de predecir que se convertirá en el nuevo centro de poder y de que tendrá la segunda economía más grande, China también puede ser un posible foco de problemas.
"En los últimos 20 años, el mundo se centró en el extraordinario crecimiento de china y ahora parece que se enlentence", coincidió Jacqueline Newmayer, del Long Term Strategy Group (grupo de estrategia a largo plazo), y participante del informe.
"Eso puede propiciar una significativa inestabilidad en el país y en la región y pueden aparecer cuestionamientos a la legitimidad del gobierno comunista", añadió.
Para estimular el crecimiento, Beijing aprobó el paquete económico de 586.000 millones de dólares, calificado de "New Deal a la china", en alusión al plan de recuperación creado por Franklin D. Roosevelt (1881-1945) a raíz de la crisis de 1929.
El paquete de rescate, previsto hasta 2010, incluye una mezcla de inversiones y elementos para impulsar el consumo que cubre 10 áreas, entre ellas la construcción de caminería, vías ferroviarias y otras obras de infraestructura, presupuesto para viviendas y la reconstrucción de zonas devastadas por el terremoto de mayo que golpeó la central provincia de Sichuan.
También figuran inversiones en salud, educación y alivio a la pobreza, pero el énfasis allí también está la construcción, por ejemplo, de clínicas o escuelas. Sólo uno de los rubros está directamente vinculado a reforzar lo social, la seguridad, las jubilaciones y los sueldos.
Con tan poco dinero destinado a la vivienda, los economistas ponen en duda las posibilidades de China de poder generar ahorros. En 2007, este país ahorró 51,2 por ciento del producto interno bruto, un marcado aumento respecto del 37,7 por ciento de 2000.
"El nuevo plan es, de hecho, una fórmula keynesiana clásica", señaló Xia Yeliang, investigador del Centro de Estudios Económicos Extranjeros, de la Universidad de Beijing, en alusión al economista británico John Maynard Keynes (1883-1946).
"Lo probamos en 1998 (tras la crisis asiática del año anterior) y sabemos que funciona. La diferencia es que entonces China tenía infraestructura por construir. Pero esta vez tenemos que centrarnos en algo más. La calidad del gasto es muy importante y tenemos que asegurarnos que beneficie, en especial, a la gente de a pie", añadió.
Las autoridades anunciaron que sólo 25 por ciento de los 586.000 millones de dólares anunciados procederán del presupuesto central, el resto lo aportarán las compañías y los bancos estatales y los gobiernos locales.
Tras un periodo prolongado de política fiscal y monetaria austera, la relajación de los controles sobre las inversiones es calificada por la prensa de "estampida" de las compañías y funcionarios para tratar de quedarse con un pedazo de la "torta estatal".
El boom económico llenó las arcas de muchos gobiernos locales gracias a los impuestos. Los funcionarios abogan por un cambio de política para poder volcar ese dinero en inversiones redituables.
"Tenemos que aprender de nuestros errores pasados", advirtió el China Times. "Sin una adecuada supervisión, la colocación de tanto dinero en tan poco tiempo puede significar un despliegue de belleza y fachadas con poco valor, salvo para los propios inversionistas".
Según una encuesta realizada por ese periódico, 60 por ciento de los entrevistados dijeron tener dudas acerca de que el dinero del paquete de asistencia vaya a invertirse en las áreas anunciadas por Beijing.
Muchos economistas opinan que esta vez la prioridad de la inversión debe estar en reforzar la red social y reducir las desigualdades de ingresos, y no volcar el dinero a la construcción. Inversión en infraestructura de forma desproporcionada podría profundizar los desequilibrios.
"No hay duda de que invertir en salud y educación ayudará a impulsar la demanda interna", sostuvo Michael Pettis, profesor de finanzas de la Facultad de Gestión Guanghua, de la Universidad de Beijing. "Si el New Deal agrava los desequilibrios en materia de ingresos, entonces no resuelve ninguno de los problemas de China".