El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, concluyó este viernes en Cuba una ofensiva diplomática por América Latina que incluyó a Perú, Brasil y Venezuela. Y lo hizo en un país que considera clave en el relanzamiento de sus relaciones con la región.
Fue una visita "magnífica", dijo el gobernante cubano Raúl Castro, quien sostuvo con Medvédev una intensa ronda de pláticas sobre la "importancia de continuar acrecentando los vínculos en diferentes campos, particularmente en el económico", según fuentes oficiales.
Medvédev llegó a La Habana pasado el mediodía del jueves procedente de Venezuela. Antes asistió a la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se realizó en Lima, y luego viajó a Río de Janeiro para reunirse con su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Tras un encuentro privado el mismo jueves, Castro y Medvédev sostuvieron una reunión de trabajo con ministros y funcionarios del gobierno cubano y miembros de la delegación rusa, compuesta también por representantes de empresas petroleras.
Los empresarios "estuvieron presentes en Caracas y ahora están en Cuba", indicó el mandatario ruso, de acuerdo a versiones de un intercambio con periodistas, al que no tuvo acceso la prensa extranjera acreditada en La Habana.
[related_articles]
El gobierno cubano aspira a desarrollar el sector petrolero con participación de capital extranjero y ha invitado a inversionistas rusos a participar de esa apertura, en la cual ya están presentes España, Brasil, Venezuela, India y Canadá, entre otras naciones.
Medvédev afirmó que las relaciones con la nación caribeña se han hecho más "intensas" en el último medio año y se han suscrito varios acuerdos y cartas de intención para desarrollar las relaciones económicas, lo cual confirma el acento pragmático de los vínculos en esta nueva etapa.
No hubo declaración conjunta ni firma de nuevos convenios al término de la visita, que permitió al gobernante ruso conocer la recién inaugurada Catedral Ortodoxa Rusa y algunos tramos del Casco Histórico de La Habana Vieja, donde esta situada. Antes de la llegada de Medvédev, el embajador de la nación euroasiática en la capital cubana, Mijaíl Kamynin, dijo en entrevista a la prensa cubana que ya existen proyectos concretos con petroleras rusas para prospecciones en aguas cubanas del Golfo de México.
El diplomático dijo además que otras empresas rusas participarán en la modernización de gasoductos, así como en la construcción de tanques de almacenamiento de crudos y derivados.
"Esperamos que Cuba también sea un puente para que Rusia participe en otros países del Caribe y de América Central. Moscú está dispuesta a colaborar en la expansión que realiza la isla con Petróleos de Venezuela (Pdvsa) (…) en la refinería de Cienfuegos", añadió Kamynin.
Esa refinería, situada a 231 kilómetros de La Habana y modernizada con una fuerte inyección de capital venezolano, fue uno de los proyectos que quedaron inconclusos al extinguirse la Unión Soviética, principal aliado de Cuba hasta finales de los años 80.
Medvédev también se refirió a la posibilidad de que Rusia se convierta en miembro asociado de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) que reúne a Bolivia, Cuba, Dominica, Honduras, Nicaragua y Venezuela.
Fuera de agenda, el gobernante visitó al ex presidente Fidel Castro, alejado de la vida pública desde julio de 2006 debido a su enfermedad. La semana pasada, Castro también recibió al presidente chino Hu Jintao y, el 31 de octubre, al brasileño Lula.
En la era soviética las relaciones entre La Habana y Moscú tenían un cargado acento ideológico, además de que alrededor de 85 por ciento del comercio de esta isla se orientaba hacia el entonces campo socialista.
Luego del estancamiento que siguió a la desaparición de la Unión Soviética, Rusia y Cuba comenzaron a reacomodar sus vínculos de manera gradual, en una evidente voluntad de aprovechar la infraestructura creada en tres décadas de lazos estrechos.
Pero en ese camino surgieron tropiezos que llevaron a nuevos distanciamientos, cuando en 2001, y tras una visita a La Habana, el entonces presidente Vladimir Putin decidió cerrar la base de espionaje rusa de Lourdes, en el sur de la capital cubana, de modo unilateral.
El antiguo centro radioelectrónico fue convertido en una universidad de ciencias informáticas y, pasado un tiempo, los desencuentros cedieron paso al acercamiento, acentuado en el último año, con un fuerte intercambio de visitas, como la del canciller cubano Felipe Pérez Roque a Moscú, a principios de noviembre.
El comercio bilateral ronda los 400 millones de dólares, mientras el ruso latinoamericano ha crecido casi 30 por ciento por año en los últimos tres, y alcanzaría los 15.000 millones de dólares en 2008, según cifras de Moscú.
Existen planes de cooperación entre la empresa rusa Norníquel y Cubaníquel para la creación de una fábrica de ferroníquel en la oriental provincia de Holguín, y contactos para futuros intercambios en la industria farmacéutica, el transporte y el sector de la Informática y las Comunicaciones.
Según el embajador ruso, la nueva etapa de cooperación abarca además la creación de empresas mixtas y proyectos bilaterales con compañías de terceros países.
Otras fuentes diplomáticas recordaron a IPS que a fin de avanzar por ese camino, Moscú y La Habana acordaron mutuamente "no tocar" el tema de una millonaria deuda pendiente desde la era soviética. "Es más realista no hablar de ello por ahora", dijo un diplomático consultado.