A diferencia de la generación de sus abuelos, jóvenes campesinos del Mercado Común del Sur (Mercosur) aseguran que quieren vivir de los frutos de la tierra donde nacieron, sin emigrar a ciudades que ya no tienen lugar para ellos.
Pero piden políticas públicas que garanticen su supervivencia. De lo contrario, el camino hacia su sueño será cuesta arriba.
Nelson Villar es un pequeño productor de Los Choapinos, en la central sexta región de Chile. A sus 21 años, aprovecha cada palmo de su media hectárea y de otras dos que arrienda cuando es necesario, donde cultiva cerezos y frambuesas.
Pero en esa área, donde hasta no hace mucho tiempo había 12 familias con un promedio de cinco hectáreas que vivían de la tierra como el, ahora apenas quedan dos.
"La ciudad se está yendo al campo", se queja Nelson al referirse a las dos industrias exportadoras que se instalaron en el lugar tras comprar sus haciendas a pequeños campesinos, en un proceso que agudizó la concentración de la propiedad de la tierra en Los Choapinos.
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Esas industrias, por otra parte, contaminan con sus actividades la producción agrícola a su alrededor, aseguró el joven.
Nelson es uno de los 39 participantes de Curso de Formación de Jóvenes Rurales, realizado en el marco de de la X Reunión Especializada sobre Agricultura Familiar del Mercosur (REAF) entre los días 22 y 27 en Río de Janeiro.
Janet Salazar, de 25 años, vive de la horticultura junto a su familia en la noroccidental provincia argentina de Jujuy. Allí trabajan una propiedad de cinco hectáreas. Al igual que Nelson, Janet quiere quedarse en el campo, donde, ya de niña, aprendió jugando a amar la tierra.
"La mayoría de los jóvenes se van por falta de oportunidades", no porque quieran vivir en una ciudad "que ya está llena", es decir, que no les ofrece oportunidades de empleo, reflexiona la joven.
El curso en Río de Janeiro les brinda la posibilidad de intercambiar experiencias con otros jóvenes y con organizaciones y autoridades de Argentina Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile, países integrantes del Mercosur.
El objetivo es, según los organizadores, construir una agenda de la juventud rural hacia la propuesta de polítícas publicas adecuadas a sus necesidades, explicó a IPS Alvaro Ramos, Coordinador Regional del Programa FIDA para el Mercosur.
Esta instancia cuenta con segmentos dedicados al acceso a la tecnología y a la mercadotecnia, así como otros más conceptuales, como el análisis del proceso de "extranjerización de la tierra"
Comenzar por los jóvenes tiene razones estadísticas. Según uno de los profesores del curso, el paraguayo Luis Caputo, más del 50 por ciento de los trabajadores rurales de América Latina tienen menos de 30 años.
Pero las razones son, sobre todo, "estratégicas", dijo Ramos. En la región "crece progresivamente la idea de que las políticas" en materia de agricultura familiar no deben restringirse a la "coyuntura" o a una estrategia "compensatoria", sino ser "parte del modelo económico", afirmó.
En ese sentido, según el funcionario del FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola), los jóvenes campesinos son "agentes innovadores" y "actores sociales" capaces de reproducir nuevos modelos que fortalezcan ese sistema de producción.
Ramos afirma que, ante un modelo tradicional que no le da un papel relevante a la agricultura familiar, la tendencia es la emigración a la ciudad, motivada en "la búsqueda de mejores opciones laborales, tecnológicas y sociales".
"Es necesario revertir ese proceso con cambios en el campo, con medidas de largo plazo que produzcan la inclusión social de estos jóvenes en el medio rural", agregó.
"Queremos que los jóvenes no piensen solo en políticas hacia la juventud rural, sino también cuestiones de género, de acceso a la tierra y en la reforma agraria, en los seguros agrícolas y en la facilitación del comercio", afirmó, por su parte, el argentino Favio Pirone, uno de los coordinadores del curso.
En la REAF se informó que los agricultores familiares representan aproximadamente 80 por ciento de la población rural del Mercosur. Este sector de la población es responsable de 60 por ciento de los alimentos consumidos en la región.
Por lo tanto, se trata de un grupo clave en la definición de estrategias de seguridad alimentaria en América del Sur, según los organizadores de la conferencia.
"Nos estamos despertando", celebra la paraguaya Gabriela María Zarate Riquel, de 20 años, que intenta movilizar a otros jóvenes de su región.
Sus vecinos "no creen en nada", dijo. "Están desanimados porque, aunque quieren quedarse en el campo, no cuentan con ayuda para trabajar, ni para obtener capacitación técnica ni crédito."
Gabriela, quien también estudia derecho para aplicarlo en el futuro a los problemas rurales, se muestra indignada por el comentario de un conocido según el cual escogió esa carrera para no ser una campesina como su padre.
"Yo amo la tierra, igual que mi padre, quien me transmitió ese valor", enfatiza Gabriela, que con su familia planta en una chacra de dos hectáreas melones y tomates destinados a la venta, y otros alimentos como mandioca y maíz para consumo familiar.
Los tres jóvenes enumeraron múltiples demandas de su generación, muchas de las cuales iguales que las de sus padres: más crédito, ayuda para comprar fertilizantes "carísimos", políticas de comercio, y cursos, escuelas y universidades en las áreas rurales.
Además, reclaman más tierras, una tecnología adaptada a las necesidades del pequeño campesino, viviendas dignas, y regularización de los contratos de tenencia y de arrendamiento de haciendas, entre otros.
La jujeña Janet resume esas demandas con una sola frase: "Un plan de arraigo de los jóvenes en el campo".
"Cuando nuestros abuelos se fueron a las zonas urbanas era porque todavía en esa época había oportunidades", pues "se estaba construyendo una industria", explica Janet.
En cambio, ahora, "los jóvenes campesinos que debieron irse a la ciudad vuelven indignados porque no hay oportunidades de trabajo para ellos, y porque los señalan y marginan por ser campesinos aunque son los que producen insumos para las ciudades".
"Acaban diciendo: 'Quiero volver al lugar de donde vengo'", concluyó.
Y es allí, precisamente, donde Gabriela, Janet y Nelson quieren quedarse, sin tener que irse.