El gobierno español emprendió una vigorosa ofensiva diplomática ante la Unión Europea, de la que es parte, América Latina, países asiáticos y hasta con los candidatos presidenciales de Estados Unidos en busca de no quedar fuera de la cumbre financiera anticrisis del 15 de noviembre en Washington.
En la convocatoria del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, a los gobiernos de las principales economías del mundo y de grandes países emergentes del Sur en desarrollo no figura España, ausencia que es considerada en este país como un veto impuesto por Washington al gobierno del socialista José Luís Rodríguez Zapatero.
Aunque nadie en la Casa Blanca lo reconoce ni lo ha dado a entender, tanto Madrid como la oposición derechista y la gran mayoría de los ciudadanos están convencidos de que es una represalia de Bush a la decisión de Zapatero, apenas asumió en 2004, de retirar las tropas españolas que formaban parte del grupo de países invasores de Iraq liderado por Estados Unidos.
Desechan que la razón sea, como se ha argumentado, la situación económica e industrial de España, que hoy es la octava potencia mundial, la tercera nación más exportadora detrás de Estados Unidos y de Francia y con dos de los principales 16 bancos del mundo. Tampoco que la convocatoria se haya en el formato del Grupo de los 20 (G-20).
El G-20, creado en 1999 en respuesta a las crisis financieras de fines de los año 90, es la unión del Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo, las grandes economías emergentes y la Unión Europea (UE) como bloque.
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Las reuniones ordinarias son con los ministros de Economía y titulares de los bancos centrales de Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía, a los que se suman el presidente de turno de la UE y de su el del Banco Central Europeo.
La decisión de retirarse de Iraq —un cambio radical respecto de la política de su antecesor, José María Aznar— le acarreó a Zapatero la enemistad declarada de Bush, quien nunca viajó a España ni tampoco lo ha invitado a visitar Estados Unidos ni se han reunido oficialmente cuando se han cruzado en cumbres internacionales.
Todo lo que ha recibido Zapatero es un "hola" displicente del mandatario estadounidense, como ocurrió el verse frente a frente en Turquía.
"Daré la batalla por estar ahí, lo haré porque ya se sabe que las batallas que no se dan no se ganan. La octava potencia económica no puede estar callada, sobre todo cuando tiene tantas cosas que aportar", dijo con énfasis Zapatero ante periodistas, entre los que se encontraba IPS, tras su comparecencia en el Congreso de los Diputados para discutir el presupuesto nacional.
El gobernante español espera ampliar apoyos, para presionar a Bush, en la séptima Cumbre Asia-Europa, de dos días y que se inauguró este viernes en Beijing.
Es que viajó a China ya con el respaldo del mandatario de Francia, Nicolás Sarkozy, quien ejerce la presidencia semestral de la UE, del portugués José Manuel Durâo Barroso, titular de la Comisión Europea, del primer ministro de Gran Bretaña, Gordon Brown, y de la canciller (jefa de gobierno) de Alemania, Angela Merkel. "Estoy seguro de que Sarkozy hará bien su trabajo de presidente de la UE y que España estará en la cumbre" de Washington, señaló ante los legisladores.
No parecen estar tan seguros otros dirigentes del gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que recuerdan los desaires de Bush a Zapatero, al tiempo que recibe efusivamente en su hacienda de Texas a Aznar, con quien, junto con el entonces primer ministro británico Tony Blair (1997-2007), acordó en las islas Azores la invasión a Iraq en marzo de 2003.
El canciller de España, Miguel Ángel Moratinos, dijo a IPS que no es por orgullo, sino por tener un sistema financiero muy sólido, por lo que "España debe estar en esta cumbre que buscará soluciones a la crisis",
Por eso, el gobierno "hará todo lo necesario para poder estar en la reunión de Washington, pues España tiene toda la legitimidad para estar allí, en un momento histórico como éste", añadió.
Moratinos es quien dirige, en gran parte, la ofensiva diplomática y política para poner a España en la cumbre anticrisis.
Para ello estableció contactos directos con altos responsables de los equipos de colaboradores de Barak Obama, el candidato a la presidencia de Estados Unidos por el opositor Partido Demócrata en las elecciones del 4 de noviembre, y con los de su contrincante, John MacCain, del gobernante Partido Republicano.
Este avance español incluye también y muy especialmente a los países latinoamericanos que asistirán a la reunión de Washington, Argentina, Brasil y México.
Fuentes del Palacio de la Moncloa (sede del gobierno español) señalaron a IPS que para hablar del tema ya están previstos encuentros entre el rey Juan Carlos de España, con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, por un lado, y otro con su par de México, Felipe Calderón.
Esta y otras entrevistas del Rey, Zapatero y de Moratinos con líderes políticos latinoamericanos tendrá por escenario la XVIII Cumbre Iberoamericana, a realizarse del 29 al 31 de este mes en El Salvador. En esta reunión de le jefes de Estado y de gobierno de España, Portugal, Andorra y de 19 países de América Latina, en la que, por su contenido económico, se elaborarán líneas de acción y posturas sobre el nuevo orden económico mundial, que según los analistas se erigirán tras una de las peores crisis económico-financiera mundial de las últimas décadas.
Bush ya se muestra partidario de "fortalecer los cimientos del capitalismo". En cambio, el gobierno español prefiere reformas profundas que presten mayor atención y representación a los países emergentes, y de revisar la función de los organismos multilaterales de crédito que no supieron reaccionar ante la crisis, como el propio Fondo Monetario Internacional.
