Es probable que el inicio de las conversaciones entre el gobierno de Afganistán y el movimiento islamista Talibán profundice las diferencias entre Estados Unidos y Gran Bretaña sobre la estrategia en ese país de Asia central.
Según un cable diplomático francés que se filtró la semana pasada a la revista Le Canard Enchainé, el gobierno del primer ministro británico Gordon Brown procura una salida de Afganistán, y no una escalada que haga la guerra interminable.
Las primeras reuniones entre el gobierno afgano y los talibanes se realizaron del 24 al 27 de septiembre en Arabia Saudita, en presencia del rey Abdalá bin Abdulaziz, informó el martes desde Londres Nic Robertson, de la cadena estadounidense de televisión CNN.
Once delegados talibanes, dos funcionarios del gobierno afgano y un representante del ex comandante mujaidín (combatiente islámico) independiente Gulfadin Hekmatyar participaron en los contactos, según Robertson.
El brigadier Mark Carleton-Smith, del comando británico en Afganistán, dio una entusiasta bienvenida a estas conversaciones. "Queremos cambiar la naturaleza del debate, (pasando) de uno donde las disputas son resueltas por las armas a otro donde se hace a través de negociaciones", dijo al periódico londinense The Sunday Times.
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Que el Talibán —movimiento fundamentalista islámico que gobernó la mayor parte de Afganistán entre 1996 y 2001— esté dispuesto a hablar de un acuerdo político, "es precisamente la clase de avance que concluye insurgencias como ésta", dijo Carleton-Smith.
Sin embargo, el gobierno de George W. Bush fue evidentemente tomado por sorpresa por la noticia de las conversaciones de paz afganas, aunque se mostró cauto.
Un funcionario estadounidense dijo al periódico The Washington Times que no estaba claro que las reuniones en Arabia Saudita fueran un paso previo a conversaciones de paz.
Mientras, una fuente del Departamento de Defensa de Estados Unidos en Afganistán dijo al mismo diario que la administración de Bush estaba "sorprendida" por no haber sido informada sobre la reunión con antelación por el gobierno afgano.
El secretario de Defensa, Robert Gates, en camino a debatir sobre Afganistán con sus pares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Budapest, dejó en claro que el gobierno de Bush apoya las conversaciones sólo con el propósito de atraer a líderes individuales para que abandonen al Talibán y se unan al gobierno.
"Lo importante es separar a quienes son reconciliables y quienes están deseando ser parte del futuro del país de aquellos que son irreconciliables", dijo.
Gates anunció que impuso restricciones a las conversaciones con el líder del Talibán, el mulá Mohammad Omar.
Sin embargo, representantes del líder talibán están aparentemente involucrados en el diálogo, y el presidente Hamid Karzai está decidido a ir mucho más allá de la táctica de atraer a figuras individuales del movimiento islámico.
El ministro de Defensa de Afganistán, Abdul Rahim Wardak, dijo una conferencia de prensa el 4 de este mes que la resolución del conflicto requería de un "acuerdo político con el Talibán". Agregó que ese pacto sobrevendría sólo "después de la aceptación, por parte del Talibán, de la Constitución afgana y de la pacífica rotación del poder por medios democráticos".
Las conversaciones afganas llegan en el contexto de una decisión del gobierno de Bush de enviar 8.000 soldados más a Afganistán el año próximo, y del deseo expreso del comandante estadounidense David. D. McKiernan de que se destinen otros 15.000 efectivos de combate y de apoyo.
Tanto el candidato presidencial Barack Obama, del opositor Partido Demócrata, como el John McCain, del gobernante Partido Republicano, han dicho que aumentarán las tropas estadounidenses en ese país de Asia central.
Obama dijo que enviará a Afganistán efectivos que ahora tienen previsto permanecer en Iraq hasta el próximo verano boreal, como una prioridad urgente, mientras que McCain no se pronunció sobre cuándo o cómo incrementará las tropas.
Sin embargo, ese aumento de la presencia militar estadounidense es exactamente lo que temen los británicos.
El embajador de Gran Bretaña en Afganistán, Sherard Cowper-Coles, según la revista francesa Le Canard Enchainé, le habría dicho al vice-embajador francés que los candidatos presidenciales estadounidenses "deben ser disuadidos de empantanarse más en Afganistán".
De acuerdo con el informe diplomático francés sobre la conversación del 2 de septiembre, Cowper-Coles habría afirmado que un aumento de las tropas extranjeras en Afganistán sólo exacerbaría el problema político general en ese país.
Ese incremento "nos identificará aun más como una fuerza de ocupación, y multiplicará los objetivos" para los insurgentes, dijo el embajador.
Cowper-Coles es citado diciendo que las fuerzas extranjeras son la "cuerda de salvamento" del régimen afgano, y que tropas adicionales "enlentecerán y complicarán una posible salida de la crisis". Además señaló que la estrategia de Estados Unidos "está destinada a fracasar".
El diplomático depositó buena parte de la culpa por el deterioro de la situación afgana en el gobierno de Karzai. "La situación de seguridad está empeorando. También la corrupción. El gobierno ha perdido toda confianza", afirmó, según recoge el informe.
El reporte deja en claro que los británicos quieren retirar todas sus tropas de Afganistán en un plazo de cinco a 10 años. Se dice que Cowper-Coles sugirió que la única manera de hacerlo es mediante el surgimiento de lo que él llamó "un dictador aceptable".
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña negó que el informe refleje la política del propio gobierno. No obstante, declaraciones formuladas la semana pasada por el brigadier Carleton-Smith, alto comandante británico en Afganistán, subrayó el abismo que existe entre los puntos de vista de Londres y Washington sobre Afganistán.
"No vamos a ganar esta guerra", dijo Carleton-Smith, según el periódico londinense The Sunday Times del 28 de septiembre.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005 y reeditado en 2006.