Unos 60 millones de los habitantes de Pakistán afrontan la inseguridad alimentaria. Abundan cuestionamientos sobre iniciativas contra el hambre y la pobreza en el país.
El Llamado Mundial de Acción contra la Pobreza (GCAP, por sus siglas en inglés) informó, en vísperas del Día Mundial de la Alimentación este jueves, que planea realizar manifestaciones del viernes al domingo para llamar a la "responsabilización pública".
"Nuestra consigna es 'hisab do, jawab do' (responsabilidad del gobierno, respuestas del gobierno)", dijo Mahar Safdar Ali, ex coordinador nacional del GCAP.
Incluso una iniciativa gubernamental como "sasti roti" (pan ácimo barato), en la oriental provincia de Punjab, es objeto de suspicacias. Surgen dudas sobre su sustentabilidad y porque no fue ampliada a provincias como la meridional de Sindh.
"Debemos saber quién está pagándolo. ¿Es el gobierno, los agricultores a través de una reducción de sus ventas u otras provincias mediante precios forzados al alza para un suministro reducido del (agrícola) Punjab?", planteó Haris Gazdar, economista radicado en la meridional ciudad de Karachi.
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"Esto se sale de nuestro presupuesto (provincial). Estamos reduciendo significativamente nuestro presupuesto no dedicado al desarrollo y los gastos administrativos", dijo Sajjad Ahmed Bhutta, encargado de coordinación de distrito en Lahore, capital de Punjab.
"De 5.000 'tandoors' (hornos de arcilla) en Lahore, 3.200 están registrados en el programa del gobierno para vender el pan ácimo a precios fijos", dijo Bahadur Khan, presidente de la Asociación de Nanbai (fabricantes de pan ácimo) de Lahore.
El programa también fue implementado en otras grandes ciudades de la provincia, como Rawalpindi, Faisalabad, Muzaffargarh, Sargodha, Liah, Dera Ghazi Khan y Bhakkar.
El gobierno suministra harina a estos comercios de tandoor a un precio subsidiado de unos tres dólares por kilogramo, cuando la misma se vende en comercios minoristas a cuatro dólares el kilo.
"Pero esta solución no puede seguir indefinidamente sin arreglar el problema de la producción, que está en manos de grandes (señores) feudales", dijo Najma Sadeque, periodista y experta en desarrollo. "Eso también significa, en primera instancia, que no hubo una importante escasez de trigo."
Muchos creen que fue la crisis alimentaria más que el terrorismo o cualquier otro problema político lo que causó la ruina del ex presidente Pervez Musharraf en las elecciones de febrero. Furiosos votantes fustigaron de forma aplastante al partido que lo respaldaba.
Musharraf parecía consciente de la crisis que se avecinaba. En los últimos dos años de los casi nueve que estuvo en el poder, recurrió a subsidios masivos para el trigo y otros alimentos básicos que, según economistas, el país sigue pagando.
El sucesor de Musharraf, Asif Ali Zardari, ahora hace todo lo que puede por convencer a los pakistaníes de que su gobierno es capaz de sacar al país de la crisis, principalmente buscando un rescate de 10.000 millones de dólares para evitar la bancarrota.
Zardari deposita sus esperanzas en una reunión de "Amigos de Pakistán" (Emiratos Árabes Unidos, China, Japón, Estados Unidos y Europa, entre otros) que se realizará a fines de este mes o principios del próximo en Abu Dhabi.
El Banco Mundial comprometió 1.400 millones de dólares en asistencia y el Banco Asiático de Desarrollo ya liberó 500 millones de dólares como primer paquete.
Y Estados Unidos se comprometió a arreglar, a través del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y otras agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aproximadamente 11.000 toneladas de trigo para unos 1,6 millones de pakistaníes, a partir de este mes.
Zardari dio a conocer su propio programa de subsidios, un fondo de 450 millones de dólares para apoyar a los pobres, llamado Programa Benazir de Apoyo a los Ingresos.
Según Ali, el programa beneficiará a tres millones de personas (14 por ciento de la población más pobre). "Pero sólo si se la desarrollan personas honestas", dijo.
"No es que nos falten recursos; lo que necesitamos es una fuerte voluntad política para superar nuestra crisis económica", señaló Ali, coordinador de campaña de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio en Pakistán.
El hambre puede perjudicar la productividad laboral, la salud, la educación y el crecimiento económico general, agregó.
Zardari, por su parte, prometió una "completa transparencia" y dijo que el programa estaría libre de "sesgo político".
"Durante un año estuvimos ocupados discutiendo sobre si Musharraf debería o no quitarse su uniforme, la reinstauración del (presidente de la Suprema Corte de Justicia) y ahora el parlamento está ocupado con la seguridad nacional. Sin dudas es un desafío serio, pero ¿cuándo advertirán la difícil situación del hombre común", preguntó Ali.
Lo que se necesita es "responsabilidad pública, gobernanza, alivio de la pobreza, educación, alimentos para todos, iniciativas amigables con el ambiente para estimular la industria y la agricultura, un reducido gasto en defensa y también llevar a la nación la confianza" en lo relativo a los préstamos extranjeros, argumentó Ali.