El mundo se encuentra en una fase de transición, en la que la agricultura familiar emerge como una alternativa «anticíclica» para garantizar el crecimiento económico de los países y su seguridad alimentaria, sostuvo un experto brasileño.
El asesor especializado del Ministerio de Desarrollo Agrícola de Brasil, Laudemir André Müller, subrayó que la producción agrícola familiar tiene capacidad para impactar positivamente en la economía de los países, reduciendo la inflación, creando empleos y asegurando el abastecimiento interno.
Müller visitó la capital uruguaya para participar de un nuevo encuentro técnico de la Reunión Especializada sobre Agricultura Familiar (REAF) del Mercosur (Mercado Común del Sur), grupo consultivo del bloque auspiciado por el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA).
El experto habló con IPS este jueves, Día Mundial de la Alimentación.
IPS: ¿Cómo afecta la crisis financiera y económica internacional a los campesinos y pequeños productores?
LAUDEMIR ANDRÉ MÜLLER: Básicamente, de tres maneras. La primera es el tema costos. Tuvimos un alza muy grande de las materias primas a fines de 2006, todo 2007 y hasta abril o mayo de este año. Junto con eso, se produjo un incremento en los costos de los fertilizantes e insumos agrícolas. Ahora, con la profundización de la crisis, se estancaron los precios de los artículos, sobre todo en los mercados a futuro, pero los costos de insumos no bajaron. Por lo cual, se complica la situación en lo porvenir.
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El segundo impacto es en el crédito. Hay una incertidumbre que afecta la disponibilidad de crédito y por supuesto a la agricultura familiar. Pero lo bueno es que muchos países están adoptando políticas de créditos públicos para los agricultores.
El factor que considero más importante es que cuatro meses atrás teníamos un escenario caracterizado por el alza de los precios de los alimentos y la caída de las reservas. Pero ahora la situación se agravó. Ya no es un pronóstico, sino una certeza, de que vamos a tener recesión en muchos lugares y va a disminuir la demanda en todo el mundo. Eso va a afectar el crecimiento de China, porque 50 por ciento de la exportación de ese país va para Estados Unidos y la Unión Europea, que entran en crisis.
Pero hay posibilidades de que la agricultura familiar, sin embargo, salga fortalecida de todo esto. Todos los países que no tenían una política interna nacional de abastecimiento o los que no tenían agricultura familiar fuerte pasaron por serias crisis.
Miremos dos ejemplos: Argentina, un importante exportador agrícola mundial sufrió un gran impacto con el incremento de precios debido a que no contaba con una política de abastecimiento, sino que estaba netamente orientada a la exportación. Si vemos a Venezuela, que desde el punto de vista agropecuario es totalmente diferente —importa 60 por ciento de lo que produce—, también pasó el mismo problema. O sea, un alza de los precios a la interna, inflación e inseguridad.
IPS: ¿Qué puede hacer la agricultura familiar frente a la inseguridad alimentaria?
LAM: Es un sector con capacidad de impactar positivamente en los precios, en la inflación y en el crecimiento. Para que tenga unos datos: 60 por ciento del consumo nacional diario en Brasil viene de la agricultura familiar, sector que representa 75 por ciento de todos los empleos en el medio rural. Tenemos en Brasil 4,6 millones de establecimientos rurales, de los cuales 4,1 millones son familiares. Las cadenas de la agricultura familiar brasileñas representan 10 por ciento del producto nacional bruto.
La agricultura familiar es un sistema de producción destinado fundamentalmente a los alimentos pero, más allá de eso, es un sector importante para la economía nacional. Yo creo que estamos comprobando, y en Brasil ya está muy claro, que la agricultura familiar tiene un papel muy fuerte en el proceso de crecimiento de los países.
En Brasil logramos sacar de la pobreza a 20 millones de personas con las políticas sociales, aumentando su capacidad de consumo y por lo tanto la demanda de alimentos. La agricultura familiar respondió y logró aumentar la producción de comida, mientras los grandes agricultores se dedicaban a cultivar soja.
Gracias a esto, los precios de los alimentos en Brasil no aumentaron tanto como en otros países. Si comparamos, por ejemplo, mayo de 2008 con mayo de 2006, hubo un aumento de 200 por ciento en el precio de la leche en polvo en el mercado internacional, pero en Brasil el incremento fue de 20 por ciento. Imagine al consumidor nacional, que apenas salió de la pobreza, que tenga que pagar el doble por la leche
Apoyar la agricultura familiar es una estrategia "anticíclica". Cuando el precio de la soja está bajo, los grandes agricultores no producen soja. Cuando está alto, todos se vuelcan a ese producto. Eso genera una política cíclica, y una concentración de la producción. Pero la agricultura familiar no está concentrada. Cuarenta y dos por ciento de la soja producida en Brasil viene de los pequeños establecimientos rurales, pero estos también producen leche, pollos, cerdos, por ejemplo, y no va a cambiar esto si el precio de la leche baja.
IPS: ¿Cómo se ubica el sector en medio de las negociaciones comerciales internacionales?
LAM: Creo que estamos ante una nueva etapa mundial, de transición, que nos llevará a una nueva reglamentación del sector financiero y a una nueva mirada ante la seguridad alimentaria.
Yo no creo que India vaya a aceptar un acuerdo en la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio porque está haciendo lo mismo que Brasil, mirando a la interna, apoyando la agricultura familiar, y eso no es compatible con la idea de acabar con las políticas nacionales y liberalizar el comercio mundial. Por eso creo que estamos en una fase de transición, de percibir dentro los países la importancia de la pequeña agricultura en la seguridad alimentaria y en el crecimiento económico.
Argentina, tradicionalmente con una visión muy volcada la exportación, acaba de crear una Subsecretaría de Agricultura Familiar y Desarrollo Rural. Ya se institucionalizó el tema. En Venezuela, se desarrolla un programa muy grande para intentar aumentar la producción de alimentos para consumo interno.
IPS: Este año, el Día Mundial de la Alimentación se concentra en el cambio climático y en las bioenergías, ¿cuál es la relación de la agricultura familiar con el ambiente?
LAM: Este sector tiene un papel central en la preservación, porque no se trata de monocultivos, sino que tienen una producción variada, con un ciclo interno y que se autosostiene.
Si vemos lugares sensibles desde el punto de vista ambiental en América del Sur, como la Patagonia, la Amazonía o la cordillera de los Andes, son sistemas manejados por agricultores familiares con conocimientos tradicionales. Si tuviéramos otra forma de producción en esos lugares tan sensibles, sería un desastre.
El avance de la soja en la Amazonía es un problema, porque se trata de un sistema de producción con grandes extensiones de monocultivo que dejan una gran región estéril.
IPS: ¿Cómo funciona la REAF y qué se trató en el encuentro de Montevideo?
LAM: Tenemos sesiones nacionales, donde los gobiernos junto a las organizaciones de la sociedad civil se reúnen para tomar decisiones y posiciones como país. Los temas son elevados luego a grupos técnicos y a las reuniones técnicas regionales, como la que celebramos esta semana en Montevideo, y estos son llevados finalmente a la reunión política, como la que tendremos del 22 al 20 de noviembre en Brasilia.
En Montevideo discutimos una regulación del Mercosur para definir qué es un agricultor familiar, en base a la cantidad de tierra y a la forma en que la administra. Ese era un paso importante para tener una política convergente. Por ejemplo, si vamos a avanzar para tener un sello de los productos, una certificación de la producción de la agricultura familiar, tenemos que tener un reglamento único.
Además, estamos trabajando por una regulación común para tratar con el problema de la extranjerización de la tierra y un proyecto de cooperación en políticas específicas para las mujeres en el ambiente rural.