El gobierno de Sri Lanka ordenó a las organizaciones no gubernamentales retirarse de la septentrional región de Vanni, el bastión de los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil asediado por el ejército.
Según informes oficiales, el ejército de Sri Lanka cercó el septentrional distrito de Kilinochichi, en la región de Vanni, donde se encuentra Velupillai Prabhakaran, líder de los insurgentes Tigres tamiles.
Sri Lanka tiene unos 20 millones de habitantes, 74 por ciento de los cuales pertenecen a la etnia cingalesa, la mayoría budista, y 18 por ciento a la etnia tamil, proveniente del sur de India y que practica el hinduismo. La violencia entre ambas comunidades lleva tres décadas.
La expulsión de las entidades civiles es para evitar, según las autoridades, lo ocurrido en Muttur el 6 agosto de 2006, cuando fueron asesinados 17 trabajadores locales de la organización humanitaria Action Contre la Faim (Acción contra el hambre), con sede en París, poco después de que el ejército tomara esa oriental localidad, en poder de los insurgentes.
"No queremos que ocurra otro Muttur", declaró el lunes el ministro de Defensa, Gotabaya Rajapakse, en alusión a ese episodio.
El gobierno alega que los insurgentes fueron responsables de la matanza, pero los Tigres y organizaciones de derechos humanos apuntan hacia el ejército.
Varios gobiernos occidentales respaldaron el pedido de la organización de una investigación independiente sobre el hecho.
En junio, Acción Contre la Faim se retiró de la investigación presidencial alegando que estaba decepcionada con el curso de los procedimientos legales y "la ostensible falta de voluntad del gobierno de Sri Lanka para esclarecer la verdad".
Activistas humanitarios dijeron en la víspera que funcionarios gubernamentales y oficiales del ejército les habían dicho que las autoridades no podían garantizar su seguridad en la región de Vanni, donde se prepara una gran ofensiva para tomar Kilinochchi.
En las últimas semanas hubo una amplia cobertura mediática de los movimientos del ejército con diferentes versiones de batallas y triunfos. Hace 15 días, la fuerza armada estatal aseguró que estaban a tan sólo 10 o 15 kilómetros de Kilinochchi.
Los efectivos ya están en ese distrito y en Akkarayankulam, 12 kilómetros al oeste de Kilinochchi, según el portavoz militar, general de brigada Udaya Nanayakkara.
"No podemos especificar cuándo va a ser capturada Kilinochchi", respondió ante las preguntas concretas.
Pero sitios de Internet rebeldes como lankawin.com y tamilnet.com describen otro panorama del conflicto y mencionan las bajas y los reveses sufridos por el ejército.
Es difícil acceder a informes independientes. Pero lo que es seguro es que las ofensivas que se vienen lanzando desde abril y mayo dejaron unos miles de civiles desplazados de sus hogares.
Están exigidos al máximo, señaló una trabajadora humanitaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que también forma parte de un equipo de coordinación de agencias humanitarias, y que pidió reserva de su identidad.
En algunas áreas de Kilinochchi, las escuelas están atestadas de desplazados. Al menos 70.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares desde mayo, pero las cifras reales pueden ser mayores, señaló.
También afirmó que la situación es delicada en la región, pero todavía pueden llegar alimentos y medicamentos a las zonas de conflictos.
"La seguridad es un asunto que nos preocupa mucho, tanto por la población como por nuestros trabajadores. Estamos discutiendo el asunto con el gobierno", apuntó la activista.
La cantidad de trabajadores humanitarios extranjeros se redujo abruptamente en Kilinochchi en los últimos meses, en parte por los últimos cambios en la expedición de visas.
Según las nuevas normas dispuestas en agosto, el periodo máximo de vigencia de la visa es de tres años, pero antes ese plazo podía extenderse.
El director y subdirector de una organización pueden ser extranjeros, pero el resto de los cargos deben cubrirse con personal local y, sólo si no se encuentra a la persona idónea, entonces se puede cubrir el puesto con un ciudadano de otro país.
La norma no se aplica a las agencias de la ONU ni a organizaciones extranjeras que trabajen con Colombo.
Al gobierno de Mahinda Rajapakse no le gustan, por lo general, las organizaciones no gubernamentales ni los activistas humanitarios extranjeros que se desempeñan en áreas de conflicto.
Los periodistas no pueden acceder a zonas de guerra, salvo que vayan con el ejército. En cambio, los trabajadores humanitarios sí pueden, pero al gobierno le preocupan por la cantidad de denuncias de violaciones de derechos humanos que inundan los medios de prensa extranjeros y que llegan hasta otros gobiernos.
El ejército de Sri Lanka y los Tigres tamiles ponen en peligro a decenas de miles de desplazados civiles con los combates en la zona de Vanni, en el norte del país, reza una declaración divulgada el 19 de agosto por Amnistía Internacional.
Esta organización de derechos humanos, con sede en Londres, señaló que ante las contradicciones en las declaraciones de ambos bandos enfrentados es necesario un control internacional independiente.
No hay lugar seguro para las miles de familias que tratan de escapar de los bombardeos de las fuerzas srilankesas a medida que avanzan sobre Kilinochchi, según Amnistía.
En las zonas controladas por los Tigres tamiles, éstos impiden a las familias desplazarse mediante un estricto sistema de tránsito. Algunas personas debieron quedarse como garantes para el regreso de la familia.
"Esta gente ya no tiene lugares adonde ir ni tienen cubiertas las necesidades básicas", indicó Yolanda Foster, investigadora de Amnistía. "Los Tigres les hacen daño y el gobierno no hace lo suficiente para asegurarse de que reciban un mínimo de asistencia".
El gobierno aseguró en un comunicado divulgado el lunes que, a pesar de la guerra, sigue brindando asistencia humanitaria a los ciudadanos víctimas de los enfrentamientos.
También señala que gran parte de la asistencia humanitaria enviada a zonas de conflictos no llegan a la población civil y que las autoridades locales exageran la cantidad de personas desplazadas presionados por los Tigres tamiles.
Es imposible entrevistar a funcionarios locales, agencias humanitarias o residentes de Vanni porque las comunicaciones están cortadas.
Pero residentes de la localidad Vavuniya, a unos 60 kilómetros de Kilinochchi y controlada por Colombo, señalaron que los rebeldes se preparaban para la ofensiva del ejército.