«El telón está cayendo sobre la fuerza política que ayudé a construir durante los últimos 18 años. El Partido Radical de Serbia no existe más», afirmó el líder interino de ese grupo, Tomislav Nikolic.
Sus palabras sacudieron a la sociedad. Este partido ultranacionalista y opositor obtuvo un tercio de los votos en las elecciones parlamentarias de mayo y continúa siendo el bloque individual más numeroso de la legislatura.
Asimismo, Nokolic fue derrotado este año en los comicios presidenciales por el actual mandatario, Boris Tadic, por una diferencia de alrededor de 116.000 votos en un electorado de 5,5 millones.
Nikolic ha sido expulsado del partido, pero no por perder las elecciones, sino por orden del jefe de esa agrupación, Vojislav Seselj, perso en La Haya y juzgado allí por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia para crímenes de guerra.
Seselj lleva detenido cinco años, pero esto no le ha impedido dictar las políticas de la agrupación o participar en la toma de decisiones a través de conversaciones telefónicas.
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Ordenó la expulsión de Nikolic, con quien fundó el partido en los años 90, porque este último anunció que apoyaría el Acuerdo de Asociación y Estabilización entre Serbia y la Unión Europea (UE), instrumento que es un paso previo al eventual ingreso de Belgrado al bloque regional.
Seselj lo consideró un acto de "alta traición" y una "deslealtad imperdonable". La UE y Estados Unidos continúan siendo "los mayores enemigos" de su país, afirmó, y los culpa por la declaración de independencia de la ex provincia de Kosovo, que en febrero decidió separarse de Serbia.
De todas formas, el acuerdo con la UE fue ratificado por el parlamento. Los radicales serbios se abstuvieron en la votación y Nikolic anunció que formaría un nuevo partido propio, derechista pero moderado.
La nueva agrupación aún no tiene nombre, pero un vocero, quien pidió no revelar su identidad, dijo que apoyaría la integración con la UE, mantener una posición de equilibrio entre el bloque europeo y Rusia, así como intentar conservar a Kosovo como parte del territorio serbio.
La ruptura de Nikolic con Seselj es un acontecimiento histórico, dijo a IPS Zarko Korac, profesor de la Universidad de Belgrado.
"Tras 18 años de ultranacionalismo estamos presenciando la desaparición del escenario político de la época de la guerra. Ahora la sociedad está lista para hacer frente a su pasado", afirmó.
Seselj fue uno de los impulsores de la actitud aislacionista y agresiva de Serbia en los años 90. El Partido Radical argumentó que los serbios en Bosnia y Croacia se estaban "defendiendo" de sus "enemigos" católicos o musulmanes.
También afirmó que las unidades paramilitares enviadas por Belgrado eran "voluntarios" que "protegen a los serbios amenazados".
Según esta concepción, no se cometieron crímenes de guerra contra los musulmanes bosnios o los croatas. Muchos serbios sostienen aún este punto de vista.
Pero desde el inicio de la transición a una economía de mercado, en 2000, buena parte de la población procura mejorar sus condiciones de vida y tener acceso a una mejor educación.
"La situación ha cambiado totalmente desde los años 90 y Nikolic lo ha visto claramente", dijo a IPS la analista Slavisa Orlovic.
Los nuevos tiempos "llevaron al partido hacia el centro del espectro político, poniendo el acento en temas sociales, como la pobreza y el desempleo, en lugar del nacionalismo militante", agregó.
"Los éxitos de Nikolic desde que Seselj fue arrestado en 2003 han sido la consecuencia de atraer a los llamados 'perdedores de la transición', una gran parte de la empobrecida sociedad serbia. Son escépticos respecto de Occidente y se inclinan hacia Rusia, pero están listos para creerle más a él que a los partidos prooccidentales", señaló Orlovic.
Los seguidores del Partido Radical se han alineado con Nikolic o Seselj y, en algunas ciudades en las provincias, hubo enfrentamientos entre las facciones.
Algunos creen que el tribunal internacional le impondrá a Seselj una sentencia corta, que regresará a la política activa en un par de años y que Nikolic trata de desprenderse, más temprano que tarde, de un futuro rival.