Dos bombarderos estratégicos rusos Tupolev TU-160 aterrizaron este miércoles a 60 kilómetros de la capital venezolana, en la base aérea Libertador, la principal del país, para «efectuar vuelos de entrenamiento» en la región, según el Ministerio de la Defensa de Rusia.
"Yes (sí), para que les duela, pitiyanquis", confirmó el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, como dirigiéndose a sus opositores en una alocución de las dos largas cadenas de radio y televisión que efectuó en la jornada. "Es más, yo voy a manejar uno de esos bichos", agregó medio en broma y para confirmar que se trata de vuelos de entrenamiento.
Rusia había anunciado pocos días atrás que despacharía una escuadra naval al mar Caribe y el portavoz de su Armada, el capitán Ígor Digalo, precisó que los buques "realizarán una serie de ejercicios, entre ellos maniobras conjuntas de búsqueda y salvamento, así como pruebas de telecomunicaciones", con sus similares de Venezuela.
El portavoz de la cancillería de Moscú, Andréi Nesterenko, precisó que los buques serían el crucero nuclear "Piotr Veliki" (Pedro el Grande) y la fragata antisubmarinos "Almirante Shabanenko", y agregó que aviones cazas antisubmarinos se "emplazarían provisionalmente" en una base venezolana.
"Nosotros queremos calibrar nuestra capacidad defensiva con nuestros aliados estratégicos, y Rusia lo es", dijo Chávez al pedir aplausos por el arribo de los TU-160.
Sean McCormack, portavoz del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, dijo que las maniobras navales las van "a observar".
"Aún no tengo la confirmación rusa, pero si eso es verdad, entonces ellos (los rusos) pudieron encontrar algunos buques capaces de cubrir distancia tan larga", según informó la Agencia Bolivariana de Noticias, del gobierno venezolano.
Marta Lucía Ramírez, quien fue ministra de Defensa de Colombia en el primer año del actual gobierno del derechista Álvaro Uribe, pidió que su país "eleve las consultas necesarias ante organismos internacionales, como la Unión de Naciones Sudamericanas y la Organización de Estados Americanos".
Ramírez pidió "discutir la conveniencia de traer a América Latina las tensiones globales entre potencias, que se trasladan a los escenarios andino y caribeño y constituyen un evento que amenaza la seguridad y estabilidad de la región".
Una guerra entre Colombia y Venezuela fue, durante décadas, hipótesis de conflicto externo estudiada en las academias militares de ambos países.
Ramírez recordó que "Chávez reaccionó airadamente cuando se rumoreó sobre la instalación de una base antidrogas estadounidense (en la fronteriza península de la Guajira) y amenazó con una confrontación bélica si dicha base llegaba a consolidarse".
"¿Por qué ahora debemos aceptar ejercicios bélicos de una potencia militar y el alojamiento de su maquinaria aérea en Venezuela? Debemos alertar sobre el desequilibrio que causará. Las tensiones entre dos potencias militares podrían traer trágicas consecuencias a la región, como las que se presentaron en Georgia", sostuvo Ramírez.
En esa república del Cáucaso chocaron en agosto, con fuertes daños para la población civil, las fuerzas de Rusia y Georgia, lo cual aceleró los planes de instalación en Polonia y República Checa de sistemas de misiles y radares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la alianza militar de Occidente.
Según el analista Thomas Gomart, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, el envío de unidades militares rusas "representa un doble movimiento de Moscú: un cuestionamiento cada vez más abierto a la hegemonía estadounidense y un apoyo a las nacionalizaciones en energía, que tienen al presidente Chávez como un estandarte".
Para Dmitri Orlov, de la rusa Agencia de Comunicaciones Políticas y Económicas, los planes de cooperación militar con Venezuela "significan que Rusia incrementará presencia militar en distintas regiones del mundo. No necesariamente una política antiestadounidense agresiva, pero sí pasos para defender sus intereses geopolíticos". Chávez se burló de sus detractores, a quienes llama repetidamente "pitiyanquis", acusándolos de "ver que llega el fantasma del comunismo de la Unión Soviética, que ya no existe, sino una Rusia soberana e independiente que se levanta".
Defendió además las adquisiciones de sistemas de armas en Rusia y China, por más de 4.500 millones de dólares en tres años, y que incluyen aviones cazas Sukhoi, helicópteros MI, fusiles Kaláshnikov, radares, misiles, naves patrulleras, aviones de reconocimiento y, posiblemente se agreguen submarinos y otros equipos.
"Los pitiyanquis critican que hagamos maniobras con Rusia, pero no dicen nada porque Estados Unidos haya activado después de 60 años su IV Flota y tenga una base ahí mismo, en Curazao (isla holandesa a 50 kilómetros de la costa venezolana)", dijo Chávez.
Teodoro Petkoff, dirigente de la oposición y fuerte crítico de Chávez desde su diario Tal Cual, lamentó que el mandatario "ahora quiere atravesarse en la guerrita fría entre Estados Unidos y Rusia" y citó el refrán popular según el cual "en pleito de tigres no se meten los burros".
Chávez "acusa a Georgia, con razón, de actuar como peón de (George W.) Bush, (presidente estadounidense), pero irreflexivamente se ofrece, en un pleito que nos es completamente ajeno, a actuar de gratis como peón de (el primer ministro ruso, Vladimir) Putin, quien agarra ese mango bajito", criticó Petkoff.
En su opinión, Chávez actúa "atenazado por sus complejos, debido a la ausencia de una épica personal, quiere vivir la atmósfera de la Crisis de los Cohetes de 1962, entre la (hoy disuelta) Unión Soviética y Estados Unidos, viéndose a sí mismo en el rol planetario que entonces jugó Fidel Castro", a la sazón presidente de Cuba.
En octubre de 1962, en plena Guerra Fría, Washington forzó el retiro de cohetes con capacidad nuclear, que Moscú instalaba en Cuba, a cambio de un compromiso para no invadir esa isla de régimen socialista y el retiro de cohetes estadounidenses en la frontera de Turquía con la Unión Soviética.