Se la puede identificar fácilmente en los noticieros de la noche: es la única mujer entre los hombres de traje gris acosados a diario por periodistas cuando salen de las reuniones a puertas cerradas.
En las últimas negociaciones para compartir el poder entre la gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF) y las dos facciones del opositor Movimiento para el Cambio Diplomático (MDC), Priscilla Misihairabwi-Mushonga fue la única mujer que participó.
El 15 de septiembre, cuando se firmó el acuerdo para compartir el poder en medio de celebraciones y aplausos, sus ojos buscaron en vano a otra mujer en el resto de la sala.
"No había ni siquiera una pancarta del movimiento de mujeres. Me decepcioné mucho", dijo a IPS.
Ella lo sintió como una traición a su corazón y a su vida activista. Misihairabwi-Mushonga, de 41 años, no es una típica política mediática, y crece lentamente en las filas partidarias. Comenzó su actividad en el movimiento de mujeres y de derechos humanos a inicios de los años 90, cuando la sociedad civil reclamó un espacio en el país, entonces gobernado de facto por un solo partido.
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Como fundadora de la Red de Apoyo a las Mujeres y ante el Sida en 1989 y luego de la Asamblea Nacional Constitucional (NCA), Misihairabwi-Mushonga, ha desafiado la opresión, patriarcal o política, desde que se recibió de periodista. Los medios perdieron a una reportera y la sociedad civil ganó una activista.
"Ella es una mujer cuyo compromiso y determinación me impactaron", dijo el presidente de la NCA y activista Lovemore Madhuku.
Su mentora e inspiración fue la feminista Margaret Dongo, ex guerrillera y parlamentaria del ZANU-PF, y quien se atrevió a criticar al partido gobernante y se postuló como candidata independiente en 1995 sobre una plataforma de democracia y derechos humanos.
Misihairabwi-Mushonga trabajó como agente de encuestas de Dongo y fue elegida concejal en Harare en 1996.
Entonces, la sociedad civil se hacía más fuerte. Algo más grande que el pequeño partido de Dongo se estaba gestando (el MDC), y Misihairabwi-Mushonga apostó todo a eso.
La mayoría de los votantes en el suburbio Glen Norah, de Harare, la eligió parlamentaria en 2000, y nuevamente en 2005, en elecciones marcadas por la violencia, la tortura y el asesinato de opositores. Estuvo detenida brevemente en 2004.
En el Parlamento, se convirtió en la primera mujer en presidir el Comité de Cuentas Públicas y tuvo una participación clave en la redacción de la Ley de Delitos Sexuales en 2001 y de la Ley de Violencia Doméstica de 2006.
Luta Shaba, directora del Fondo de las Mujeres, una organización no gubernamental de Harare, la definió como una persona "de principios y apasionada".
Tener a una feminista en el Parlamento ha ayudado al movimiento de mujeres, dijo Shaba. "Nos dio una guía sobre cómo podemos participar en la política y en los partidos, y esto ha hecho una gran diferencia", destacó.
A fines de 2005, cuando el líder político Arthur Mutambara creó su propia facción del MDC, Misihairabwi-Mushonga se convirtió en subsecretaria general de esa nueva fuerza. Perdió su asiento parlamentario en las elecciones de este año, pero ahora es candidata a integrar el nuevo gabinete de unidad.
El inconveniente de su carrera es el poco tiempo que pasa con su esposo, su hijastra de 16 años y dos jóvenes sobrinos que viven con ella, debido a los frecuentes viajes y a las largas noches de trabajo.
"No recuerdo la última vez que pasé toda una semana en casa", dijo a IPS.
Tener un esposo y una familia que la apoyan ayuda mucho. Su iglesia pentecostal y su red de amigos son otra fuente de energía en momentos difíciles. Por ejemplo, cuando las negociaciones se estancaron y no parecía posible ningún acuerdo entre el gobierno del presidente Robert Mugabe y el otro líder del MDC, Morgan Tsvangirai.
Otro desafío para Misihairabwi-Mushonga durante las negociaciones fue estar siempre rodeada de hombres. "Incluso cuando fue a la cumbre de la SADC (Comunidad para el Desarrollo de África Austral), todas los jefes de Estado y sus cancilleres eran hombres, excepto por Nkosazana Dlamini-Zuma", la ministra de Relaciones Exteriores de Sudáfrica, recordó.
La exclusión de las mujeres demuestra "la naturaleza patriarcal" de la política zimbabwense y "habla a las claras de lo que (los partidos) piensan" sobre ellas, dijo a IPS.
Una mayor participación femenina en las negociaciones pudo haber evitado los frecuentes estancamientos, sostuvo. "Los hombres tienden a ser mas rígidos. Para las mujeres, el compromiso no es visto como debilidad", indicó.
Ella espera ver más mujeres participando de asuntos políticos. "Las mujeres necesitan sentarse y ver las oportunidades que se les presentan con este acuerdo. Lamentablemente, muchas activistas, muchas feministas, rehúyen de la política", señaló.
Una razón de esto son "los estereotipos que han sido inculcados en las mujeres y que han erosionado su confianza cuando se trata de asumir un cargo político".
Además, la violencia y la crisis económica que ha azotado a Zimbabwe desde 2000 hacen difícil que las mujeres consideren una carrera política.
Pero si termina la violencia y se implementa el acuerdo político que Misihairabwi-Mushonga ayudó a alcanzar, más mujeres seguirán su ejemplo.