El flamante primer ministro de Japón, Taro Aso, afronta la tarea de convocar a elecciones y conducir al gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) a un difícil triunfo, con pocas armas más que su propio carisma personal.
"Parece seguro que Aso disolverá inmediatamente el parlamento y llamará a elecciones generales", dijo a IPS Tomohiko Taniguchi, analista de la Universidad Keio. "En todas las encuestas aparece como el político más popular del PLD. Carga con la responsabilidad de usar su popularidad para ganar el apoyo del electorado."
La designación de Aso como primer ministro quedó asegurada este miércoles, cuando la cámara baja la avaló. El Senado aprobó la de Ichiro Ozawa, líder del opositor Partido Demócrata (PDJ), pero la decisión queda sobrepasada por la de la otra cámara legislativa, más poderosa.
Conservador y extravertido, Aso no oculta que detesta el comunismo y apoya una firme alianza de Japón con Estados Unidos. Lo que le distingue de otros denominados "halcones" del PLD es su talante pragmático y su sonrisa magnética.
Antes de llamar a elecciones, debe superar el estigma de ser el tercer primer ministro en apenas dos años. Frustrados por el bloqueo de sus iniciativas legislativas por parte del propio PLD, incluido un proyecto antiterrorista, Yasuo Fukuda y Shinzo Abe tiraron la toalla.
"Fukuda decidió renunciar, convencido de que no sobreviviría a una puja electoral, porque su popularidad y la aprobación de su gestión iban cayendo", dijo Taniguchi. "Para que el PLD permanezca en el poder, el partido debe ser liderado por alguien más popular a los ojos del público y afrontar el desafío del opositor PDJ."
Pero las encuestas prevén la posibilidad de que el PLD pierda ante el PDJ, a pesar de la popularidad de Aso. Ozawa condujo al partido opositor a la victoria en las elecciones al Senado el año pasado, cuando el gobierno estaba sumido en un escándalo por mal manejo de los registros de la previsión social.
"Debemos luchar contra el PDJ en las próximas elecciones nacionales", dijo Aso luego de su contundente victoria en la puja por la presidencia del PLD. "Si gano esa batalla, podré cumplir con mi tarea."
Pero Aso no sólo debe ganar, sino lograr una cantidad suficiente de escaños para sortear el bloqueo legislativo del PDJ.
También se prevé que mantenga el objetivo de enmendar el vínculo con China, tenso tras el periodo de Junichiro Koizumi en la jefatura del gobierno. Pero el actual primer ministro dijo en el pasado que su vecina era una "gran amenaza".
Sin embargo, Aso "sabe que Japón debe llevarse lo mejor que pueda con una floreciente potencia económica", consideró Taniguchi.
Mientras fue ministro de relaciones exteriores, Aso decidió no visitar el santuario Yasukuni, donde se rinde homenaje a 14 soldados japoneses de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) considerados criminales de guerra por países ocupados por Japón en ese conflicto, como China y Corea del Norte.
En cambio, Koizumi realizó reiteradas visitas al santuario, que, según las víctimas del expansionismo japonés de la primera mitad del siglo XX, representa el pasado militarista del país.
"Aso cometería un error al visitar Yasukuni como primer ministro. Eso rompería el acuerdo implícito, alcanzado por Abe, de evitar ese gesto" a cambio de un acercamiento con China, dijo Weston Konishi, investigador de la Fundación Mansfield.
"Me pregunto si Aso tiene la sensatez suficiente para no honrar a los muertos en Yasukuni. Eso desataría nuevos episodios de tensión con Beijing", agregó.
Al mismo tiempo, los medios de comunicación japoneses se abstienen de comentar el uso, durante la Segunda Guerra Mundial, de trabajo esclavo en las minas de la familia de Aso, quien se ha negado a pedir disculpas porque tenía cinco años cuando el conflicto concluyó.
"Aso quiere fortalecer el papel internacional de Japón, y sus esfuerzos en ese sentido se complicarían si el episodio del trabajo forzado se convierte en escándalo", dijo Konishi.
Pero el primer ministro también afirmó hace dos años que era hora de comenzar en Japón el debate sobre la posesión de armas nucleares.
De cualquier manera, su mayor desafío será reavivar la desanimada economía nacional y atender los efectos de la debacle financiera que se propaga desde Estados Unidos.
Algunos atribuyen la mala situación económica en las zonas rurales japonesas a reformas económicas impulsadas por Koizumi, en especial el recorte prsupuestal de grandes obras de infraestructura que habrían creado empleos.
"El quid de la cuestión es que un insumo de la economía decae, pues la población no crece y el crecimiento de la productividad no se consolida", concluyó Taniguchi.