GEORGIA: La UE mantiene diplomacia con Rusia

El acuerdo de paz entre Georgia y Rusia demostró que la Unión Europea (UE), que lo auspició, actúa en forma independiente y está decidida a mantener el diálogo diplomático con Moscú a pesar de la presión de algunos de sus propios miembros y de Estados Unidos para que adopte una postura más dura.

La semana pasada, los presidentes Nicolas Sarkozy, de Francia –país que ejerce la presidencia rotativa del bloque—, y Dimitri Medvedev, de Rusia, se reunieron en Moscú para llegar a un acuerdo sobre el repliegue gradual de las tropas rusas a las posiciones que tenían antes de que estallara la guerra con Georgia en agosto.

El 8 de ese mes, tropas georgianas quisieron recuperar por la fuerza el control de la escindida región de Osetia del Sur. Rusia, por su parte, lanzó una respuesta militar arguyendo que debía proteger a sus ciudadanos en la zona.

Poco después, Sarkozy negoció con ambas partes el fin de las hostilidades, en medio de una retórica típica de los años de la Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos.

Pero, como Rusia no mantuvo sus promesa de retirarse completamente de Osetia del Sur y de Abjasia, otra región separatista, Sarkozy regresó a Moscú.
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El gobierno ruso autorizó la llegada de 200 observadores de la UE a las fronteras de esas regiones, a las que recientemente reconoció como entidades independientes.

Pero hay quejas de que los "observadores de la UE no serán autorizados (a ingresar) en la región, lo cual es la parte del conflicto que debería ser verdaderamente internacional", dijo a IPS el analista Michal Thim, experto en el sur del Cáucaso para la Asociación de Asuntos Internacionales, con sede en Praga.

La UE, en un aparente intento de mantener el tono diplomático y la imagen de unidad europea, señaló que la ocupación rusa de esas regiones había sido meramente una "reacción" ante la incursión georgiana, aunque admitió que fue "desproporcionada".

Pero esto no agradó a muchos dentro de este bloque, particularmente en los países de Europa oriental que, liderados por el presidente polaco Lech Kaczynski y estimulados por Estados Unidos, pidieron duras sanciones económicas a Rusia.

La UE sólo suspenderá temporalmente un acuerdo de asociación económica con Rusia hasta que ese país implemente el plan de paz.

La política de aislar a Moscú no parece beneficiosa para el bloque, considerando que éste recibe casi la mitad de su gas y un tercio de su petróleo de Rusia.

Mientras la mayoría de los miembros del bloque se esfuerzan por no quedar atrapados en el fuego cruzado de una nueva Guerra Fría, políticos más idealistas, especialmente en Europa oriental, se muestran dispuestos a cargar el costo de unas sanciones económicas.

"Hay una tendencia a largo plazo de que los que desean mantener una política pragmática en las relaciones con Rusia llevan la delantera en la toma de decisiones dentro de la UE. Las decisiones deben tomarse por unanimidad, y con el menor denominador común es improbable una postura más dura ante Rusia", dijo Thim a IPS.

La ausencia de Washington en la mesa de negociaciones ha sido vista como una señal positiva por parte de aquellos que quieren un papel más autónomo de la UE en asuntos internacionales.

Funcionarios de Moscú destacaron la postura "equilibrada" de la UE, y hubo una notoria satisfacción entre analistas rusos por el hecho de que Moscú pudo dictar muchos de los términos del acuerdo con Georgia.

"Tanto la UE como Estados Unidos se dieron cuenta de que no tienen poder para cambiar el status quo o el futuro de esas regiones", dijo Thim a IPS.

Rusia mantendrá su presencia militar en las regiones separatistas, prolongando una situación que comenzó en 1992, con una misión de mantenimiento de paz avalada por la Organización de las Naciones Unidas.

Las relaciones entre Georgia y Rusia se empeoraron significativamente luego de que el presidente georgiano Mikheil Saakashvili llegó al poder en 2004 y comenzó a presionar para que su país ingrese a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Estados Unidos es el principal partidario de las aspiraciones de Georgia y Ucrania en la OTAN, mientras Rusia acusa públicamente a Washington de apoyar el intento georgiano de tomar por la fuerza las regiones separatistas.

Más aun, funcionarios rusos acusaron a Estados Unidos de proveer armas a Georgia antes y después del conflicto. "El rearme del régimen georgiano continúa, incluso bajo el disfraz de la ayuda humanitaria", dijo Medvedev la semana pasada, luego de que Washington envió asistencia a Georgia en uno de sus barcos de guerra más sofisticados, el Mount Whitney.

Washington sostuvo que la guerra fue provocada por Rusia, y ya el vicepresidente estadounidense Dick Cheney llamó "al mundo libre a ponerse del lado de Georgia" en su intención de ingresar a la OTAN, durante una visita la semana pasada a ese país y a Ucrania.

En Ucrania, donde Cheney intentó evitar que la coalición gobernante pro-occidental colapsara debido a los desacuerdos por el conflicto en Georgia, la mayoría de los políticos y los medios consideraron la visita como infructuosa e inoportuna.

Una reunión internacional con la participación de representantes de las regiones separatistas se celebrará en Ginebra a mediados de octubre para analizar el conflicto y evaluar los progresos en el plan de paz. Moscú dijo que su reconocimiento de la independencia de las regiones no era negociable, en tanto la UE mantiene una postura más flexible que la de Estados Unidos sobre ese punto.

Thim dijo que Estados Unidos estuvo lejos cuando se decidió el destino del sur del Cáucaso.

"Washington no estará feliz, pero ha estado demasiado ocupado con Afganistán e Iraq. Sólo ha habido apoyo político para Georgia, pero ninguna acción. Solamente podrá seguir amenazando con la membresía georgiana de la OTAN y tratando de persuadir a otros sobre eso", indicó.

No obstante, Washington podría probar sanciones adicionales, como rechazar la membresía de Rusia en la Organización Mundial del Comercio. Ya ha perturbado considerablemente a Moscú al firmar un acuerdo con Polonia para construir un escudo de defensa antimisiles.

Estados Unidos ha procurado incrementar su influencia en las ricas regiones en petróleo y gas de Asia central y el Cáucaso desde el colapso de la Unión Soviética en 1991. Ahora promueve la construcción de oleoductos que no pasarían ni por Rusia ni por Irán, sino atravesando un corredor en Georgia totalmente independiente de Moscú.

Pero la dura retórica del gobierno de Estados Unidos podría ser además una estrategia pre-electoral para inventar una nueva "amenaza rusa" y hacer que el más belicista candidato por el gobernante Partido Republicano, John McCain, gane más adeptos.

Algunas encuestas sugieren que la popularidad de McCain aumentó desde que mostró una postura dura frente a la "agresión" rusa.

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