Mientras alguien conduce su automóvil a la gasolinera, inserta su tarjeta de crédito, llena el tanque y recoge su recibo, «una potencia extranjera puede inhabilitar con un misil el satélite estadounidense de comunicaciones que hizo posible la transacción».
El alegato figura en el sitio web de la Asociación de Industrias Aeroespaciales (AIA, por sus siglas en inglés), organización empresarial de presión que representa a más de 100 de las principales firmas del sector.
Poco después, fue la propia la Fuerza Aérea de Estados Unidos divulgó por la televisión avisos publicitarios según los cuales la destrucción de un satélite mediante un misil enemigo retraería a Estados Unidos al siglo XIX.
El Centro para la Información sobre Defensa (CDI), organización de expertos con sede en Washington, advirtió que el aviso contenía errores y constituía una "flagrante explotación de las preocupaciones del público sobre el espacio".
La Fuerza Aérea admitió, luego, que vídeo era "engañoso" y lo retiró de su pauta publicitaria.
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Los satélites de comunicaciones más modernos, que manejan transacciones bancarias, GPS (siglas de Global Positioning System) y llamadas de teléfonos celulares, orbitan a unos 19.300 kilómetros sobre la superficie de la Tierra.
Aquellos que transmiten señales de televisión están en una órbita geoestacionaria, a unos 36.200 kilómetros de altura. Ningún arma actual ha sido probada más allá de los 1.930 kilómetros, había indicado el CDI.
"La AIA ha sido innecesariamente histriónica a propósito de la amenaza a los satélites. La constelación GPS (también) fue construida para que al perderse un satélite no cayera todo el sistema", dijo a IPS Victoria Samson, analista del CDI.
Los alegatos de esta organización empresarial integran una intensa campaña para convencer a políticos, votantes y a sus propios empleados de que "el futuro de Estados Unidos depende de mantener el liderazgo espacial", mediante, entre otras cosas, capacitar a la fuerza laboral del sector.
Pero algunos expertos destacan el objetivo de que este país proteja a sus más de 400 satélites, lo cual insumiría miles de millones dirigidos a los contratistas de defensa de la industria aeroespacial.
Esta industria, que conforma un poderoso grupo de presión en Washington, dio empleos a unas 650.000 personas y facturó unos 184.000 millones de dólares en 2006.
Antes de presidir la AIA, Marion Blakey fue directora de la gubernamental Administración Federal de Aviación. Su predecesor, John Douglass, ex secretario adjunto de la armada, fue ubicado el año pasado por la publicación The Hill, dedicada a cubrir información sobre el Congreso legislativo, entre los principales cabilderos de Washington.
El director de asuntos legislativos de la AIA, Patrick McCartan, trabajó en la oficina en el Congreso de la senadora republicana Olympia Snowe.
Con la temporada electoral en plena marcha, la AIA exige realizar una "investigación de defensa de última generación" para el desarrollo del sector y que el gasto de defensa ascienda a "no menos que cuatro por ciento del producto interno bruto de Estados Unidos".
Eso elevaría el presupuesto de defensa a unos 550.000 millones de dólares, cerca de su nivel actual si se le incluye el gasto de las guerras en Afganistán e Iraq.
La "Guerra de las Galaxias II" —resucitada en esta década por los "halcones del espacio" del gobierno de George W. Bush— es la gallina de los huevos de oro para los gigantes de la industria aeroespacial Lockheed Martin y Boeing, los dos principales contratistas de defensa del Pentágono.
Juntas, ambas empresas tienen actualmente 73 grupos de presión que operan ante el Congreso legislativo, según Opensecrets.org, un sitio que rastrea el financiamiento de las campañas políticas y su relación con los programas públicos.
Históricamente, la industria aeroespacial ha dado más dinero a las campañas republicanas que a las demócratas. Pero en el ciclo electoral 2008, desde mediados del verano boreal, ha dividido 6,9 millones de dólares en mitades iguales para cada partido, según OpenSecrets.org.
"Nos hemos reunido con todo el personal de campaña durante meses. De McCain, Obama y todas las campañas", dijo a IPS Matt Grimison, director de comunicaciones de la AIA. "Estamos creando una amplia red para asegurarnos de que estos asuntos sean considerados por todos."
Expertos atribuyen el giro del dinero a que el Partido Demócrata actualmente controla el Congreso legislativo, como ocurría en 1994.
Además, la presidencia de los comités que controlan y asignan los gastos de defensa en ambas cámaras está en manos de demócratas: el senador Daniel Inouye, de Hawaii, y el representante John Murtha, de Pennsylvania, tienen la llave de miles de millones de dólares en proyectos futuros.
"La industria se da cuenta de que necesita más acceso a los demócratas, que controlan el Congreso, y por lo tanto las políticas de defensa. Estas elecciones son las más demócratas desde 1994" para el sector aeroespacial, dijo Massie Ritsch, directora de comunicaciones del Centro para la Política Responsable, que opera Opensecrets.org.
Pero el candidato presidencial demócrata Barack Obama prometió no lanzarse a una carrera armamentista espacial, a diferencia de su contrincante, el republicano John McCain. Obama también anunció que recortará fondos innecesarios de defensa misilística.
Pero la estrategia de concentrar la atención en el Congreso podría dar réditos. Tanto el senador Inouye como el representante Murtha son considerados "halcones del espacio" por los pacifistas.
En los últimos 10 años, Inouye permitió que el Pentágono inundara las islas de Hawaii con miles de millones para financiar decenas de proyectos relacionados con el espacio, según Kyle Kajihiro, director de programas de la organización no gubernamental de ese estado DMZ (siglas en inglés de "zona desmilitarizada").
En el mismo periodo, la Agencia de Defensa Misilística (MDA) del Departamento (ministerio) de Defensa, sucesora del programa "Guerra de las Galaxias", realizó pruebas de gran notoriedad en todo Hawaii.
Hasta ahora, el mayor trofeo de la MDA fue haber derribado un satélite inhabilitado en febrero. Participó en la prueba el buque militar USS Lake Erie de Pearl Harbour, un crucero con misiles guiados equipado con el sistema Aegis, el cual permite alcanzar objetivos en la órbita baja de la Tierra.
Es posible que el USS Erie sea la primera "nave de batalla espacial", pero para eso fue necesario que Inouye exigiera en 2000 un sistema de defensa con misiles instalado allí para contrarrestar a Corea del Norte y China, dijo Kajihiro.
"El senador Inouye dice que se trata de defender a Hawaii. Nosotros, en cambio, creemos que las pruebas de defensa con misiles son un factor desestabilizador y que desata una carrera armamentista entre potencias nucleares de la región", señaló.
Opensecrets.org calculó que entre 2001 y 2008 los empleados de Lockheed Martin y Boeing han figurado en la lista de los cinco principales contribuyentes corporativos de la reelección de Inouye al Senado.
"Es difícil imaginar una señal de alarma más dramática para los esfuerzos de seguridad espacial de Estados Unidos" que una prueba de China de 2007, por la cual "un misil balístico desde tierra impactó de en un extinto satélite climático", declaró la AIA en su sitio web.
La prueba demostró "la capacidad china de destruir equipos en el espacio", agregó la asociación. "Pero algunos legisladores sugieren que los tratados de control de armas son la única respuesta a esas amenazas", advirtió