Están de moda en América Latina las iniciativas para neutralizar gases invernadero de actividades como la producción industrial, los viajes en avión o el Mundial de Fútbol y, de paso, expiar las culpas de los contaminadores.
Carbono cero contra el cambio climático es la consigna, en la mayoría de los casos como forma de mercadeo, para atraer consumidores, usuarios, espectadores o turistas, a los que se ofrece sembrar árboles que capturan la misma cantidad de gases de efecto invernadero —como el dióxido de carbono— emitida por los clientes.
A menudo sus fines son comerciales, pero contribuyen de alguna manera a la educación ambiental y a la movilización popular en la mitigación del recalentamiento planetario.
Algunos proyectos, como el brasileño Clickárvore (en español "clicárbol") y Neutralízate en México, van más allá del simple intento de borrar algunas huellas ecológicas de individuos o empresas.
Clickárvore es anterior a la actual ola de compensar el carbono emitido. El programa de la Fundación SOS Mata Atlântica, con apoyo del no gubernamental Instituto Ambiental Vidagua, y de la Editorial Abril, empezó en 2000 con el objetivo de recuperar el devastado Bosque Atlántico de Brasil.
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En un extenso territorio de la costa oriental brasileña, desde el Nordeste al extremo sur, este ecosistema perdió 93 por ciento de su área original por acoger la mayor parte de las zonas urbanas y las industrias del país, afectando el abastecimiento de agua, la tierra sometida a fuerte erosión y la rica biodiversidad local.
Cada clic en el sitio http://www.clickarvore.com.br significa un árbol plantado en el Bosque Atlántico. Ya se sembraron más de 16 millones de ejemplares, donados a 930 proyectos de reforestación en 350 municipios.
El objetivo inicial era la educación ambiental, "involucrar a las comunidades en la conservación" del ecosistema, señaló a Tierramérica Ludmila Pugliese, coordinadora de restauración forestal de SOS Mata Atlântica. Se trataba de lograr que "la gente se sintiera plantando árboles", contribuyendo a su propio bienestar y a mitigar el recalentamiento planetario.
Los internautas sólo pueden hacer un clic al día y los campeones del mes ganan visitas para conocer SOS o camisetas. "Hubo uno que lo hacía religiosamente cada día y, cuando fue hospitalizado, nos llamaba por teléfono para no perder el liderazgo", contó Pugliese. Los donantes pueden ver a través de Internet las áreas reforestadas con "sus árboles".
La creciente adhesión condujo a una "visión restauradora, conectando fragmentos aislados de bosques" de manera de recuperar funciones perdidas, como la realimentación de manantiales y el aumento de la fauna mediante corredores biológicos, observó Pugliese, bióloga con una maestría en recursos forestales.
A los objetivos ambientales se incorporaron otros, sociales. Millones de plántulas requeridas, además de expandir negocios privados, permitieron crear cinco viveros comunitarios, para que organizaciones no gubernamentales y comunidades pudieran obtener sus propios ingresos y emplear a más trabajadores.
Coordinado directamente por cinco miembros de SOS, el programa se hizo más complejo al involucrar a los internautas que hacen clic, a propietarios de tierras que quieren reforestarlas, a patrocinadores que ofrecen plántulas, a viveros privados y comunitarios y a empresas que prestan asistencia técnica.
La restauración correcta exige una diversidad que, en algunos estados, como el sureño São Paulo, se fija en un mínimo de 80 especies por hectárea. Y no pueden ser especies exóticas, sino nativas del Bosque Atlántico, recomendándose una mayor cantidad de frutales para alimentar a la fauna, destacó la bióloga..
Algunos terratenientes empezaron plantando 5.000 árboles, suficientes para tres hectáreas, y "les gustó tanto la experiencia que la repitieron varias veces", acotó.
La expansión condujo también a otro programa, el Bosque del Futuro, en el que empresas especializadas son contratadas para desarrollar proyectos técnicos, ya que poseer tierras no implica saber reforestar, especialmente en grandes extensiones que exigen "inversiones y esfuerzo", explicó Pugliese.
Sus patrocinadores son grandes empresas o bancos interesados en neutralizar sus emisiones de gases, así como programas de televisión, bandas de rock o simplemente personas que organizan su fiesta de bodas, ejemplificó.
En México, la organización no gubernamental Pronatura promueve desde inicios de 2007 el programa Neutralízate, que está creando un mercado voluntario de carbono. Empresas, instituciones e individuos pueden compensar sus emisiones de gases comprando bonos para actividades de reducción de la deforestación y restauración de ecosistemas.
Los certificados adquiridos, que se pueden negociar en el mercado, representaban en mayo, al inaugurarse la iniciativa, la neutralización de 15.500 toneladas de dióxido de carbono y el pago de 150.000 dólares anuales a 10 comunidades indígenas pobres del meridional estado de Oaxaca, contribuyendo también a combatir la pobreza.
Parte de la suma proviene del pago de servicios ambientales impulsado por la gubernamental Comisión Nacional Forestal. La meta es expandir el sistema, atendiendo incluso a interesados del exterior, y alcanzar la "autosuficiencia del mercado", dispensando el aporte estatal, dijo a Tierramérica José Antonio Ordóñez, director adjunto del Programa de Cambio Climático de Pronatura.
La prioridad inicial fue para comunidades pobres que conservan el "bosque de niebla", o mesófilo de montaña, "un ecosistema vulnerable y emblemático" por su rica diversidad biológica que necesita corredores entre fragmentos boscosos y que es importante para la captación de agua, explicó.
Los ingresos mejoran la vida de esas comunidades, especialmente de las mujeres que son mayoría, y evitan más emigraciones a Estados Unidos, destacó. Además, la recuperación forestal alejó otra amenaza. En 2007, las comunidades "sacrificaron a cinco jaguares que se acercaban porque su hábitat estaba demasiado fragmentado" y este año no hubo ningún caso, concluyó Ordóñez.
Las iniciativas de reforestación se multiplican en muchos países, de forma participativa o convencional. En Perú se inició en julio la plantación de 28 millones de árboles, uno por cada habitante del país, a partir de Manantay, distrito de la amazónica región de Ucayali, en el este. El proyecto aúna esfuerzos de dos organizaciones no gubernamentales españolas, Iberoquipu y Sotermun, y distintos actores peruanos.
El buscador ecológico de Internet Ecoogler, que usa tecnología de Yahoo, promete donar el dinero para plantar un árbol en la Amazonia por cada 10.000 búsquedas con su motor. El 26 de agosto se contaban 2.241 árboles sembrados.
Pero, mientras los grandes proyectos reforestadores alcanzan dimensiones de miles de hectáreas, sólo la deforestación amazónica avanza millones de hectáreas cada año.
* Con aportes de Emilio Godoy (México) y Milagros Salazar (Lima). Este artículo fue publicado originalmente el 30 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.