Al elegir al senador Joseph Biden como su compañero de fórmula, el virtual candidato del opositor Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama, trata de conquistar votos en distritos y sectores sociales que no le han sido favorables.
Obama, quien será nominado formalmente en la Convención Demócrata en Denver la semana próxima, necesita llenar huecos que quedaron en evidencia con su caída en las encuestas de este mes.
Aunque sigue llevándole la delantera a su rival del gobernante Partido Republicano, John McCain, la ventaja se acortó y hoy equivale al margen de error estadístico. Mientras, McCain avanza en estados considerados clave para el triunfo, pues no tienen una preferencia consolidada por uno u otro partido entre elección y elección. Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Biden parece tranquilizar a los votantes preocupados por la inexperiencia de Obama en esa materia.
De hecho, el candidato presidencial había dado pistas de su decisión cuando envió a comienzos de esta semana a su hoy compañero de fórmula de melena cana a Georgia, para que observara en el terreno el conflicto internacional que concentró la atención de todo el planeta.
Con casi 66 años de edad y 35 en el Senado, Biden resulta atractivo para votantes mayores, los que han mostrado intranquilidad con la plataforma de "cambio" exhibida por Obama y cuya participación electoral es tradicionalmente superior a la de los más jóvenes, sector al que el candidato presidencial ya parece haber conquistado.
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Católico y con firmes raíces en la clase trabajadora blanca, Biden también convoca a estos dos bastiones demócratas que se han resistido a votar por el partido en los últimos 30 años y que tienen fuertes reservas hacia la candidatura de Obama. De hecho, en las elecciones primarias prefirieron a su rival interna, la senadora Hillary Clinton.
Por otra parte, Biden hace gala de un discurso llano e inusualmente directo, a veces extremadamente locuaz, cuando se encuentra a la ofensiva, una característica que complementa a un candidato presidencial con una retórica positiva, diseñada más para inspirar que para denigrar.
"Me niego a quedarme sentado, como hicimos en 2000 y en 2004", dijo Biden cuando se hizo evidente en que los republicanos apelarían en su campaña a la misma estrategia de ataques personales que funcionaron contra las candidaturas del ex vicepresidente Al Gore y el senador John F. Kerry.
"Este gobierno es el que ha tenido la peor gestión en política exterior en la historia moderna de Estados Unidos, y tal vez en toda la historia", declaró Biden, con lo que prefiguró el principal blanco de los ataques demócratas a McCain: su firme apoyo al unilateralismo y belicismo del presidente George W. Bush.
"Más que lloriquear por lo malos tipos que son los republicanos cuando lanzan sus golpes sobre seguridad nacional, como hacen muchos demócratas, Biden tiene un talento real para responder con una mezcla apropiada de burla y desprecio", observó el analista Greg Sargent en su columna del sitio web Talking Points Memo.
"El carisma de Biden y su autoridad en la materia suman una tonelada de artillería al arsenal de Obama", anotó Sargent. El candidato a vicepresidente puede "actuar como una voz extremadamente creíble para emitir el mensaje de que la política exterior republicana ha sido, en el siglo XXI, un chiste triste y enfermizo", explicó.
Pero aún está por verse si la designación de Biden ayudará a restablecer el impulso de la campaña de Obama.
La nominación desilusiona a demócratas que preferían a Hillary Clinton, una esperanza alimentada por el retraso en el anuncio esperado para comienzos de esta semana.
Pero, al mismo tiempo, alivia a los miembros del partido que temían que la fórmula se completara con un derechista, como el senador Evan Bayh, de Indiana.
La decisión de Obama no convencional. Tradicionalmente, la fórmula demócrata ha tendido a marcar un equilibrio geográfico (entre un norteño y un sureño) o político (un liberal y un conservador).
Pero Biden y Obama pertenecen al ala más liberal del partido y proceden del noreste industrializado. El candidato a vicepresidente es senador por Delaware, pero es originario de Pennsylvania, uno de los tres o cuatro estados más problemáticos de estas elecciones.
La decisión de Obama sugiere que cortejará a la clase trabajadora blanca que lo esquivó en las elecciones primarias, los denominados "demócratas de Reagan" decisivos en las victorias republicanas desde 1980.
"Los demócratas en general, y Obama en particular, han tenido una conexión problemática con los votantes obreros, en especial con los católicos", escribió el columnista neoconservador David Brooks esta semana en el diario The New York Times. "Biden podría ser el puente."
Las últimas encuestas indican que McCain tiene ventaja sobre Obama en el electorado católico.
Biden votó en el Senado en octubre de 2002 la autorización de la invasión de Iraq. Pero advirtió, antes de la operación en marzo de 2003, que ésta no debía concretarse hasta que los inspectores de armas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no hubieran completado su tarea. Luego, manifestó arrepentimiento por su voto.
Desde entonces, ha sido un duro crítico de la guerra y de la ocupación. Ha dicho, incluso, que Afganistán y Pakistán, más que Iraq, eran el "frente central" en al guerra contra el terror, posición que luego adoptó el propio Obama.
Biden responde a la escuela internacionalista de política exterior, que apoya sin ambages a la ONU y otras instituciones multilaterales.
Él mismo aspiró a la candidatura presidencial demócrata en dos ocasiones. En la primera ocasión, en 1988, llevaba la delantera hasta que se constató que había plagiado un discurso del líder laborista británico Neil Kinnock.
En las últimas primarias, abandonó la carrera en las primeras instancias. Figuraba en el quinto lugar, a pesar de que había marcado fuerte presencia en los debates.