El biodiésel destilado de restos de aceite comestible de restaurantes y residencias será el combustible de 18 autobuses en la sureña ciudad brasileña de Curitiba, cuyo sistema de transporte es premiado y copiado internacionalmente. El proyecto de la empresa municipal Urbanización de Curitiba (URBS) consumirá 2.000 litros diarios de aceite de fritura para impulsar los 12 vehículos iniciales, que empezarán a operar en octubre en la Línea Verde, que cruza 10 barrios con corredor exclusivo para autobuses dobles articulados. La ciudad produce 800.000 litros mensuales del residuo.
El combustible alternativo B100 (100 por ciento biodiésel) genera «contaminación similar al gasóleo mineral, pero habrá beneficio ambiental porque se recuperará el aceite que sería echado a la basura», señaló a Tierramérica Paulo Afonso Schmidt, presidente de URBS.
Según el resultado, la experiencia podrá extenderse a otras líneas de autobuses, acotó.