BOLIVIA: Negocios aceptan el reto verde

¿Qué tienen en común la mayor textil de Bolivia, una cooperativa de cacao orgánico y un albergue turístico administrado por indígenas en la Amazonia? La respuesta está en el camino, incierto pero estimulante, hacia la producción sustentable.

Trabajador inicia una de las etapas del hilado en una fábrica de Ametex. Crédito: Bernarda Claure/IPS.
Trabajador inicia una de las etapas del hilado en una fábrica de Ametex. Crédito: Bernarda Claure/IPS.
En las empresas de la corporación boliviana América Textil S.A. (Ametex), hasta los interruptores de luz invitan: "Ahorremos energía".

La compañía asegura estar comprometida en optimizar sus procesos productivos, reducir contaminantes, ahorrar recursos y reciclar insumos y materiales.

Con sede en La Paz, Ametex es la mayor fábrica textil de Bolivia. Más de 3.000 trabajadores producen entre 150 y 190 toneladas de tejidos al mes, 85 por ciento de ellos para el mercado de Estados Unidos.

Todas sus plantas están orientadas a la producción sustentable, en cumplimiento de la Ley del Medio Ambiente.
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Pero, además, Ametex tiene su propio marco normativo, el Manual de Medio Ambiente, cuyo cumplimiento es supervisado por un departamento de medio ambiente, seguridad industrial y salud ocupacional.

El grupo abarca toda la cadena productiva del proceso textil, excepto el cultivo de la materia prima, el algodón.

Hilasa, empresa que procesa la materia prima para el hilo, tiene un sistema de reciclaje que no desperdicia ni las fibras más cortas, explica a Tierramérica el jefe del departamento de medio ambiente, Marcelo Gorriti. En Universaltex, dedicada al tejido de punto y el acabado de la tela de algodón, se instaló una cocina automatizada de químicos y colorantes que permite ahorrar insumos. "Trabajamos con colorantes 100 por ciento orgánicos", señala Gorriti.

Otras empresas del grupo, que se dedican a la confección y exportación de prendas, son Matex y Mex, donde se ha experimentado reutilizando agua en sistemas de climatización.

Se aprovechan aun los trozos residuales de tela, producto del corte y confección de las prendas. Va a la fábrica de Seltex, que le emplea como materia prima para producir frazadas, unas 80.000 por mes.

Estos procesos merecieron una inversión de la que el grupo no habla, pero que se ve en la maquinaria. Ahí está el Sistema Goler, que optimiza la utilización del agua, el combustible y los químicos y reduce la cantidad de emisiones contaminantes, y la aplicación de tecnologías de EP3 (Environmental Pollution Prevention Project), para controlar y reducir los consumos de energía.

El EP3 es un programa de transferencia tecnológica de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), inicialmente aplicado en Bolivia por la Cámara Nacional de Industrias.

CACAO SIN AGROQUÍMICOS

La cooperativa elaboradora de cacao orgánico El Ceibo ofrece una variedad de productos derivados de este alimento ancestral de América, cultivado sin más intervención que la mano humana, el agua y la tierra.

El Ceibo creó el Programa de Implementación Agroecológica y Forestal (PIAF) para cuidar el ambiente, afirma a Tierramérica el presidente del Consejo de Administración de la empresa, Mario Choque.

El PIAF busca evitar la degradación de los suelos y garantizar la calidad biológica de la materia prima. También impulsa valores como el respeto a la vida, la igualdad, la solidaridad y el compañerismo, como fundamentos para el desarrollo de las potencialidades de los productores.

El Ceibo inició actividades en 1977 con 12 familias campesinas. Ahora tiene unas 800 trabajando en la región de Alto Beni y los Yungas, en el occidental departamento de La Paz.

Se precia de exportar 500 toneladas de cacao orgánico y productos como grageas chocolatadas y barras energéticas a Alemania, Nueva Zelanda, Suiza y Japón.

La cooperativa impulsó la conformación del Comité Nacional de Productores del Cacao, con integrantes de varios departamentos. Entre ellos pretende inculcar los valores que abraza en materia de producción sustentable.

"En los años 60 y 70 las organizaciones productoras de cacao estábamos sometidas a la explotación de los intermediarios chocolateros. Los productores dependían de ellos, del precio que les querían pagar, del trato que les querían dar", relata Choque.

Hoy, las familias vinculadas a El Ceibo asumen la producción sustentable desde la siembra, recolección, fermentación del fruto, secado y entrega a la cooperativa, pasando por actividades de poda y control de plagas.

ALBERGUE EN LA SELVA

En San José de Uchupiamonas, en la Amazonia boliviana, el ecoturismo tiene rostro indígena. Los josesanos, del pueblo originario quechua-tacana del norte de La Paz, encontraron una veta económica más importante que el petróleo y construyeron el Albergue Ecológico Chalalán, a orillas de la laguna homónima.

Más de 1.000 turistas acuden por año a esta isla en el mar de vegetación del Parque Nacional Madidi, donde habitan más de 1.000 especies de aves, 6.000 de plantas, unas 300 de mamíferos y 200 de anfibios.

Llegan atraídos por una travesía de más de cinco horas de navegación por los ríos Beni y Tuichi, y terminan conviviendo en la selva con los indígenas, en cabañas de bambú y jatata (especie de palmera).

La empresa, una sociedad anónima, se gestó en los años 90 como alternativa de supervivencia para 100 familias de la comunidad dedicadas a la caza y la extracción de madera. Entonces los jóvenes sólo pensaban en emigrar.

Tomando el nombre de la laguna Chalalán, los gestores invirtieron todos sus ahorros y esfuerzos en el proyecto, con la perspectiva de distribuir equitativamente las acciones entre las familias de la comunidad y la Organización Territorial de Base (conjunto de instituciones y miembros de una comunidad reconocidos por el Estado).

El paquete ecoturístico incluye alojamiento, con capacidad de 24 camas, en pleno Madidi, el área protegida más biodiversa de Bolivia, y guías bilingües, transporte y alimentación basada en la producción agrícola de la comunidad.

La iniciativa mejoró los ingresos de las familias, el acceso a la educación y la legalidad de la tenencia de tierras, dijo a Tierramérica Guido Mamani, uno de los fundadores.

Otros beneficios fueron la instalación de sistemas de agua, teléfono y letrinas en cada domicilio, paneles solares y computadoras para la escuela, ampliación de la educación formal secundaria y la habilitación de un puesto de salud.

* Publicada originalmente el 16 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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