Mohammad Bashir es un jefe de cocina profesional. Ésa es una de las razones por las que le avergüenza formar fila frente a un «langar» (comedor de beneficencia) en este meridional puerto pakistaní. Perdió el trabajo hace cuatro meses.
"¿Sabes cuán humillante es para una persona que nunca suplicó ni mendigó tener que ir a un langar?", se pregunta el angustiado Bashir, quien se quedó sin empleo tras lastimarse un dedo en un accidente de tránsito.
Para colmo, necesita una cirugía para recuperar la movilidad de la mano, y los médicos ya le dijeron que esa intervención será imposible en el sistema público.
Mientras no encuentra un trabajo que le permita alquilar vivienda, pasa todo el día en la calle y pernocta debajo de puentes. Se niega a volver a su hogar en Quetta, en la occidental provincia de Baluchistán.
"Mi esposa y mis hijos viven con mi cuñado. No puedo volver con las manos vacías", señaló.
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Bashir está agradecido con la Fundación Edhi, organización humanitaria que alimenta todos los días a unos 15.000 indigentes al día en los langar abiertos en Karachi para ayudar a paliar la carestía de alimentos.
Con 325 comedores en todo el país, Edhi es una de las mayores redes de servicios sociales de Asia meridional.
"Sólo pudimos instalar 70 langar en los últimos dos meses, que atienden a unas 300.000 personas", dijo a IPS Abdul Sattar Edhi, presidente de la Fundación y uno de los más conocidos filántropos de Pakistán.
"No se rechaza a nadie", señaló Mohammad Bilal, quien dirige uno de los comedores del centro de esta ciudad, al cual acude medio millar de personas al día. "La idea es ayudar a los indigentes, pero no investiga su situación."
Guardias de seguridad, jornaleros e incluso empleados de oficina comen un almuerzo que vale unos 40 centavos de dólar, indicó Bilal. "Todos sienten la crisis económica. jSi se les ofrece una comida gratis por día, ¿por qué no vendrían?".
Incluso la Bolsa de Valores de Karachi inició un programa humanitario que ofrece unos 3.000 platos diarios.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA), según el cual los hambrientos del mundo aumentaron de los 60 millones el año pasado a 70 millones, anunció la inclusión de Pakistán entre los 16 países que recibirán una asistencia de 214 millones de dólares en respuesta al alza de los precios de los alimentos y de combustible.
Abdul Saltar Edhi logró reunir más de cuatro millones de dólares en una campaña por todo el país. Pero necesita unos 14 millones para que su fundación inaugure los langar que considera necesarios.
"No quiero que la gente se suicide o mate a sus hijos por hambre. La idea es despertar el espíritu de solidaridad de nuestro pueblo", apuntó.
Edhi advierte que se está fermentando una "revolución sangrienta".
"Ya hay signos visibles. Suicidios por pobreza, desempleo, desesperación, anarquía y padres que matan a sus propios hijos por no poder alimentarios. No estoy exagerando", remarcó.
"No, no exagera", coincidió la politóloga y activista de derechos humanos Najma Sadeque.
"Eso ha sucedido varias veces en la historia en diferentes partes del mundo y por las mismas causas. El hambre es una forma de violencia, real y angustiante", subrayó.
"Tarde o temprano, la gente reaccionará. Espero que no llegue a tanto, pero la crueldad, la codicia y la sangre fría de muchos de nuestros políticos desafía nuestra imaginación", añadió.
El gobierno puede ser extremadamente insensible ante una posible hambruna, sostuvo Sadeque.
La activista puso el ejemplo de Bangladesh, que fue parte de Pakistán. En 1971, recordó, el gobierno en Islamabad "no sólo explotó descaradamente a esa región, sino que la mató de hambre".
"El hambre que siguió puso en evidencia la deliberada crudeza del gobierno central", apuntó.
La situación empeorará a menos que haya "una revolución sangrienta o se tomen medidas drásticas para erradicar la corrupción y el feudalismo de la política, opinó Sadeque.
Pero, según el economista Haris Gazdar, "no hay mucho que hacer ante el alza de precios en los mercados internacionales". "La inflación es un proceso natural y necesario mediante el cual el alza de precios en el mundo se refleja en la economía local", indicó.
Lo único que puede hacer el gobierno al respecto es "mantener controlados algunos sectores particulares de la economía, en especial el de alimentos básicos, para contener la escasez y la escalada de precios en el ámbito local, proteger a los más vulnerables mediante algún tipo de subsidios y favorecer la afluencia de capital extranjero", indicó.
"Eso aliviará la presión que ejercen los factores externos y permitirá que la rupia se estabilice y, por consiguiente, reducirá algunas de las consecuencias de la inflación importada", añadió.
Gazdar reconoce que habrá "frustración, actos desesperados e incluso violencia", aunque no cree que se avecine una revolución. "Podría suceder si las agencias de inteligencia impulsan a los yihadistas a hacer algo realmente estúpido."
La inflación alcanzó la histórica cifra de 24 por ciento el primer mes del presente año fiscal, iniciado el 1 de julio, según la Oficina Federal de Estadísticas, a diferencia del 7,7 por ciento registrado el año anterior.
La inflación en el rubro alimentos se disparó a 32 por ciento, nunca antes registrada en este país ni en la región. En mayo, los precios del sector aumentaron 28 por ciento.
El precio del combustible se multiplicó por siete este año y por seis desde que el Partido del Pueblo de Pakistán llegó en febrero al gobierno.
En respuesta a las grandes penurias, el gobierno se propone lanzar en septiembre el Programa Benazir de Apoyo al Ingreso, al que se destinaron más de 470 millones de dólares al mes.
En el marco de esa iniciativa, el salario mínimo aumentará a casi 85 dólares mensuales y cinco millones de hogares recibirán un subsidio de 14 dólares al mes.
El alza del precio de alimentos y combustible en el mundo no es la única causa de las dificultades que vive Pakistán, según Sadeque.
"La pobreza aumenta desde hace tiempo porque no se quiso redistribuir las tierras cultivables, que pasaron al sector de bienes raíces y fueron usadas por el sector agroindustrial. Fue una liquidación masiva de empleos", explicó.