ECONOMÍA-ZIMBABWE: Multinacionales en fuga

A medida que recrudece la violencia política en Zimbabwe, expertos nacionales advierten que si la comunidad internacional corta sus vínculos económicos con el país, los más afectados serán los pobladores comunes y corrientes, no los gobernantes.

El Ministerio de Finanzas informó en mayo que las exportaciones caen sin cesar: ascendieron a 2.200 millones de dólares en 2000, a 1.700 millones en 2006 y a 1.500 millones el año pasado.

Las demandas internacionales de sanciones contra Zimbabwe se agolparon luego de la segunda vuelta de los comicios presidenciales el 27 de junio. Robert Mugabe obtuvo la reelección como único candidato, tras el retiro del líder opositor Morgan Tsvangirai a causa de la violencia estatal y la persecución a sus simpatizantes.

La compañía alemana Giesecke & Devrient respondió a las presiones dejando de suministrar al Banco Central del país africano el papel moneda que utiliza para imprimir la moneda local.

En rigor, no se trata del tradicional dólar de Zimbabwe sino de una suerte de pagaré al portador o cuasimoneda, que lleva impresa una fecha de expiración. Los billetes convencionales dejaron de emitirse luego de la reforma monetaria de agosto de 2006.
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La última serie de la cuasimoneda entró en circulación el pasado 2 de mayo, con vigencia hasta el 31 de diciembre de este año.

El de menor denominación es de 100 millones de dólares de Zimbabwe y el de mayor denominación de 500 millones, equivalentes a dos centavos de dólar estadounidenses al cierre del mercado cambiario de la semana pasada.

La medida adoptada por Giesecke & Devrient afectará la distribución de productos importados esenciales para la vida diaria de la población, como alimentos y combustibles, dijo a IPS el economista John Robertson.

Por su parte, el supermercado británico Tesco también anunció que dejará de ofrecer frijoles y arvejas frescas de Zimbabwe mientras persista la crisis política. La decisión afecta, sobre todo, a los pequeños productores agrícolas.

"Como siempre, son los consumidores, no los responsables políticos, quienes deben cargar el mayor peso", se lamentó el economista Robertson.

El presidente del Banco Central de Zimbabwe, Gideon Gono, declaró al diario estadounidense The Wall Street Journal que la falta de papel para la impresión de la cuasimoneda causará problemas pero no al grado de que "haya necesidad de cometer suicidio".

"Estamos básicamente preparados para hacerle frente a lo que se presente", aseguró.

Está previsto, según se informó, que el gobierno recurra a China para abastecerse del papel necesario.

A pesar de las sanciones y presiones, numerosas compañías de Gran Bretaña, la antigua metrópoli colonial y decidida impulsora de las sanciones, continúan realizando negocios con Zimbabwe.

Entre ellas figuran los bancos Standard Chartered y Barclays e industrias que explotan recursos naturales y cultivos del país africano o las compran, como la tabacalera British American Tobacco, la petrolera British Petroleum y la minera Río Tinto and Falcon Gold.

Asimismo, tienen importante presencia empresas estadounidenses como Coca Cola y la petrolera Chevron, además de mineras canadienses, al igual que más de una decena de compañías sudafricanas —la potencia regional de África austral— en los sectores bancario, agrícola, minero, inmobiliario, de seguros y de venta minorista de alimentos y bebidas.

Pero, por otro lado, la gigante petrolera anglo-holandesa Shell considera retirarse del país.

A pesar de las sanciones, Gran Bretaña sigue siendo la mayor fuente de inversiones extranjeras en Zimbabwe, según la consultora Servicios de Investigación para Inversiones Éticas, con sede en Londres.

El fondo de inversión británico LonZim aseguró en junio que se propone continuar financiando proyectos en Zimbabwe, y la minera Zimplants, controlada por la sudafricana Implants, anunció que pensaba continuar desarrollando sus minas de platino.

Ciertos sectores de la sociedad zimbabwenses creen que algunas de estas empresas son "predadoras" dispuestas a sufrir pérdidas con miras a multiplicar sus ganancias una vez que se estabilice la situación política.

El analista económico zimbabwense Luxon Zembe coincidió con Robertson en que serán los ciudadanos comunes quienes más sufran, pues verán agravadas sus penurias si las compañías extranjeras cortan sus vínculos con el país.

"En este momento la economía está operando a 10 por ciento de su capacidad. Si se retiran las empresas, habrá pérdida de bienes, servicios y empleos y caerá el producto interno bruto", dijo a IPS.

"La solución a la crisis es puramente política. Un requisito para la reactivación económica es que la dirigencia de este país resuelva este desaguisado político", afirmó.

"No hay compañía en el mundo que invierta en una nación en que no se respetan los derechos de la gente. Mientras no exista respeto por la vida humana, nuestro país continuará envuelto en la crisis", agregó Zembe.

El analista político John Makumbe, profesor en la Universidad de Zimbabwe, señaló que las compañías extranjeras tienen razones justificadas para abandonar el país.

"Los gobernantes han fallado al no asegurar la estabilidad económica. Deben aceptar sus errores. Mantenerse en un estado de negación no será de ninguna ayuda", enfatizó.

En los últimos años el producto interno bruto de Zimbabwe cayó de manera sostenida: 4,4 por ciento en 2002, 10,4 por ciento en 2003, 3,2 por ciento en 2004, 4,3 por ciento en 2005 y 4,7 por ciento en 2006, según el Fondo Monetario Internacional.

De forma paralela, la inflación se disparó. El gobierno la sitúa en 165.000 por ciento anual, pero la publicación financiera Zimbabwe Independent la ubicó en torno de 10,5 millones por ciento.

El rezago de los salarios es alarmante. Cada vez se recurre más al trueque y en el mercado negro los bienes básicos deben pagarse en dólares estadounidenses o rands sudafricanos.

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