La incursión de las mujeres cubanas en el béisbol ha abierto un nuevo frente de cuestionamiento social en un terreno que, más allá de su dimensión deportiva como pasatiempo nacional, representa un bastión del machismo arraigado en la cultura de la isla.
Los equipos femeninos, conformados de manera paulatina desde 2003, han ido ganando adeptas muy conscientes del reto que significa entrar en uno de los "templos sagrados de la masculinidad hegemónica", como lo califica Ernesto Pérez Zambrano, realizador del documental "¿Grandes Ligas?".
"Yo vi a las peloteras (jugadoras de béisbol) entrenando una tarde, de paso por las cercanías de la Ciudad Deportiva de La Habana, y eso fue como el amor a primera vista", relató Pérez Zambrano a IPS.
"A mí me gusta mucho el béisbol y los deportes en general, y quedé prendido de la imagen de las mujeres que estaban en ese lugar entrenando, me pareció muy agradable y rápidamente se convirtió en un símbolo del mundo futuro que desearía ver, aunque sea en un atisbo: el de la paz, la integración y la solidaridad plenas", confesó en su respuesta a un cuestionario vía correo electrónico.
"¿Grandes Ligas?", el trabajo de diploma de Pérez Zambrano, estudiante de la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte (ISA), explora el tema de las trasgresión de las normas de género a partir de los testimonios de las integrantes y los entrenadores del equipo de béisbol de Ciudad de La Habana.
El joven cineasta convivió con las deportistas durante un año, hasta convertirse en animador y carga bates del conjunto, cuya creación respondió a un llamado para formar selecciones de béisbol femenino, hecho por la no gubernamental Federación de Mujeres Cubana (FMC) en 2003.
Sin embargo, una de las jóvenes entrevistadas en el documental lamentó la falta de apoyo, sobre todo en cuanto a topes con otros equipos y promoción en los medios de comunicación. Según ella, a veces las jugadoras tienen que "escapar" del trabajo o de la escuela para asistir a los entrenamientos.
El béisbol femenino no está incluido aún en el calendario oficial de competencias del Instituto Nacional de Deportes (Inder). No obstante, celebra cada año la Copa 8 de Marzo, de alcance nacional, además de presentarse como exhibición en la Olimpiada Nacional de Deporte Cubano, con frecuencia bienal.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), el año pasado sólo participaron 221 mujeres en competencias de béisbol de mayores, a nivel municipal y comunitario, una cantidad ínfima en comparación con los más de 182.000 hombres presentes en certámenes, incluyendo campeonatos provinciales y la Serie Nacional.
La desproporción se hace más notable al considerar que las mujeres representaron cerca de 20 por ciento de quienes compitieron en lides de categorías adultas el año pasado en el total de deportes.
"Que las mujeres cubanas estén jugando béisbol significa que estamos dando un paso hacia la justicia humana y es un símbolo, porque la pelota es, además del deporte nacional, un fenómeno cultural", dijo a IPS Danae Diéguez, profesora del ISA e investigadora de las relaciones de género en el cine cubano.
Diéguez considera que la entrada de las mujeres en el béisbol abre "un camino hacia la equidad de género", que dinamitaría estructuras sociales rígidas para alcanzar una sociedad entonces "culturalmente más diversa y justa".
Las primeras peloteras cubanas saltaron al terreno en la década del 40, animadas por el éxito de sus vecinas estadounidenses, quienes ya habían participado esporádicamente en torneos desde el último cuarto del siglo XIX.
La estadounidense Liga Profesional Americana de Béisbol para Mujeres, que se mantuvo activa hasta 1954, había surgido en 1943 ante el declive de las Grandes Ligas de ese país por la incorporación de los hombres al ejército durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945),
"Se ve feo en las mujeres, en los hombres no", señaló un joven interrogado por Pérez Zambrano. "El béisbol siempre ha sido de hombres", remarcó.
Otros hombres consultados en el documental sostienen que la mujer es "más propia para hacer la comida que a jugar pelota" o que "es genéticamente inferior al hombre", todos argumentos para justificar su rechazo a la incursión femenina en el béisbol, un deporte considerado casi como una religión en este país caribeño de 11,2 millones de habitantes.
"No creo que la sociedad cubana, a pesar de todo lo que se ha logrado en derechos y leyes, esté preparada para que las mujeres sean asimiladas en el béisbol", observó Diéguez. "Pero ellas se están imponiendo", acotó.
Una de las jóvenes beisbolistas relata en "¿Grandes Ligas?" cómo fue rechazada en su familia. "Tuve que escoger entre mi novio y la pelota, y escogí la pelota", confesó.
"El mundo cambió y las mujeres de hoy no son esclavas", cantan a coro sus colegas al regreso de una competencia.
Pérez Zambrano, por su parte, está seguro de que su empeño será útil. "Apostamos ciegamente a que, de un modo más simple o más complejo, los hombres y las mujeres se encontrarán en la equidad y la paz", apuntó.
Y tal vez sea ese el mensaje final del documental, que concluye con las palabras de un niño. "Ellas pueden jugar hasta en Grandes Ligas", dice el pequeño.
"Las generaciones más jóvenes son las que pueden estar más preparadas para asumir esa trasgresión, para dinamitar esa cultura patriarcal que arrastramos todos y todas", observó Diéguez.