Singapur compra del exterior casi 100 por ciento del alimento que consume, y aún así el gobierno permitió a los importadores aumentar sus reservas de arroz. En cambio, Filipinas, el mayor comprador mundial del grano, apela a exportadores no tradicionales como China y Pakistán.
Ya sean productores o importadores, los países asiáticos, donde se cultiva y consume la mayor parte de ese alimento básico, siguen padeciendo el impacto de su encarecimiento. La inflación se disparó en los últimos cuatro meses, especialmente a raíz de ello.
El precio promedio del arroz de exportación casi se duplicó a 585 dólares la tonelada, respecto de los 326 de 2007, según el Instituto Internacional de Investigación del Arroz.
En Tailandia, el mayor exportador, el grano aumentó más del doble: de 376 dólares la tonelada en enero pasó a 907 en mayo.
Se especula que el precio del arroz seguirá alto en los próximos años, lo que incrementa el nerviosismo en una región donde antes su suministro no motivaba preocupación alguna.
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La inflación mensual de Vietnam es la mayor de la región, con 26,8 por ciento, en tanto Singapur experimentó el mayor salto: de 0,5 por ciento en 2007 pasó a 7,5 por ciento este mes, según el Banco de Desarrollo Asiático.
"El (actual) precio del arroz es demasiado alto para la escasez" existente, dijo a IPS la economista, Concepción Calpe, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), vía correo electrónico.
Hay especulaciones acerca de que los precios disminuyan un poco gracias a que se "esperan nuevas reservas alrededor de octubre y noviembre", apuntó.
No es la primera vez que hay escasez mundial de alimentos, apuntó Calpe, al recordar que ocurrió una crisis más grave a mediados de los 70. No es sólo un asunto de oferta y demanda.
El nerviosismo que se vive en la región, y fuera de ella, también se debe a otros factores como la fuerza del dólar y del mercado del trigo.
Pero mientras, las naciones acusaron el golpe de diferentes formas.
Al estar al final de la cadena productiva del arroz, los países importadores son los más vulnerables a su encarecimiento, así como a la escasez de reservas.
El ministro de Comercio e Industria de Singapur, S. Iswaran, informó que la medida de aumentar las reservas del país "también ayudará a garantizar que éstas sean mayores para que nos sirvan de contención y amortiguación ante cualquier crisis futura en el suministro".
Aun así "no es fácil", indicó el estudiante universitario Khairi. "Antes costaba casi tres dólares (estadounidenses) una comida normal. Ahora tengo que pagar casi cuatro y sigo con hambre".
Algunos gobiernos como el de Malasia tuvieron que adoptar medidas impopulares y recortar los subsidios destinados a ayudar a los ciudadanos debido a la disparada de los costos.
El mentor del ministro de Singapur Lee Kuan Yew rechazó las solicitudes de subsidios arguyendo que propiciarían la competencia.
En cambio, sostuvo, con una moneda fuerte, "no importa cuánto aumente el precio del arroz, de la comida o de cualquier otra cosa, no pasaremos hambre".
Las tribulaciones del arroz obligaron al gobierno de Filipinas a crear un plan, por enésima vez, a fin lograr la autosuficiencia para 2010.
No se trata de un concepto foráneo porque, tal como señaló el ministro de Agricultura, Arthur Yap, "después de todo, la autosuficiencia en materia de arroz no es un misterio para los filipinos. No hace mucho, nuestra producción bastaba para nosotros y hasta la compartíamos con el mundo".
No sorprende el intenso debate aparecido en la prensa local acerca de cómo ese país pasó de ser uno de los exportadores más importantes a ser un gran importador.
Filipinas aseguró sus reservas para 2008, según la prensa, y mantuvo contactos con proveedores como Tailandia y Vietnam.
Pero no se trata sólo de comprar arroz.
Productores como India y Vietnam prohibieron o limitaron las exportaciones a fin de asegurar su mercado interno, lo que repercute en el mercado mundial.
Para Camboya, la crisis significó un reto para tratar de aprovechar la oportunidad de impulsar el desarrollo.
Mediante una mayor inversión en agricultura, ese país se propone aumentar la producción aprovechando el alza del precio de los alimentos.
Camboya, que vende alrededor de dos millones de toneladas de arroz al año, es el primer país en haber levantado la prohibición de exportar a principios de este año con una producción de unas 6,4 toneladas de grano al año.
Pero la medida puede no beneficiar en forma directa a la población rural, alrededor de 46 por ciento de los más de 14 millones de habitantes, que tienen pocas tierras o nada.
En cambio, el encarecimiento de los alimentos, 24,2 por ciento el año pasado, puede tener mayores efectos sobre los camboyanos pobres, 20 por ciento de la población, que gastan 83 por ciento de sus ingresos en comida, según datos del no gubernamental Foro sobre Camboya.
Aun en Tailandia los precios aumentaron en algunos casos hasta 60 centavos.
"Hace tan sólo tres meses, el kilogramo de arroz costaba 45 centavos. Ahora está a casi un dólar", protestó el vendedor callejero Vuttikchai
"No sirve de nada que también aumenten los precios del combustible. Todo sube salvo nuestros salarios", agregó.
A fin de ayudar a los pobres a lidiar con el aumento del costo de vida, el gobierno tailandés anunció que compraría arroz a los agricultores a un precio mayor y accedió a otorgar subsidios este mes.
A raíz de la carestía del arroz surgió la propuesta de plantar papa.
"Muchas naciones en desarrollo buscan nuevos cultivos alternativos que tengan mayor rendimiento y menor ciclo productivo", indicó el viceministro de Agricultura y Cooperativas de Tailandia, Theerachai Seankew.
"La papa puede ser una solución", apuntó.
Pero para los asiáticos no es una buena alternativa porque ingieren arroz en todas las comidas.
"No es tan fácil", alegó el anciano Lee Teck Huat. "Soy viejo y no puedo acostumbrarme así como así a comer papa. Y tampoco los jóvenes".
