Michael Blair, texano condenado a muerte por homicidio, podría ser absuelto en breve, luego de años y años de pruebas científicas y trámites legales. La decisión debilitará la confianza en el sistema judicial de Estados Unidos y en la pena de muerte.
Exámenes de ADN (ácido desoxirribonucleico, que permiten determinar con precisión a quién pertenecen tejidos humanos hallados en la escena de un crimen) a muestras microscópicas de cabellos establecieron que no hubo vínculo alguno entre Blair y el homicidio de una niña en 1993.
Se espera que un tribunal de apelaciones del meridional estado de Texas permita a Blair comparecer en un nuevo juicio. Los fiscales desestimarían entonces los cargos en su contra, pues, según la defensa, no hay evidencias ni siquiera para acusarlo.
"No hay un argumento de buena fe para apoyar la actual condena a la luz de los hechos y de la ley", dijo el fiscal del condado de Collin, John Roach, en una carta abierta publicada en la prensa el 23 de mayo.
"Todos los (análisis de) ADN señalaron su inocencia", dijo a IPS el abogado de Blair, Philip Wischkaemper.
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Blair, condenado en buena medida sobre la base de exámenes microscópicos de muestras de cabello, estuvo a punto de ser ejecutado en 1999.
"Este caso muestra crudamente que el sistema comete errores y que esos errores pueden tener consecuencias escalofriantes", sostuvo Barry Scheck, codirector del Proyecto Inocencia, organización que colaboró con la defensa de Blair.
"La clase de evidencia que condujo a la errónea condena de Michael Blair se usa en incontables casos que ocurren todos los días en todo el país", agregó Scheck.
El Proyecto Inocencia es una organización nacional dedicada a demostrar la inocencia de condenados usando análisis de ADN, una técnica que avanza con rapidez. La primera absolución por esa vía se registró hace menos de 20 años.
La clave de la condena fueron los antecedentes de abuso sexual contra niños y niñas que poseía Blair, dijo Wischkaemper.
Ashley Estell, de siete años, fue secuestrada en 1993 en un parque de diversiones en Plano, Texas. Luego la hallaron estrangulada.
"No se la había visto con Blair, no tenía vínculo con él", señaló Wischkaemper. Blair admitió haber abusado de menores —cuando se lo exonere será, seguramente, condenado a cadena perpetua por esa causa—, pero negó haber cometido asesinatos.
El crimen estuvo tan cargado de emociones que el juicio debió ser trasladado a 483 kilómetros de distancia. Todos querían entonces "matar a Michael Blair", recordó Wischkaemper.
La legislatura de Texas llegó a dictar en esos tiempos normas especiales —las llamadas "Leyes de Ashley"—, para mejorar el rastreo de abusadores sexuales de niños y niñas e imponerles condenas más severas.
Si Blair es absuelto del homicidio de Ashley Estell, se sumará a una lista de 129 condenados a muerte que se salvaron de la ejecución desde 1973 por determinarse de algún modo u otro su inocencia.
"Estos no son simplemente casos en los que la condena se reduzca y luego el reo es liberado", dijo Richard Dieter, director ejecutivo del Centro de Información sobre la Pena de Muerte, institución dedicada al estudio de este castigo y que no se pronuncia a favor ni en contra de éste.
En estos casos, la justicia revisó las condenas y concluyó que los presos no debieron ni siquiera haber sido acusados, agregó.
Jurados y jueces de Estados Unidos dictan hoy muchas menos condenas a muerte que hace una década.
"El ritmo de las absoluciones aumentó agudamente en los últimos años, y esto suscitó dudas sobre la confiabilidad de todo el sistema", dijo el Centro de Información sobre la Pena de Muerte.
La demostración de la inocencia de condenados es hoy el principal argumento para convencer al público estadounidense de dejar de lado la pena de muerte, dijo a IPS Judi Caruso, directora de la organización abolicionista Voces Unidas por la Justicia.
"Ellos todavía creen que es un castigo moral que alguien sea condenado. Pero están reevaluando el sistema y considerando que está roto y no tiene arreglo", agregó.
El Proyecto Inocencia, que comenzó en 1992, se concentra exclusivamente en lograr absoluciones apelando a pruebas de ADN. Esta organización ha ayudado a librar de la pena de muerte a 16 personas.
Otros proyectos y abogados a título personal tramitan apelaciones, muchas de las cuales no involucraron evidencias genéticas.
Este trabajo fue crucial, pues sólo entre cinco y 10 por ciento de los casos penales poseen evidencias disponibles que se puedan someter a análisis de ADN, según el Proyecto Inocencia.
A menudo, la evidencia es demasiado antigua —algunas personas condenadas a muerte lo fueron por delitos cometidos hace 20 años o más—, no existe o es inadecuada.
En 2001, el Centro sobre Condenas Erróneas de la Facultad de Derecho Northwestern analizó 86 casos de absolución de condenados a muerte y detectaron muchos factores comunes, como falsos testimonios, identidad equivocada y mala conducta de policías y fiscales.
La mala representación legal y el falso testimonio mantuvieron durante 15 años en el pabellón de los condenados a "Bo" Levon Jones, hombre negro condenado por asesinato, hasta el mes pasado. Esto ocurrió en el oriental estado de Carolina del Norte.
"Jones recibió a dos abogados designados por el tribunal que prácticamente no perdieron tiempo ni esfuerzos en investigar el delito o sus antecedentes", dijo el juez federal Terrence Boyle al ordenar que se realizara un nuevo juicio, en 2006.
Jones fue liberado luego que la testigo clave se retractó de su testimonio. Como consecuencia, el fiscal de distrito retiró todos los cargos en su contra.
Un sistema incapaz de proteger a un inocente "no debería jugar con la vida y la muerte", dijo la abogada Cassandra Stubbs, de la Unión por las Libertades Civiles de Estados Unidos (ACLU, por sus siglas en inglés), quien representó a Jones.
Treinta y seis estados estadounidenses todavía implementan la pena de muerte, y actualmente hay más de 3.255 personas en el pabellón de los condenados. Cientos de ellos aseguran ser inocentes, pero sólo unos pocos reciben la asistencia legal necesaria para investigar su inocencia.
El Proyecto Justicia, con sede en Washington, observó que por cada nueve ejecuciones realizadas en Estados Unidos, una persona es absuelta. Esa cifra sugiere que muchísimos condenados podrían ser —o haber sido— inocentes.
Existe evidencias de que recientemente se ejecutó a personas inocentes, según Dieter.
La Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) y los periódicos Houston Chronicle y Chicago Tribune identificaron a cuatro inocentes ejecutados en los últimos años, señaló.