La mediación de Turquía permitió reanudar las negociaciones sobre las Alturas del Golán, territorio de Siria ocupado por Israel en 1967, tras una pausa de ocho años. Analistas egipcios creen que los dos países carecen de interés genuino en llegar a un acuerdo.
Ni Siria ni Israel "negocian sobre el destino del Golán, sino más bien por otras razones", dijo a IPS Abdel-Halim Kandil, ex director del semanario opositor Al-Karama.
En mayo, funcionarios de ambos países revelaron que estuvieron varios meses embarcados en negociaciones indirectas y reservadas. Intentos anteriores patrocinados por Estados Unidos colapsaron en 2000, en buena medida por el alcance de la propuesta retirada israelí.
El estado judío insistía entonces en mantener la franja costera sobre el mar de Galilea, cuyas aguas considera vitales para su seguridad.
"Las conversaciones anteriores fracasaron por las demandas israelíes", dijo a IPS Ayman Abdelaziz Salaama, profesor de derecho internacional en la Universidad de El Cairo.
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"Israel exigía acceso a recursos hídricos sirios, la expulsión de Siria de grupos de la resistencia antiisraelí y el establecimiento en ese territorio de una estación de alerta temprana administrada por Estados Unidos para evitar un ataque", agregó.
Pero Siria mantiene su condición de que Israel renuncie a todo el Golán como parte de cualquier acuerdo de paz. "Lo que está en la agenda es la devolución de toda la tierra", dijo el presidente Hafez Al Asad la semana pasada en Emiratos Árabes Unidos.
Mientras, Israel reclama que Siria se distancia de su aliado Irán y corte sus históricas relaciones con el partido islamista palestino Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y con el chiita Partido de Dios (Hezbolá), de Líbano.
"Siria quiere las Alturas del Golán, e Israel quiere una total disociación (siria) de Hamás, Hezbolá e Irán. Es una línea roja para garantizar la seguridad", dijo el mes pasado Tzachi Hanegbi, del partido derechista israelí Likud.
En las más de cuatro décadas transcurridas desde la Guerra de los Seis Días (1967), Siria forjó alianzas cercanas con actores regionales que, como ella misma, se oponen a la ocupación israelí de tierra árabe..
Entre ellos figuran Irán, acérrimo detractor del Estado judío desde su Revolución Islámica de 1979, a Hamás en Palestina y a Hezbolá en Líbano.
Desde 2001, las agresivas políticas de Washington Unidos consolidaron aun más la coalición, asociada ahora con la resistencia contra los planes estadounidenses e israelíes para Medio Oriente.
Siria está bajo una enorme presión internacional —dirigida por Estados Unidos— desde el asesinato, en 2005, del ex primer ministro libanés Rafik Hariri.
A pesar de la ausencia de evidencias que impliquen al régimen sirio en el crimen, Estados Unidos continúa presionando a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para que se pronuncie sobre el caso.
Mientras, Irán también soporta una creciente presión liderada por Estados Unidos por su programa nuclear.
Un informe de la inteligencia de Estados Unidos concluyó en diciembre que Irán interrumpió su programa armamentista nuclear en 2003, pero la Casa Blanca pretende sanciones internacionales cada vez más estrictas contra la república islamista chiita.
Hamás y Hezbolá tienen experiencia reciente en combates militares con Israel, a diferencia que sus países aliados. Estados Unidos considera a ambas "organizaciones terroristas".
Pero aunque la reanudación del diálogo formal Israel-Siria está prevista para la semana próxima, probablemente en Turquía, analistas en El Cairo dijeron que representan poco más que una estratagema táctica para ambas partes.
"Siria parece estar meramente manipulando las conversaciones. De esta manera, espera contrarrestar el aislamiento que le impone Washington y demostrarle a la comunidad internacional que está interesada en la paz", dijo Kandil.
"Damasco también espera que Washington atenúe atenuar su apoyo a la oposición al régimen en el exilio", dijo Kandil.
Israel tampoco parece sincero, señalan analistas.
"No hubo ningún cambio en el equilibrio regional de poderes para forzar concesiones israelíes en el Golán", dijo Kandil. "Israel sólo está jugando la carta de la negociación para abrir una brecha entre Siria y sus aliados, que se oponen unánimemente a la negociación."
"Siria sola no representa una amenaza militar seria para Israel. Pero todos sus aliados —Irán, Hezbolá y Hamás— tienen la capacidad para atacar", enfatizó.
Kandil continuó expresando dudas en cuanto a la renuncia de esas alianzas. "Sin Irán o los grupos de la resistencia, Siria perdería todos los medios para ejercer presión militar sobre Israel", señaló.
Según Salaama, Siria podría considerar distanciarse de las facciones de la resistencia, pero no de Irán. "Su estatura en la región está estrechamente vinculada con su cercanía a Teherán", dijo.
Al-Assad dijo tener intención de mantener "relaciones normales" con Irán. A fines del mes pasado, el ministro de Defensa sirio Hassan Turkmani se reunió con su par iraní para renovar un acuerdo de defensa y discutir sobre cooperación militar.
Aunque tanto Siria como Israel parecen estar explotando las conversaciones a fin de lograr ganancias en otras partes, Salaama destacó que un resultado exitoso no estaba enteramente fuera de la cuestión.
"El éxito o fracaso de las conversaciones dependerá de la mediación constructiva de Turquía, del apoyo de Estados Unidos y de la disposición de ambas partes para hacer concesiones", dijo.
Analistas egipcios se mostraron poco sorprendidos de que los dos antagonistas hubieran elegido a Turquía por sobre Egipto —un tradicional líder de la región— para mediar en la disputa.
"Egipto ha perdido buena parte de su peso diplomático de otrora. Turquía, mientras, ha mantenido relaciones fuertes tanto con Israel como con Siria, y se ufana de su estatura política y económica regional", señaló Kandil.