IRAQ: Señales de paz desde Kirkuk

La al parecer inminente definición del estatus de la septentrional gobernación iraquí de Kirkuk, riquísima en petróleo, puede significar un respiro para los esfuerzos por la estabilidad de ese país.

De acuerdo con la Constitución de Iraq, la población de Kirkuk debía decidir en 2007, en referendo, si el territorio se unía a la región autónoma de Kurdistán, seguía bajo jurisdicción de Bagdad o se dotaba de un estatus especial como zona independiente dentro del país.

La consulta popular no se realizó. El plazo se extendió seis meses más, hasta fines de este mes. Pero otra vez es poco probable que se celebre, dada la gran oposición de diversos grupos étnicos iraquíes, de países vecinos y de Estados Unidos.

Sin embargo, los kurdos están listos para salir del punto muerto en que están bloqueados desde hace años, si no décadas, lo que hace pensar en la posibilidad de que se desactive la bomba de tiempo que significa la indefinición del asunto para la situación de Iraq, indicó el martes un alto funcionario de esa región.

"En tanto que kurdos, estamos listos para compartir el poder de Kirkuk", declaró a la agencia de noticias Reuters el primer ministro del gobierno regional de Kurdistán, Nechirvan Barzani, desde Dubai, uno de los Emiratos Árabes Unidos.
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"Estamos impulsando una solución, no especialmente un referendo. Le pedimos a la ONU (Organización de las Naciones Unidas) que se involucre técnicamente porque la situación es complicada", añadió.

Las declaraciones de Barzani muestran el nuevo compromiso de los kurdos con una solución al problema institucional de esa provincia petrolera, tras la férrea oposición a todo tipo de acuerdo que no fuera una consulta popular.

Marcan, además, un cambio de tono respecto de las posiciones anteriores.

"Kirkuk es nuestra Jerusalén", dijo había dicho en 2005 el líder de la Unión Patriótica de Kurdistán (PUK), Jalal Talabani. Masoud Barzani, líder del Partido Democrático de Kurdistán, sostuvo entonces que la ciudad es el corazón de la nación. "Estamos preparados para luchar y sacrificar nuestras almas para preservar su identidad", advirtió.

En las elecciones de 2005, los partidos kurdos obtuvieron 59 por ciento de los votos, y los turcomanos, 18 por ciento.

Debajo del suelo de Kirkuk descansan 40 por ciento de las reservas conocidas de petróleo iraquí y seis por ciento de las mundiales.

El régimen del fallecido Saddam Hussein, que transcurrió entre 1979 y 2003, desarrolló hasta la guerra del Golfo (1991) una política de "arabización" (limpieza étnica) que implicaba el desarraigo de miles de kurdos y la implantación de grandes contingentes árabes sunitas en la región.

El gran aumento de la población kurda de Kirkuk desde la invasión de 2003 llevó a que la insistencia en una consulta popular fuera interpretada como un intento, por parte de las autoridades autónomas de Kurdistán, de apoderarse de la provincia y la ciudad.

"Parecen ser buenas noticias, porque el líder kurdo Maasoud Barzani y el presidente iraquí Jalal Talabani están muy presionados por sus simpatizantes para lograr el máximo en varias áreas, entre ellas Kirkuk", indicó Wayne White, jefe del equipo de inteligencia en Iraq del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, de 2003 a 2005.

El enviado especial de la ONU a Iraq, Steffan de Mistura, analiza otras soluciones posibles.

Mientras el ejército estadounidense y sus aliados iraquíes llevan adelante varias operaciones para pacificar ese país asolado por la guerra, Kirkuk sigue siendo un lugar donde en cualquier momento se desata un conflicto armado.

"Estados Unidos aconseja mesura respecto de Kirkuk por el peligro de desbaratar sus planes de mejorar la seguridad", señaló White.

Desde hace mucho tiempo, los líderes kurdos afrontan un gran dilema para hacer concesiones importantes respecto de Kirkuk por el gran componente emocional que el asunto tiene en la historia contemporánea del Kurdistán.

En 1975, el acuerdo de autonomía con Bagdad se rompió tras la negativa del líder Mustafa Barzani, abuelo del actual primer ministro de Kurdistán, de dejar de reclamar Kirkuk.

Desde entonces es muy difícil para los líderes kurdos apartarse de ese legado.

Cualquier concesión en lo que respecta a Kirkuk puede socavar la popularidad de los dos principales grupos políticos kurdos: el Partido Democrático del Kurdistán y la Unión Patriótica del Kurdistán. Pero también puede depararles réditos importantes.

Un acuerdo puede mejorar el vínculo de los kurdos con la vecina Turquía, país que los amenaza con acciones militares si se apoderan de Kirkuk.

También pueden lograr que el gobierno haga concesiones que los beneficien, como reconocer los polémicos convenios petroleros que tienen con empresas extranjeras que Bagdad y Washington no miran con buenos ojos.

Además, puede ayudar a mejorar la seguridad del Kurdistán y la relación con comunidades sunitas, turcomanas y chiitas de Iraq.

La nueva posición conciliadora de los líderes kurdos fue aplaudida por los turcomanos de la ciudad, quienes desde hace meses boicotean el consejo provincial de Kirkuk.

Al igual que los kurdos, los turcomanos reclaman para sí la ciudad. Algunos de sus partidos políticos más importantes resisten con dureza la incorporación de la ciudad a Kurdistán.

"Los turcomanos recibieron las declaraciones de Barzani con mucho optimismo", dijo a la agencia de noticias Voces de Iraq Akram Tarzi, miembro de esa comunidad del bloque parlamentario del joven clérigo chiita Muqtada al-Sadr.

"Los líderes turcomanos se dieron cuenta que la causa de Kirkuk no puede resolverse sin un acuerdo", añadió.

Los kurdos constituyen la principal nación del mundo sin estado propio. Cerca de 12 millones viven en el sudeste de Turquía, cinco millones en Iraq, un millón en Irán y menos de un millón en Siria. También hay pequeñas comunidades kurdas en Kirguistán, Azerbaiyán y Rusia.

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