San Carlos de Bariloche, un centro turístico a dos mil 700 kilómetros al sur de Buenos Aires, dispuso este mes la identificación de los alimentos producidos con material genéticamente modificado. La medida obliga a los comercios de alimentos a exhibir una lista de productos con material manipulado en laboratorios.
Argentina es el segundo productor de cultivos genéticamente modificados, después de Estados Unidos, y la Unión Europea se resiste por esa razón a adquirir parte de su oferta agrícola.
La organización ecologista Greenpeace celebró la determinación de las autoridades de Bariloche y exhortó al congreso nacional a obligar por ley el etiquetado de los transgénicos.