Los delegados ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) discrepan del director de esa institución, Pascal Lamy, para quien las negociaciones para liberalizar el comercio agrícola se encuentran cerca de su conclusión.
Días atrás, Lamy declaró que "estamos casi ahí en agricultura, aunque no es el caso en materia de acceso a los mercados de bienes industriales". Representantes de países en desarrollo han expresado vehementemente su desacuerdo con esa evaluación.
Un delegado de una nación africana, quien pidió no revelar su nombre, dijo a IPS que "se ha lanzado esta idea de que las negociaciones respecto de los productos agrícolas están progresando y que deberíamos concentrarnos en los industriales. Vemos esto con preocupación. Se ha avanzado, pero ¿estamos cerca de un acuerdo? No".
Los delegados, agregó, ven con preocupación los subsidios que Estados Unidos concede a sus productores. La ley agrícola aprobada hace poco en ese país, dijo, incrementa el apoyo, incluso en esta época de precios excesivamente altos de los alimentos.
Otro representante de una nación en vías de desarrollo señaló que se está difundiendo una imagen distorsionada. "Se subestima todo el trabajo que aún queda por delante en agricultura. Estamos muy lejos de un acuerdo en materia de mecanismos especiales de salvaguardas", SSM por sus siglas en inglés, una herramienta para la protección de los mercados de los países del Sur.
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Una reunión especial sobre los SSM, convocada a fines de la semana pasada por el responsable de las negociaciones agrícolas, Crawford Falconer, no produjo resultados, agregó la fuente.
Parte del problema es que Estados Unidos aún no ha indicado si aceptará la franja menor de apoyos internos propuesta en el texto de Falconer. Actualmente ese país destina alrededor de 7.500 millones de dólares a ese rubro, que distorsiona las condiciones del comercio agrícola.
El borrador que se está negociando en la OMC permite a Estados Unidos mantener esas subvenciones en una franja de entre 13.000 y 16.000 millones de dólares, la cifra exacta debe ser acordada. Es decir que incluso el monto menor permite a Washington casi duplicar esos apoyos a su sector agrícola.
Medios de prensa citaron a fines de la semana pasada al ministro de Comercio e Industria de India, Kamal Nath, afirmando que "mi oferta a Estados Unidos es que reduzca sus subsidios en un dólar y hay acuerdo. Pero ellos responden que no sólo no piensan recortar un solo dólar sino que quieren tener el derecho a duplicarlos en los próximos 10 años".
Las negociaciones sobre los productos tropicales y preferencias están igualmente empantanadas. La Unión Europea (UE) aparentemente busca liberalizar el comercio de productos que las naciones ACP (África, Caribe y Pacífico) quieren mantener protegidos para preservar su acceso al mercado de ese bloque.
Aunque el azúcar y el banano se roban los titulares, existen otros productos que son de importancia para las naciones ACP: frutas frescas y deshidratadas, varios tipos de aceites, vainilla y otros extractos, esencias o concentrados.
Estos últimos son frecuentemente desestimados por el pequeño volumen de su comercio. Sin embargo, aunque los países ricos no los consideren significativos resultan importantes para los pequeños agricultores de las naciones ACP.
Las conversaciones sobre acceso a los mercados de los bienes industriales (NAMA, por sus siglas en inglés) también llegaron a un punto muerto. Existen varios temas que pueden llevarlas al fracaso.
En primer lugar, los países del Sur se oponen a las fuertes rebajas de aranceles de importación propuestas, más amplias que las que deberían aplicar las economías ricas. Han formado la coalición NAMA 11, de países en desarrollo defensores de una mínima reducción de aranceles, que incluye entre sus miembros a Argentina, Brasil, Egipto, India, Namibia, Sudáfrica y Túnez.
Según un análisis del no gubernamental Centro Sur, los integrantes del NAMA 11, según el texto en discusión, deberán reducir sus aranceles de importación entre 54 y 60 por ciento, mientras que los países ricos sólo tendrán que hacerlo en 30 por ciento.
Los sindicatos de esos países en desarrollo enviaron este mes una carta a sus ministros de Comercio advirtiendo que la propuesta actual llevará a "la pérdida de empleos en muchos sectores y detendrá el desarrollo de las industrias en nuestros países".
El texto en discusión permite a los países algunas "flexibilidades" para recortes menores de aranceles en ciertos tipos de productos.
Un problema mayor para el Mercado Común del Sur (Mercosur), que comprende a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, es que, a propuesta de Estados Unidos y la UE. El texto introdujo restricciones al volumen del intercambio de productos que gocen de ese tratamiento "flexible".
Para los países del Mercosur esto significa que aunque las "flexibilidades" estarán disponibles no podrán utilizarlas a pleno. Un negociador señaló a IPS: "Tome en cuenta una economía como la de Argentina. Aunque le permitan 'flexibilidades' de 12 a 14 por ciento de sus posiciones arancelarias, se topará con la limitación del volumen del comercio al haberlas aplicado en sólo siete por ciento de sus posiciones arancelarias".
Como bloque, el Mercosur ha solicitado aplicar un tratamiento "flexible" a 16 por ciento de las posiciones de su arancel externo común sin restricciones al volumen del comercio. Un representante del bloque advirtió que se trata de un tema que definirá su adhesión o no al acuerdo. "Sin esa cláusula, ni siquiera nos podemos sentar a dialogar", aseguró.
El otro punto que generó airadas protestas del NAMA 11 es la cláusula contra la "concentración". El responsable de las negociaciones de productos industriales, Donald Stephenson, incluyó propuestas que, según los delegados de países en desarrollo, reducirán drásticamente su capacidad para proteger algunos sectores sensibles.
Esas propuestas, dijeron a IPS, van más allá del mandato de las negociaciones sobre NAMA. Ese mandato establecía señalaba que los países no debían usar las "flexibilidades" para proteger categorías enteras de productos, pero el texto actual sostiene que las subcategorías enteras de productos no pueden ser protegidas de la competencia externa mediante flexibilidades.
"¿Por qué deberíamos acatar esto?", se preguntó un delegado. "¿Vamos a obtener lo mismo en el caso de los productos sensibles?". Se refería a la cláusula agrícola que permite a la UE y a otros países ricos proteger determinados sectores.
"¿Debemos plantear que ellos no pueden concentrar sus 'flexibilidades' en un grupo entero de productos? ¿Lo aceptarán? Esto viola el mandato" de las negociaciones, aseguró.
* Este es el segundo artículo de una serie de dos de la experta en políticas comerciales Aileen Kwa.