Un sentimiento de decepción cunde entre los países en desarrollo a causa del giro desfavorable registrado, especialmente esta semana, en las negociaciones de la Ronda de Doha, que la OMC ha concebido para profundizar la liberalización del comercio internacional.
En el actual escenario resulta difícil afirmar que nos encontramos en un momento de optimismo respecto del progreso de las negociaciones, explicó Roberto Azevedo, un negociador de alto rango del gobierno de Brasil que coordina al Grupo de los 20 (G-20), integrado por países del Sur con intereses agrícolas afines.
Se advierte una falta total de liderazgo, "así lo quiero dejar bien claro", de los países más industrializados, como Estados Unidos, los miembros de la Unión Europea y quizás Japón en menor medida, interpretó Néstor Stancanelli, director de relaciones económicas internacionales de la cancillería argentina.
"Esos países presentan cada día más condicionamientos a los avances de Doha", dijo Stancanellis a IPS.
La rueda de Doha, lanzada por la OMC (Organización Mundial del Comercio) en noviembre de 2001, había sido entendida por el mundo en desarrollo como una ronda de compensación ante los beneficios obtenidos exclusivamente por las naciones industrializadas en la Ronda Uruguay (1986-1994) y en anteriores negociaciones del GATT (Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio).
[related_articles]
La actual es una ronda para reparar las distorsiones fundamentales en las reglas del comercio internacional y, de esa manera, para contribuir al desarrollo, confirmó el G-20 en una declaración emitida este viernes ante "la crítica coyuntura" que atraviesa Doha.
En oposición, las naciones industrializadas intentan echar a pique las ambiciones de liberalización de la agricultura, sostuvo el G-20.
Pero la agricultura sigue siendo el motor de la ronda y será el progreso en la negociación agrícola el que dicte las posibilidades de éxito de Doha, insistió Azevedo.
El G-20 refutó las declaraciones de altas autoridades de países miembros de la OMC, quienes sostuvieron que la situación en agricultura estaba más cerca de una solución y que el obstáculo de la ronda reside en la contribución que los países en desarrollo emergentes deben hacer en la negociación de bienes industriales.
Por el contrario, el G-20 subrayó que el nivel de ambición que se alcance en la liberalización del comercio agropecuario determinará la profundización de la apertura en otras áreas, en especial en bienes no agrícolas, un rubro conocido también como acceso a mercados de productos no agrícolas (Nama, por sus siglas en inglés).
Los intentos repetidos de algunas naciones industrializadas por revertir esa lógica y forzar al pago de un precio desproporcionado a las naciones en desarrollo, son la mejor fórmula para el fracaso, afirmó el grupo de gobiernos del Sur.
Por ejemplo, en el renglón de apoyo interno, que alude a las financiaciones estatales a los agricultores, todavía no sabemos cuáles serán las contribuciones que harán los países que más subvencionan a su agricultura, observó Azevedo.
Esta cuestión adquiere cada día mayor relevancia a causa de la situación de los precios de los alimentos, apuntó. Nos enfrentamos también con escasez de alimentos que básicamente deriva, según entendemos, de la concentración de producción agrícola en algunos pocos países, del mundo industrializado, a causa de las subvenciones, insistió el diplomático brasileño.
El otro aspecto fundamental de la negociación agrícola, el de acceso a los mercados, que en lo principal se refiere a los aranceles que obstruyen las importaciones, la situación es probablemente aún peor, describió Azevedo.
En cuanto a Nama, el negociador brasileño dijo que el presidente del comité de negociaciones en ese rubro, el canadiense Don Stephenson, dijo este viernes a los asistentes a una reunión selecta de miembros de la OMC que había observado muestras de flexibilidad en algunos países.
Stephenson precisó que era optimista sobre la evolución de las negociaciones en algunas áreas de Nama.
Por tanto, esperamos que esos avances en Nama desencadenen progresos semejantes en agricultura, dijo Azevedo.
Estamos decepcionados porque ese clima de Nama no se refleja en agricultura, insistió.
Azevedo estimó que si al comenzar la semana venidera no hay progresos sensibles en las discusiones de Nama que ha organizado Estados Unidos en la sede de su misión ante la OMC, "entonces tendremos que detener todo y pensar los próximos pasos".
Antes de esta semana, yo era más optimista. Ahora las cosas no lucen muy prometedoras. Hay falta de voluntad política, o falta de un mandato, o de instrucciones para alcanzar convergencias. Puede deberse a una multiplicidad de factores, reflexionó.
Stancanelli dijo que Argentina no había sido invitada a las reuniones que organiza Estados Unidos porque "nosotros estamos diciendo las cosas muy claras". Al no invitarnos se manifiesta explícitamente que no se quiere un acuerdo, insistió.
Los países que no tienen voluntad política ni liderazgo en la negociación de Doha tratan de descargar en las naciones en desarrollo la culpa de un fracaso de la ronda, describió. En realidad son ellos los que no quieren comprender o, si lo entienden, están buscando pretensiones exageradas para desequilibrar la posibilidad de un acuerdo, definió.