POBLACIÓN-CHINA: Terremoto sacude política del hijo único

Los ojos almendrados y el rostro infantil de una belleza conmovedora recuerdan a Hu Die, diva del cine de Shangai de los años 30. Pero el sufrimiento del hombre que se aferra a la fotografía en blanco y negro, rodeada por una cinta de luto, remite a la tragedia que hoy sufre China.

Bi Yuexing era hermosa, pero no vivió para florecer. Esta alumna de sexto grado fue una entre los 127 niños y niñas que murieron cuando colapsaron las paredes de una escuela, casi al instante de iniciado el sismo en la central provincia china de Sichuan en la tarde del lunes 12.

Con las fotografías enmarcadas de sus hijos muertos en la Escuela Primaria Número 2 Fuxin, en la ciudad de Mianzhu, los padres han organizado vigilias y plegarias en los escombros del centro de enseñanza.

En estas ocasiones, increparon a las autoridades locales por la mala calidad de la construcción y reclamaron justicia.

El domingo, el dolor dio paso a la ira. Los padres se indignaron ante un funcionario del municipio de Mianzhu que llegó a arrodillarse para suplicarles que les confiaran la investigación a las autoridades de la ciudad.
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A continuación, marcharon a reunirse con autoridades del distrito de Deyang, en el que se ubica Mianzhu.

"Necesitamos que el gobierno haga justicia", declaró al canal de noticias Southern Metropolis News, Xu Jun, uno de los padres afligidos.

El desafío aumenta para las autoridades ante el inusual despliegue de desobediencia civil, en un país que no ve con buenos ojos las protestas. Esta inédita situación pone de manifiesto la dimensión de la pérdida sufrida por miles de padres en esa ciudad y otras golpeadas por el sismo.

Más de 10.000 personas murieron en Mianzhu. Las autoridades informaron que al menos 2.000 niños y niñas y maestros y maestras perecieron en el derrumbe de 11 escuelas primarias.

Este jueves, las autoridades nacionales elevaron a 68.00 la cantidad de muertes a causa del movimiento telúrico de ocho gados en la escala de Richter, el peor ocurrido en China en 50 años.

Muchos padres perdieron a su único hijo.

Desde hace 30 años, China mantiene una estricta política de control de natalidad que limita a las parejas a tener un solo hijo e impone duras penas a quienes violen la norma.

Ante la cantidad de familias que perdieron a sus seres queridos, las autoridades se apresuraron a tratar de calmar los ánimos con el anuncio de flexibilizar esa política en los casos de padres de un único hijo muerto o discapacitado a causa del desastre.

A principios de esta semana, la comisión de población y familia de Chengdu, capital de la provincia de Sichuan, anunció que las familias implicadas pueden presentarse a solicitar un certificado que las habilite a tener otro hijo.

La nueva norma también prevé una asignación anual de 600 yuan (unos 85 dólares) para los padres de más de 50 años cuyo único hijo haya fallecido o haya quedado con una discapacidad grave.

Además, las penas aplicadas a las familias que violaron la norma del único hijo se suspenderán si éste resultó herido o discapacitado o si su vivienda sufrió daños severos.

"El cambio es una medida considerada con las grandes pérdidas sufridas por la gente en la zona del terremoto", declaró al China Business News un funcionario de la comisión que pidió reserva de su identidad. "Tenemos que pensar en la gente y en cómo reconstituir las familias rotas."

Puede decirse que ésta es la primera vez que el gobierno flexibiliza la política de hijo único, muy cuestionada por razones humanitarias.

Las normas existentes prevén excepciones sólo si los padres pertenecen a un grupo étnico minoritario o si residen en el medio rural y su primer hijo es niña.

Desde principios de 2000, las parejas que residen en ciudades pueden pedir permiso para tener un segundo hijo si ambos fueron hijos únicos.

El gobierno cuanta con un equipo de propaganda dedicado únicamente a promocionar la política del hijo único como forma de mejorar la calidad de vida, la educación y la salud de la nación.

En los últimos años, esa política ha sido muy cuestionada por exacerbar el envejecimiento de la población y crear un peligroso desequilibrio de sexos.

En la China rural, donde está arraigada la preferencia tradicional por el hijo varón, que puede trabajar la tierra y cuidar a la familia, muchas familias optaron por abortar la gestación de fetos de sexo femenino, con la esperanza de que el del próximo sea del masculino.

Funcionarios deseosos de cumplir con la cuota han sido acusados de obligar a las mujeres a solicitar la práctica de un aborto o la esterilización para mantener baja la tasa de natalidad.

La dureza con que las autoridades obligan a cumplir la política del hijo único motivó violentas manifestaciones. Las últimas fueron en la meridional provincia autónoma de Guangxi, donde miles de agricultores se revelaron contra las multas que, según alegaron, les fueron impuestas de forma arbitraria y brutal.

En Sichuan, donde la fuerza mortal de la naturaleza se cobró la vida de miles de niños y niñas, la tragedia parece amplificarse por las restricciones que la política estatal impone a las familias.

En las ciudades más golpeadas por el terremoto como Mianzhu y Beichuan, la mayoría de los padres son trabajadores inmigrantes y agricultores que trabajaban duro para mejorar el futuro de su único hijo.

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