PETRÓLEO-MÉXICO: Debate entre lo sagrado y lo profano

Los debates en el parlamento de México sobre la firma petrolera estatal, que el gobierno propone reformar, colocaron a la remendada Constitución de 1917 y a los elusivos conceptos de nacionalismo y soberanía en el centro de la polémica.

Políticos opositores de izquierda y un grupo de académicos aducen que la Constitución, promulgada al finalizar un proceso revolucionario que costó un millón de vidas, es inamovible, contiene principios sagrados y está en franca oposición al proyecto gubernamental para Petróleos Mexicanos (Pemex), al que tachan de privatizador y "entreguista".

Pero otros observadores no ven tal conflicto y sugieren que es el momento de liberar a la máxima norma de su sello mítico y pensar con pragmatismo para enfrentar los problemas del sector de la energía.

Estos sectores recuerdan que la Constitución ha sido reformada 473 veces y que los artículos referentes al tema energético, que indican que el Estado es dueño exclusivo del petróleo y de su industria, cambiaron en 16 ocasiones.

Varios académicos y escritores sugieren estudiar los esquemas de explotación petrolera vigentes en otros países para ver qué se puede aprender de ellos, pero los opositores de izquierda, que son la segunda fuerza en el parlamento, responden que México es único y debe encontrar su propio modelo y siempre ligado al Estado como rector de la industria petrolera.

El eje de los debates en curso son las propuestas de reforma a cinco diferentes cuerpos legales que tocan a la operación de Pemex, presentadas a inicios de abril por el presidente Felipe Calderón y que apuntan a facilitar la participación de privados en el sector petrolero, la que existe en los hechos desde hace décadas pero con múltiples candados.

Los diagnósticos indican que la empresa nacionalizada en 1938 tiene graves conflictos financieros, un marcado retraso tecnológico y problemas de corrupción interna.

Además, el horizonte de reservas probadas de crudo de este país es de apenas nueve años y no existe hasta el momento alternativa a la vista ni propuesta al respecto del gobierno o la oposición que permita al Estado sustituir el aporte fiscal de Pemex, cuyas ventas financian 40 por ciento del presupuesto del país.

"Tenemos un problema casi psiquiátrico respecto del petróleo y de Pemex. Yo no quiero cambiarle sus sentimientos respecto del petróleo a nadie, pero es el momento de atrevernos a desafiar un poco los principios que nos imponen nuestros tabúes petroleros porque no corresponden con la realidad" y buscar alternativas prácticas para Pemex, dijo durante uno de los debates el escritor Héctor Aguilar Camín.

José Ortiz Pinchetti, ex diputado y cercano colaborador del ex candidato presidencial del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, Andrés López Obrador, señaló que no se podía evitar "a la historia".

"No podemos evitar nuestras tradiciones, no podemos evitar el pacto constitucional, no somos un país de ciudadanos universales" como para cambiar a Pemex en la línea propuesta por el gobierno, apuntó.

Carlos Elizondo, académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas, sugirió a los legisladores no anteponerse límites jurídicos para discutir las reformas que requiere Pemex. Si hay que cambiar leyes o la Constitución, como ya se ha hecho en el pasado, para buscar que esa empresa sea más rentable y eficiente, debería procederse, recomendó.

"Si los fines que acordamos democráticamente exigen un cambio constitucional, llevémoslo a cabo. La Constitución es una decisión nuestra, no es el producto de un acto divino. Tomar el articulado constitucional como si se tratara de escritura sagrada es renunciar al ejercicio de nuestra soberanía democrática, es imponernos restricciones propias de una sociedad dogmática" declaró.

Esa postura, que incluyó un exhorto a ver la experiencia de otros países en el área petrolera, especialmente de Brasil con su empresa Petrobras, y si es necesario adaptar a México algunas de ellas, provocó un agrio debate.

Ortiz Pincheti acusó a Elizondo de considerar a la Constitución un trapo "que se puede poner o quitar", cuando desde su punto de vista se trata de un "pacto fundacional que nos ha mantenido unidos".

Sin embargo, en la actualidad apenas 33 por ciento de los 136 artículos de la Constitución de 1917 conservan su texto original.

David Ibarra, un economista simpatizante de la izquierda y ex ministro de Hacienda en los años 70, señaló que es imposible que Pemex tome algo de la experiencia de Petrobras, pues corresponde a otro país y realidad.

Hay que ir hacia el "salvamento de una empresa (Pemex) no en el sentido de los negocios, sino como componente vivo de la lucha emancipadora de los mexicanos para decidir en libertad su destino común", declaró Ibarra.

Para el historiador Lorenzo Meyer, del Colegio de México y también simpatizante de la izquierda, el nacionalismo mexicano está íntimamente ligado al petróleo y ese es un hecho único en el mundo.

Tras considerar que las propuestas del presidente Calderón son privatizadoras, Meyer declaró que "México tiene la necesidad de vivir un nacionalismo, y un nacionalismo real, y el petróleo tiene una posibilidad de hacer de ésta (Pemex) otra vez una empresa exitosa que sirva como orgullo a esta imaginación colectiva".

Los 21 debates programados sobre Pemex arrancaron el 13 de este mes y se extenderán hasta el 15 de julio. El objetivo es descifrar si las propuestas del Poder Ejecutivo son adecuadas, constitucionales y viables para luego aprobarlas, modificarlas, desecharlas o redactar proyectos alternativos.

Las discusiones en el parlamento, que se transmiten por una frecuencia televisiva estatal, son presentadas por los legisladores como un ejercicio que tiene como fin involucrar a la población y tomar en cuenta sus puntos de vista. Por eso diseñaron correos para recibir mensajes y cartas.

Pero reportes de sintonía de los debates indican un bajísimo seguimiento. En cuanto al envío de opiniones y consultas a los legisladores, éstas han sido mínimas en una país con más de 104 millones de habitantes.

Si bien las discusiones son imprescindibles en una democracia, la realidad es que "finalmente serán los legisladores lo que decidan cualquier cambio legal en Pemex y hasta ahora ellos mantienen posiciones irreductibles pese a que han escuchado argumentos variados y válidos en los debates", dijo a IPS Aroldo Romero, politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México.

"Debatir los asuntos petroleros no es como hacer matemáticas, donde todos obtenemos las mismas respuestas. En nuestro caso es imposible llegar a un consenso por lo que se ve cada vez más difícil que pueda definirse una reforma petrolera de gran calado", opinó.

En la mesa de debate que analizó si las propuestas de reformas a Pemex de Calderón se ajustan a la Constitución, hubo seis abogados expositores. Tres de ellos las consideraron claramente violatorias de la ley fundamental, pero otros tres concluyeron lo contrario.

"Contradice a la Constitución", declaró el ex integrante de la Suprema Corte de Justicia Juventino Castro. "Las iniciativas respetan en lo fundamental la Constitución", opinó de su lado el director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad nacional Autónoma de México, Héctor Fix.

Según el escritor Aguilar Camín, si lo único que juega en la definición del futuro de Pemex es defender y cumplir la Constitución tal como está, "podemos empezar hoy mismo, ir cancelando por inconstitucionales todos los contratos que Pemex ha celebrado con terceros (firmas privadas)" desde 1938 y los que están vigentes.

Para adecuar la industria petrolera hay que cambiar la Constitución si es necesario, pero los legisladores no deberían sentirse atados a un norma suprema antigua que en materia de petróleo ya no responde a la realidad del siglo XXI, opinó Aguilar Camín, autor de libros de corte periodístico, histórico y novelas y articulista de varios de medios de comunicación.

"Si miráramos con más frialdad el problema de la materia prima y el problema de la empresa, quizás podríamos encontrar soluciones más efectivas. Pero vamos construyendo en torno al petróleo una mitología nacionalista de tal tamaño que nos impide incluso pensar libremente el tema", expuso.

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