Repetir la experiencia de las elecciones internas sería suicida, dijo a IPS el secretario de relaciones internacionales del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de México, Saúl Escobar Toledo.
La izquierda mexicana, que acarició la presidencia en 2006, es la principal fuerza opositora y gobierna en cinco estados y en el distrito federal, se ha visto arrastrada a la polarización y el enfrentamiento entre los partidarios de Alejandro Encinas (ex comunista) y Jesús Ortega (socialdemócrata), luego de los comicios internos del 16 de marzo para elegir presidente, secretario general y dirigentes nacionales y estaduales del partido.
Escobar reflexionó sobre la situación del PRD, cuyos problemas van más allá de procesar los resultados de unas conflictivas elecciones internas, en una entrevista concedida a IPS en el marco del XIV Foro de San Pablo, celebrado en Montevideo entre el 23 y el 25 de este mes.
El fraude —que para muchos le robó al PRD las elecciones presidenciales de 2006— desencadenó un debate destructivo dentro del partido y ha vuelto como un fantasma en estos comicios internos con acusaciones recíprocas de juego sucio entre los sectores en pugna.
IPS: —¿Cuál es el estado de salud del PRD tras las elecciones internas?
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Saúl Escobar Toledo: —Estamos en una situación complicada porque se ha puesto en peligro la unidad. Después de dos meses, seguimos sin definir quién será el próximo presidente nacional del partido, venimos arrastrando este conflicto sin haberlo podido solucionar. Esperemos que la comisión interna del partido (creada esta semana) resuelva quién es el próximo presidente.
— ¿Qué opciones tiene esa comisión?
— Como encargada de resolver nuestros litigios internos, podría declarar ganador a uno de los dos candidatos o anular la elección. En cualquier caso, vamos a tener que convocar un nuevo Congreso Nacional para hacer una revisión de lo que estuvo mal, tratar de reunificar el partido y prepararlo para una nueva etapa. El desgaste político y el grado de confrontación interna que hemos sufrido han sido muy altos. Hay acuerdo en que el partido necesita una refundación en los próximos meses.
— ¿Cómo se llegó a esta situación?
— Una de las razones fue la complejidad técnica de la elección, que rebasó al partido, provocó un desorden interno que después se canalizó en el conflicto. No fuimos capaces de organizarla bien porque tenemos un padrón de más de 6 millones de votantes, votaron más de un millón de personas, se instalaron más de 5.000 casillas en todo el país, se registraron 20.000 candidatos.
Debemos reflexionar sobre si el PRD es capaz de organizar una elección de este tipo o si tiene que recurrir a un organismo externo para que nos ayude. Pero nos rebasó también políticamente porque, con una elección de este tamaño, complejidad y grado de confrontación necesitamos organismos imparciales y nadie dentro del partido lo es.
Se necesita una estructura electoral imparcial que vaya de la cúpula hasta el presidente del pueblo perdido en la sierra de no sé dónde, pero eso no lo vas a encontrar. Creo que repetir esta experiencia sería suicida.
— ¿Esos problemas no ocurrieron en elecciones anteriores?
— Habíamos realizado elecciones de esta magnitud en otros años. Algunas salieron bien, pero no aprendimos la lección de las que salieron mal. Intentamos arreglar los problemas con acuerdos parciales del momento, pero eso dejó la semilla para que se repitieran. En 1999 hubo incluso un caso de demostrada trampa: algunos hicieron fraude electoral dentro del partido.
Pero además no hemos podido definir la estrategia del PRD. El año pasado tuvimos un congreso nacional para debatir este asunto y dejarlo finiquitado y este año hacer la elección con este tema resuelto.
— ¿Cuál sería el centro de esa definición estratégica?
— Tenemos un debate interno sobre qué hacer después del fraude de las elecciones presidenciales de 2006. Necesitamos profundizar la discusión porque todo el mundo reconoce que hubo fraude, pero hay distintas opiniones sobre cómo responder a esa situación, porque tenemos que tener en cuenta que somos un partido que gobierna cinco estados de la República y muchos municipios, pero al mismo tiempo somos oposición. No hemos sabido conciliar las dos cosas claramente.
— En su papel de partido opositor, el PRD se enfrenta a una reforma de la empresa estatal petrolera Pemex, que considera privatizadora.
— Sí, el PRD, junto con el Partido del Trabajo y el Partido Convergencia, hemos hecho un bloque dentro del Congreso (legislativo) para oponernos a la privatización, hemos convocado marchas y hemos logrado incorporar a la intelectualidad académica universitaria y a técnicos especialistas en materia de energía.
— ¿En qué instancia se encuentra la propuesta de reforma energética del gobierno de Felipe Calderón?
— La propuesta de Calderón no va a pasar completa. Lo que ahora se discute es qué sale y qué no, pero no va a pasar todo, porque el PRI (Partido Revolucionario Institucional), que juega un papel decisivo si se inclina hacia uno u otro lado, ya dijo que no aceptará toda la propuesta. Por ejemplo, no va a aceptar privatizar las refinerías. En realidad, no ha dicho con claridad a qué le dice sí, sino más claro a lo se opone.
— ¿El PRD se opone a toda la reforma energética del gobierno nacional?
— No a toda. Se opone a los aspectos privatizadores. La privatización de la refinería, todo lo que tiene que ver con la distribución, el transporte y el almacenamiento de gas y petróleo.
Nos oponemos también a unos contratos que se llaman de desempeño, con los que una compañía privada puede hacer trabajos que normalmente realiza Pemex, por ejemplo, en exploración.
La exploración es uno de los temas más debatidos, porque el gobierno alega que para sacar petróleo de aguas profundas se tiene que meter un taladro miles de metros hacia abajo y que no dispone de tecnología ni de capital, por lo que se tiene que encargar a compañías extranjeras.
Nosotros decimos que una fórmula puede ser utilizar la tecnología sin privatizar la exploración del petróleo. Otro punto que hay que tener en cuenta es cómo debe manejarse la empresa y su consejo de administración, que tiene que haber mucha transparencia porque hablamos de mucho dinero.
— Uno de los mayores problemas de Calderón es la lucha contra el narcotráfico, que terminó con el ejército haciendo funciones de policía. ¿Cuál es la opinión del PRD?
— Sí, en varias ciudades el ejército está en las calles haciendo de policía. Sustituir a toda la policía de una ciudad porque todos están comprados por el narcotráfico es un problema muy grave, que no ha encontrado una solución.
La visión que tenemos es que hay una violencia sin control en varias partes del país, sobre todo en las ciudades fronterizas con Estados Unidos, y que aparentemente las medidas de Calderón no han sido eficaces, sobre todo al llevar al ejército a enfrentar la violencia.
Creemos que hay que tomar en cuenta otros aspectos que no son el uso de la fuerza, que tienen que ver con sanear los aparatos de inteligencia y seguridad del gobierno, revisar las operaciones de los narcotraficantes, habrá que ver los paraísos fiscales y ver cómo se controla.
Y tiene que haber colaboración eficiente entre México y Estados Unidos (el mayor consumidor mundial de drogas) para resolver este problema coordinadamente, porque mientras las bandas allí sigan impunes, es difícil una solución.