Al menos 500 periodistas fueron asesinados a causa de su trabajo en los últimos 15 años. Pero los perpetradores fueron juzgados en menos de 15 por ciento de los casos, según el no gubernamental Comité para la Protección de Periodistas (CPJ).
"Que se le permita al asesino de un periodista caminar libremente por la calle envía una señal terrible" perjudicial para estos profesionales, dijo Joel Simon, director ejecutivo de la organización con sede en Nueva York.
El asesinato es usado por los estados como la forma última de censura. Cuanto más de estos casos quedan sin castigar, mayor silencio de la prensa. Sólo en 2007 hubo 65 asesinatos de periodistas relacionados con su trabajo: fue el segundo año más mortal de que el CPJ tenga registro. Los gobiernos carecen de la voluntad o capacidad de juzgar la mayoría de estos casos, señaló el Comité.
En una conferencia de prensa en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 29 de abril, Simon presentó el "índice de impunidad" del CPJ, junto al director de Comunicaciones del Comité, Abi Wright, y a la premiada periodista filipina Sheila Coronel.
El índice enumera los países donde los asesinos no son investigados ni definidos, y se publica año a año en la víspera del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra este sábado, 3 de mayo.
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En noviembre, el CPJ también presentó la Iniciativa Global para Combatir la Impunidad.
Países que han estado en la lista en el pasado la refutaron atacando la metodología empleada por el Comité. Esta vez, el índice simplemente toma nota de los casos de periodistas asesinados en directa relación con su trabajo y por los cuales no hubo condena alguna. Para que un país sea incluido en la lista, debe haber más de cinco casos de asesinato sin resolver entre los años 1998 y 2007.
Aunque expresa alarma por la cantidad de periodistas asesinados en zonas de conflicto, el Comité no incluye esos casos. Pero sí aquéllos en que se condenó al asesino pero no al autor intelectual, considerados sin resolución.
Los países que ocupan los primeros puestos del Índice fueron Iraq, Sierra Leona y Somalía, los tres con conflictos armados internos.
Pero los restantes nueve de la lista son democracias como India, Rusia y México, que tienen un gobierno, cuerpos policiales, fiscales y un poder judicial en funciones, pero donde los asesinatos de periodistas siguen sin ser castigados.
A veces los periodistas son asesinados simplemente por escribir sobre corrupción a bajo nivel, dijo Coronel. Citó el ejemplo de un periodista en Filipinas muerto tras revelar que un alcalde había robado vigas de sitios públicos en construcción para usar con fines personales.
Estos crímenes disuaden a otros periodistas locales de escribir sobre corrupción. Y el hecho de que no haya ningún arresto inspira más matanzas.
El CPJ observa que hay otras maneras, más sofisticadas, de marginar y silenciar a la prensa, a veces organizadas por funcionarios gubernamentales y, en otros casos, por redes delictivas.
Las intimidaciones y amenazas pueden tener el mismo resultado a la hora de censurar a los periodistas. Como dijo Simon, el hecho de que un país no esté en la lista no significa que esas matanzas no ocurran; sólo significa que no están confirmadas.
El índice aspira a que la comunidad internacional ejerza presión. Las condenas a menudo ocurren cuando son asesinados periodistas de Estados Unidos u otros países. Pero en otros casos, con frecuencia no hay acciones de los gobiernos.
Los asesinatos sin consecuencias tienen un impacto de mayor alcance en la difusión del miedo en la sociedad, impidiendo la libre circulación de ideas y perjudicando a la libertad de expresión, señaló Simon.
"Exigimos acción, investigaciones rigurosas y juicios vigorosos en todos los homicidios de periodistas", agregó.