Aunque la inmigración sigue ocupando espacio en los medios de comunicación de Estados Unidos, su relevancia política se redujo. De todos modos, expertos consideran que puede pesar en el resultado de las elecciones de noviembre.
Este viraje se produjo en buena medida a raíz de la difícil situación económica. El precio de los combustibles no deja de subir, así como la cantidad de desalojos por orden judicial.
No obstante, decenas de miles de activistas por los derechos de los inmigrantes se manifestaron el 1 de mayo en más de 10 ciudades de todo Estados Unidos, con la esperanza de dar nuevos bríos al debate e introducir la cuestión en las elecciones 2008.
De todos modos, la concurrencia de este año a los actos del Día Internacional de los Trabajadores, festividad tradicional en América Latina pero no en Estados Unidos, fue muy baja en comparación con el millón de personas que participaron en 2006.
En 2007, la inmigración ocupó las portadas de la prensa con frecuencia. Los medios siguieron de cerca las noticias relacionadas: grupos antiinmigrantes armados, controles fronterizos y leyes de estados y ordenanzas locales al respecto, entre otras.
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Conductores de programas de radio y televisión como Lou Dobbs y Glenn Beck, de CNN, y Sean Hannity y Bill O'Reilly, de Fox News, suelen avivar las llamas contra los trabajadores indocumentados, a quienes han equiparado con terroristas y acusado de propagar enfermedades.
En este contexto, el Centro de Leyes de la Pobreza del Sur (SPLC) documentó un drástico aumento en los delitos de odio contra latinoamericanos. Y a medida que dirigentes del Partido Republicano se postulaban a la Presidencia, la inmigración ganó el escenario.
A comienzos de este año, gran parte de los debates entre aspirantes a presidente republicanos se dedicó a analizar cuál de ellos sería más duro contra la inmigración.
El Congreso legislativo federal no aprobó leyes en la materia, pero los órganos de estados y condados sí tomaron medidas.
Los legisladores presentaron a los Congresos estaduales 1.562 proyectos de ley sobre inmigración, una cantidad sin precedentes, de los cuales 240 fueron aprobados en 2007, según el cálculo de la Conferencia Nacional de Legislaturas de Estados.
"En los primeros tres meses de este año, se presentaron más de 1.100 proyectos en los 44 órganos legislativos estaduales que estaban en sesión regular", según un informe de la Conferencia.
Como ocurrió el año pasado, "la cantidad de medidas relacionadas con la inmigración demuestra la voluntad de los estados de responder a las preocupaciones del público en un tiempo en que el Congreso (legislativo federal) no lo hará", destacó el estudio.
El gobernador del meridional estado de Mississippi, Hayley Barbour, promulgó en marzo una ley según la cual un inmigrante indocumentado que tenga trabajo deberá purgar una pena de entre uno y cinco años de prisión y una multa de hasta 10.000 dólares.
Además, la ley libra de toda sanción a los patronos que los contraten, siempre que utilicen voluntariamente los sistemas de registro en Internet de posibles empleados del Departamento (ministerio) de Seguridad Interior denominado E-Verify.
Según el periodista especializado en asuntos laborales David Bacon, el propio Departamento de Seguridad Interior admitió que el sistema E-Verify es poco confiable y que desconoce su precisión.
Además de los esfuerzos estaduales y locales, el Departamento de Justicia (fiscalía general) realizó más arrestos de inmigrantes y juicios en su contra.
Según la organización no gubernamental de defensa de la transparencia pública Transactional Records Access Clearinghouse, sólo en enero de este año el gobierno registró 4.739 nuevos juicios por inmigración ilegal, 21,6 por ciento más que el mes anterior. Las demandas aumentaron 140,8 por ciento respecto de 2003.
En este contexto, ¿qué rol jugará la inmigración en las elecciones 2008?
"La gente está alejada del debate sobre inmigración. Es un asunto delicado", dijo Luis Gutiérrez, director ejecutivo de la organización Latinos Progresando, con sede en Chicago.
Pero Bacon evaluó, en declaraciones a IPS, que, a pesar de la preocupación que concitan otros asuntos, "la inmigración estará sobre la mesa por doquier, tanto para los republicanos como para los demócratas".
En el pasado, los tres aspirantes a la presidencia —los demócratas Barack Obama y Hillary Rodham Clinton y el republicano John McCain— se opusieron a adoptar medidas draconianas contra los inmigrantes y apoyaron iniciativas moderadas en esta materia.
Obama y Clinton apoyaron en 2006 un proyecto patrocinado por McCain que ofreció a los inmigrantes indocumentados residencia legal con condiciones tales como aprender inglés.
Luego que algunas figuras de derecha interpretaran que McCain apoyaba una amplia amnistía a trabajadores indocumentados, el hoy candidato republicano revirtió su posición y consideró necesaria una legislación "exhaustiva".
También se convirtió en un abanderado de la idea de "asegurar las fronteras de la nación" antes de tratar otros aspectos de la cuestión inmigratoria.
Según Bacon, es posible que McCain margine los asuntos migratorios en su plataforma electoral, pero los candidatos republicanos de los estados y condados, así como jueces afines al Partido Republicano, "intentarán arrastrarlo a la refriega".
El candidato presidencial "tendrá que caminar por una línea muy delgada, dada la fuerte base antiinmigrante" de su partido, dijo Bacon.
Por su parte, los candidatos nacionales del Partido Demócrata intentarán evitar el asunto, aunque aquellos que hagan campaña en sus estados y localidades tenderán "a hablar con firmeza sobre la inmigración con el fin de ser electos", según Bacon
Mientras, los demócratas progresistas "postularán soluciones de sentido común para complacer a su base", destacó Bacon.
El Centro Hispánico Pew informó en diciembre que 57 por ciento de los votantes latinoamericanos registrados entrevistados para una encuesta se autodefinían como demócratas o decían inclinarse hacia ese partido. Apenas 23 por ciento apoyaban al Partido Republicano.
Los residentes en Estados Unidos de origen latinoamericanos constituyen aproximadamente 15 por ciento de la población y nueve por ciento del electorado.
"Si persisten las tendencias de concurrencia (a las urnas) del pasado, constituirán apenas alrededor de 6,5 por ciento de aquellos que realmente votan", calculó Pew en noviembre pasado.
Sin embargo, los votantes latinoamericanos podrían marcar una gran diferencia en estados oscilantes como Nuevo México (sur), Florida (sudeste), Nevada (occidente) y Colorado (centro).
La mayoría de la comunidad latinoamericana demócrata optó por Clinton y no por Obama.
El voto latinoamericano —excluyendo a la mayor parte de la comunidad de exiliados cubanos en Florida, de tendencia republicana— no estuvo claramente definido en el pasado.
Pero en el ciclo electoral más reciente, cuando muchos funcionarios republicanos insistieron en atacar a los trabajadores indocumentados, los votantes de esta comunidad comenzaron a volcarse masivamente hacia el Partido Demócrata.
"No creo que la inmigración esté fuera de la mesa. Habrá ataques continuos, las familias de inmigrantes continuarán sufriendo, y el potencial despido de miles de trabajadores hará difícil hacerse el distraído", declaró Bacon a IPS.
* Bill Berkowitz es un conocido analista y observador del movimiento conservador estadounidense. Su columna, Conservative Watch, pasa revista a las estrategias, protagonistas, instituciones, victorias y derrotas de la derecha estadounidense.