COMERCIO-ÁFRICA AUSTRAL: Integración en terapia intensiva

Como resultado de los acuerdos de asociación económica con la Unión Europea (UE), para fomentar el libre comercio, la integración entre los países de África austral se encuentra en terapia intensiva. La pregunta es obvia: ¿Qué tipo de asociación puede fomentar un proceso de desarrollo de base amplia?

Dot Keet es una experta en temas de comercio que trabaja con el no gubernamental Centro de Información Alternativa y Desarrollo, con sede en la sudafricana Ciudad del Cabo. También es miembro activa de la Red Comercial Africana, que representa a numerosas organizaciones civiles del continente.

En una entrevista con IPS, Keet señaló que "el neoliberalismo restringió el concepto de la integración regional".

— ¿Qué tipo de asociación es la que África desea construir?

— Existen oficialmente seis comunidades regionales económicas (REC, por sus siglas en inglés) dentro de la Unión Africana, que están formalmente constituidas. Se las considera "pilares" de la unidad africana. Tienen tratados que dejan en claro que las prioridades son el desarrollo de base amplia, la cooperación y la integración, no sólo comercial sino también política y económica.
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La Comunidad de Desarrollo de África austral (SADC, por sus siglas en inglés), una de las seis REC, fue creada en los años 80. Entonces, la concepción del regionalismo estaba basada en la centralización económica en manos del Estado, orientada al desarrollo y con políticas de protección de los mercados domésticos y regionales.

La cooperación económica se extiende a todos los sectores: industria, comercio y energía, agricultura, pesca, seguridad alimentaria, salud, desarrollo humano, transporte, comunicaciones, tecnología y turismo.

Hay alrededor de 30 acuerdos. Algunos son protocolos, otros han sido ratificados como tratados. Hay muchas otras formas de cooperación que son "invisibles": entre bancos, sobre control de armas y seguridad, por ejemplo.

— ¿Qué ocurrió con estos intentos de integración?

— A mediados de los años 90, bajo el paradigma del libre comercio, y los controles directos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, los programas económicos de los miembros de la SADC fueron desplazados por un modelo de crecimiento basado en la privatización y motorizado por el comercio exterior.

Por ejemplo, antes de que la SADC estableciera una política de desarrollo industrial regional, sellaron un acuerdo de libre comercio. A falta de una estrategia coherente de industrialización se enfrascaron en un proceso para determinar cuáles eran sus productos clave.

Así fue cómo el neoliberalismo restringió la conceptualización de la integración regional. El FMI y el Banco Mundial promovían entonces el paradigma del llamado "regionalismo abierto", y este enfoque tuvo el apoyo de la UE. Muchos países estaban aplicando programas de ajuste estructural, o sea que ya habían sido arrastrados hacia la idea de la liberalización unilateral.

En consecuencia, la idea del modelo de integración con desarrollo cambió hacia el paradigma neoliberal. En este terreno, Sudáfrica fue un blanco principal. La visión de las instituciones neoliberales era que aunque "disciplinar" a los pequeños países subdesarrollados era importante, el potencial de Sudáfrica para liderar el proyecto de integración merecía mucha mayor atención.

Hubiera sido una gran amenaza si Sudáfrica abrazaba con éxito un modelo de integración regional liderado por el Estado. Por eso el FMI se involucró decisivamente en Sudáfrica cuando estaba saliendo del régimen de segregación racial y avanzando hacia la democracia a principios de los años 90. El diseño de sus políticas económicas fue capturado por las instituciones neoliberales manipulando una supuesta crisis de la balanza de pagos. Una Sudáfrica neoliberal ayudaría a crear una región neoliberal.

El problema es que no sólo agentes externos, como el FMI, la UE o el Banco Mundial están rediseñando nuestra visión de la integración regional. Los gobiernos africanos han sido condicionados y convertidos en "agencias" neoliberales.

— ¿Cuáles son las ideas de la gente sobre el regionalismo?

— Cuando hablamos de este tema, lo hacemos a diferentes niveles: agua, energía, telecomunicaciones, comercio, industria, seguridad alimentaria, agricultura, etcétera. En África austral, no existe un sector que no comprenda redes regionales u organizaciones populares. La integración regional está en la conciencia de las personas. Hay redes regionales sobre salud, sida, derechos humanos, de género y de las mujeres, sobre los medios de prensa, entre otras, y también contra el ajuste estructural, las privatizaciones y otras políticas neoliberales.

— ¿Cuánto complica la integración regional el hecho de negociar con otra parte, como la UE?

— ¿Cómo podemos negociar un acuerdo con la UE si los protocolos regionales sobre estos temas están en estado de animación suspendida, o incompletos, o han sido reinterpretados hacia la dirección neoliberal, en contraste con las intenciones originales de regionalismo de la SADC?

— ¿Cuáles son las responsabilidades de Sudáfrica para fomentar la integración regional?

— El gobierno sudafricano debe tomar conciencia de la larga relación despareja dentro de la Unión Aduanera de África Austral y sus actuales compromisos con Botswana, Lesotho, Namibia y Suazilandia (BLNS). En el contexto de los acuerdos de asociación económica con la UE, Sudáfrica debe reconocer que no tomó en cuenta los intereses de los países BLNS cuando firmó su acuerdo de libre comercio con el bloque europeo. .

Las fuerzas sociales y políticas en Sudáfrica, y en el resto de los miembros de la Unión Aduanera de África Austral (SACU, por sus siglas en inglés), deben insistir para que los acuerdos de cooperación con Europa en materia de comercio y desarrollo sean revisados para que resulten propicios para los países más débiles.

La rescisión de los acuerdos de libre comercio con la UE por parte de Sudáfrica sólo sería viable en el contexto de una diversificación mucho mayor de su intercambio y otras relaciones económicas y políticas, especialmente con naciones del Sur.

Esta reorientación también requeriría la consolidación de la SACU, en primer lugar, y una integrada y más fortalecida Unión Africana en el largo plazo.

Otro desafío para Sudáfrica es reconocer los riesgos de la cada vez mayor penetración de sus empresas en el resto del continente y los crecientes desequilibrios entre los Estados miembro de la SADC.

— ¿Por qué motivo Sudáfrica asumiría estas responsabilidades?

— Ante una crisis global —financiera, alimentaria, climática o respecto del agua— debemos tener estrategias regionales. Sobre todo, desde que las crisis energética y del agua forzarán a estos países hacia la cooperación.

Aunque Sudáfrica es mucho más poderosa en términos de su capacidad industrial, financiera, etcétera, es muy vulnerable por su escasez de agua. Si se producen mayores cambios en los patrones de lluvias y disponibilidad de agua, deberá importar alimentos de los países vecinos.

Por lo tanto, el imperativo estratégico es que nos movamos hacia una integración regional basada en el desarrollo. Nuestros vecinos podrán entonces negociar mejores términos para su relación con Sudáfrica, en retorno por lo que Sudáfrica necesita de ellos.

Existe también un imperativo moral. Nuestros países vecinos fueron deliberadamente estructurados para que permanecieran en el subdesarrollo, para que proveyeran a Sudáfrica mano de obra barata para sus minas e industrias y compraran nuestras exportaciones. Tanto a nivel político como moral, los sudafricanos le deben a sus vecinos la promoción de una real integración y cooperación regional, que sirva para apoyarlos en sus esfuerzos de desarrollo.

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