Ansiosa por el encarecimiento de los granos, China estudia comprar tierras de cultivo en el exterior y oponerse a cualquier monopolio internacional, entre otras medidas para garantizar en el largo plazo la seguridad alimentaria a sus 1.300 millones de habitantes.
Ya se desvaneció la propuesta formulada por Tailandia a comienzos de este mes, de establecer un cartel arrocero entre los países exportadores para apuntalar los precios del grano. Expertos agrícolas chinos advirtieron que su país ejercería presión contra la iniciativa.
A pesar de ser el mayor productor y consumidor de arroz del mundo, China tiene escasa injerencia en el mercado arrocero internacional.
Con el fin de garantizar el abastecimiento interno, el país redujo en 2007 sus exportaciones a apenas 1,34 millones de toneladas. Su producción total es de apenas 130 millones de toneladas.
"Las exportaciones arroceras de China representan apenas uno por ciento de su producción total, pero dado el gran volumen producido y la vasta área cultivada, ningún país puede darse el lujo de ignorar la posición del país en la materia", opinó el experto en comercio agrícola Bai Yongxia, radicado en Shanghai.
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"Si China cree que el precio del arroz es manipulado mediante el cartel propuesto para servir a ciertos intereses geopolíticos, no le será difícil oponerse", agregó.
El encarecimiento del arroz, en medio de un fenómeno mundial que incluye a los principales alimentos, ha llevado a países como India y Vietnam a reducir sus exportaciones para garantizar el abastecimiento del mercado interno.
Tras el anuncio de esas restricciones, el precio volvió a dispararse, lo que constituyó un ejemplo del efecto que podría tener un monopolio arrocero.
"Con una producto tan sensible como los granos, si un país toma medidas proteccionistas lo seguirán otros", sostuvo el analista Zhang Xiaobo, del Instituto Internacional para la Investigación en Políticas Alimentarias, en la publicación el 21st Century Business Herald.
"Eso vuelve realmente difícil la formación de la 'OPEP del arroz'", añadió Zhang, en alusión a la Organización de Países Exportadores de Petróleo que, según sus críticos, constituye un cartel manipulador de precios.
Técnicos chinos alegaron que la propuesta de Tailandia de establecer un monopolio junto con Birmania, Camboya, Laos y Vietnam se vería desbaratada por sus propias limitaciones.
"Pocos países apoyarían la propuesta, porque los controles de producción y comercio serían muy difíciles de implementar", dijo un experto de la Asociación de la Industria de Granos de China.
"La producción arrocera en Asia depende de pequeños predios agrícolas y millones de pequeños cultivadores, y uno no puede controlarlos del modo en que los países de la OPEP controlan la producción petrolera", agregó.
China, que defiende la autosuficiencia alimentaria para su vasta población y mantiene un tope a los precios de los granos, hasta ahora ha salido indemne de la crisis alimentaria.
Mientras el precio del arroz en Tailandia —el mayor exportador mundial de este producto— se más que triplicó en apenas seis semanas, los precios internos en China se mantienen estables.
El gobierno anunció que en 2008 mantendrá la producción de granos por encima de 500 millones de toneladas para garantizar el abastecimiento interno. Además, aseguró al público en reiteradas ocasiones que el país tiene suficientes reservas para mantener estables los precios.
Beijing también aportó 4,5 millones de dólares al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para ayudar a brindar asistencia alimentaria a los pobres del mundo.
Pero pese a reiteradas declaraciones de que el país está bien equipado para hacer frente a la crisis alimentaria que envuelve al mundo, el gobierno continúa preocupado por la capacidad de China a largo plazo para dar de comer a su población.
"Ahora tenemos menos espacio para aumentar la superficie sembrada con granos, y se vuelve cada vez más difícil elevar el rendimiento", dijo esta semana Nie Zhenbang, jefe de la Administración Estatal de Granos, al diario en inglés China Daily.
Nie mencionó la reducción de la superficie cultivable y la escasez de agua de riego como los principales desafíos en la materia.
Mientras, los controles gubernamentales sobre el precio de los alimentos y sobre los crecientes costos de producción han exprimido el margen de ganancia para los cultivadores de granos de China, haciendo que muchos se vuelquen a otros cultivos más lucrativos.
"Con ganancias tan pequeñas y costos tan elevados, hay pocos incentivos para que los agricultores continúen cultivando granos", expresó Lu Xueyi, experto agrícola de la Academia China de Ciencias Sociales.
Para contrarrestar los crecientes desafíos internos a la hora de asegurarse la autosuficiencia alimentaria, China está trazando una política para alentar a las empresas agrícolas a comprar tierras de cultivo en el exterior.
Aunque los bancos estatales y las firmas petroleras chinas han hecho numerosas inversiones en otros países, cerrando contratos para recursos petroleros y minerales, hasta ahora hubo pocos incentivos oficiales para que las firmas agrícolas chinas se aventuren en el exterior.
No obstante, empresas chinas firmaron acuerdos agrícolas, entre ellos concesiones de tierras, en países de Asia sudoriental y África para cultivar palma de aceite, eucalipto, teca, maíz, mandioca, caña de azúcar, entre otros productos.
Algunas de esas compañías han sido criticadas en varios países por violar leyes, derechos humanos y ambiente en el proceso de adquirir sus concesiones de tierras.
Países ricos en petróleo de Medio Oriente y África septentrional ya se dedican a invertir en operaciones agrícolas en otros países.
Se prevé que Beijing apruebe el plan, a pesar de que también se aguarda una contraofensiva internacional, dijo este viernes el diario londinense Financial Times, citando una fuente oficial china no identificada.