MUJERES: Portugal e Italia marcan el paso en dirección empresarial

Ver un nombre de mujer en el elenco del consejo ejecutivo de administración de las mayores empresas portuguesas constituye una excepción y para muchos hasta una sorpresa.

Una situación que coloca a Portugal en los niveles más bajos de representación femenina en el poder económico-financiero en la Unión Europea (UE), ubicación que comparte con Italia y al que también se acercan los minúsculos Chipre y Luxemburgo.

El contraste más acentuado es con Noruega, un país ajeno al bloque y el más avanzado de Europa en cuando a la paridad de género en el ámbito económico-financiero, donde las mujeres en 2007 ocupaban 34 por ciento de los cargos ejecutivos más altos de las empresas y se espera que sea 40 por ciento a fines de este año.

En Portugal, sólo siete mujeres ejercen cargos de administradoras ejecutivas de las mayores 20 compañías del mercado de capitales que integran el PSI-20, acrónimo en inglés de Portuguese Stock Index, el principal índice de la Bolsa de Lisboa, controlada por Euronext, la sociedad europea de mercados bursátiles.

En cambio, cargos equivalentes son ocupados por 116 hombres. Es decir en las empresas cuyos 123 administradores ejecutivos determinan la vida de la bolsa, la decisión es masculina en 94,3 por ciento.

Las siete mujeres se distribuyen entre cinco firmas y en tres de ellas se trata de emprendimientos familiares.

La constructora Mota-Engil es la única empresa del PSI-20 con una gestión paritaria de tres mujeres y tres hombres, pero la explicación está en los nombres completos de las ejecutivas: María Manuela Vasconcelos Mota, María Teresa Vasconcelos Mota y María Paula Vasconcelos Mota, tres miembros de la familia propietaria.

Una realidad que no sorprende a María Manuela Tavares, directora de la Unión de Mujeres Alternativa y Respuesta (UMAR), al comentar a IPS estos datos contenidos en un amplio trabajo de investigación de la analista São José Almeida, publicado a fines de marzo en el semanario Economía del matutino Público de Lisboa.

"En la sociedad portuguesa, existe un modelo masculino de poder: en la política, la gestión de empresas, en los lugares de decisión y de mayor visibilidad pública. Son siglos de historia que colocaron a las mujeres en la invisibilidad", apuntó esta profesora de 56 años, una de las más reputadas investigadoras portuguesas en estudios feministas.

Tavares admitió que a partir del derrocamiento de la dictadura corporativista (1926-1974), por parte de los capitanes izquierdistas del ejército, "se registraron avances" en el estatuto profesional y social de la mujer, "pero esos progresos aún no han sido capaces de eliminar estereotipos de género, que crearon una determinada imagen de 'masculino' y de 'femenino'".

Antonia Pedroso de Lima, profesora del Instituto Superior de Ciencias del Trabajo y Empresas (ISCTE) de la Universidad de Lisboa, citada por Almeida, sostiene que los lugares ejecutivos aparecen como "más legitimados cuando son ocupados por hombres".

La Constitución aprobada en 1976, dos años después del comienzo de la democracia, otorgó a la mujer autonomía legal absoluta por primera vez en la historia de Portugal.

Sin embargo, Pedroso de Lima asegura que "la ideología que se perpetuó durante 'O Estado Novo' (de Antonio de Oliveira Salazar/Marcello Caetano, 1933-1974) todavía pesa, la mujer todavía no puede desempeñar algunas profesiones, el cuadro mental no desaparece sólo por causa de una revisión constitucional".

Este fenómeno "tiene que ver con las asimetrías de la sociedad y de la cultura y no con las calificaciones", explica la catedrática de Antropología del ISCTE.

Según Pedroso de Lima, "en las empresas y en cualquier lugar de liderazgo existen pocas mujeres, como por ejemplo en la universidad, donde la mayoría de docentes son mujeres y los altos cargos son ocupados por hombres".

Esto ocurre en especial en España, Portugal e Italia, donde esta realidad "corresponde a un padrón de valores culturales y sociales muy marcados", explicó la profesora e investigadora.

El promedio portugués de 5,7 por ciento de mujeres en las administraciones ejecutivas es prácticamente el mismo que el registrado en el sector económico-financiero de Italia, Chipre y Luxemburgo, que están entre los más bajos de la Unión Europea (UE), y es explicado por Almeida "en razones históricas y por la cultura social vigente".

Sin embargo, en el ámbito político, con 26,5 por ciento de mujeres parlamentarias, Portugal sale mucho mejor parado que Italia, que cierra la lista europea con 11,5 por ciento de representación femenina, con la penúltima Francia, 12,2 por ciento, antecedida por Gran Bretaña, donde las diputadas ocupan 19,7 por ciento de los escaños.

Estos datos, contenidos en un estudio divulgado por el parlamento portugués a mediados de 2006 y que incluye a la no comunitaria Noruega, pero no a todos los países de la UE, indica que el hemiciclo unicameral de São Bento supera el promedio europeo, de 18,4 por ciento de mujeres diputadas .

El elenco de países mencionados en el documento es encabezado por Suecia, con 45,3 por ciento, Noruega con 37,9, Finlandia con 37,5, Dinamarca con 36,9 por ciento, Holanda con 36,7, España con 36 y Alemania con 31,8 por ciento de diputadas.

Los impulsos y posteriores concreciones del jefe del gobierno de España, José Luís Rodríguez Zapatero, para la paridad de géneros, que se reforzó con la integración del nuevo gabinete ministerial tras ser reelegido por el parlamento este mes, son frecuentemente alabados por las defensoras de la igualdad entre mujeres y hombres. Pero en el vecino Portugal el proceso es más lento.

Tavares reconoció que "las mujeres han ido saliendo al espacio público, conquistando lugares, pero los hombres todavía no valorizan suficientemente el llamado espacio 'privado', ya que la paridad entre mujeres y hombres en todos los campos de la vida exige también otra visión sobre la gestión del tiempo".

Esta visión es necesaria "para que no sean siempre las mujeres las más penalizadas por querer, con todo derecho, asumir lugares de decisión política y económica" explicó.

En Portugal y en las demás sociedades de Europa meridional "siempre se espera que sean las mujeres las que puedan equilibrar la actividad profesional y las tareas de cuidar a los hijos y los ancianos, a la vez que se espera que los hombres nos sean importunados con estas cosas, un asunto menor de sus preocupaciones".

"La mentalidad empresarial arcaica y conservadora siempre hace que, cuando una joven se gradúa en una universidad y va a una entrevista de trabajo, la primera pregunta del potencial empleador es si piensa casarse y tener hijos, cuestión jamás colocada a un hombre, porque de él se espera una total dedicación a la firma y a su profesión".

Consultada por IPS de cómo combatir esa mentalidad, Tavares aseveró que el proceso "exige un empeño muy grande del poder político y muy especialmente de los feminismos como espacios pluralistas de pensamiento y de acción".

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe