Una proporción significativa de los 2.200 millones de niñas y niños del mundo, muchos de los cuales son víctimas de violencia, abusos sexuales, explotación laboral y enfermedades prevenibles, viven en África.
Como señala la Organización de las Naciones Unidas (ONU), demasiados de los niños del mundo, en su mayoría africanos, han sido "comprados y vendidos, explotados y abusados, lastimados y dejados huérfanos".
De los 11 países donde 20 por ciento o más de los niños mueren antes de los cinco años de vida, 10 están en África: Angola, Burkina Faso, Chad, Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Liberia, Malí, Níger, República Democrática del Congo y Sierra Leona. El único país no africano de esa lista es Afganistán.
"En muchos países africanos, las enfermedades, especialmente infantiles, son muy graves", dijo a IPS el secretario general del Consejo Africano de Líderes Religiosos, Mustafá Alí, radicado en Kenia.
Tras una reciente gira por varios países africanos, entre ellos Liberia, Sierra Leona y Costa de Marfil, lamentó el hecho de que "en algunos países esto empeora cada día".
La cantidad de niños con VIH/sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) aumentó de 1,5 millones en 2001 a 2,5 millones en 2007. Y casi 90 por ciento de todos los niños VIH positivos viven en África sub-sahariana, según la ONU.
"La creciente pobreza (colaboró) con el implacable azote del VIH/sida, así como de la malaria, (una enfermedad) tratable, destruyendo la mayor parte de lo que quedaba de las estructuras sociales que tradicionalmente se harían cargo de los niños", dijo Alí.
"Es principalmente a causa de la pobreza que estos niños probablemente se esclavizarían para obtener alimentos, mientras que otros serían traficados —algunos contra su voluntad— por la promesa de una vida mejor", señaló Alí, quien también es coordinador en África de la Red Global de Religiones a favor de la Niñez, con sede en Tokio.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) advirtió que unos 90.000 niños en Somalia podrían morir si no reciben inmediatamente un complemento nutricional y terapéutico.
"Si no podemos mantener las actividades que llevamos a cabo hasta ahora, se verá una crisis", opinó Christian Balslev-Olesen, de Unicef.
La agencia de la ONU, que solicitó 10 millones de dólares para sus programas nutricionales, de agua y saneamiento, advirtió que puede verse forzada a clausurar algunos de sus centros en Somalia si no recibe un financiamiento adecuado.
Mientras continúan los enfrentamientos en Somalia, el Consejo de Seguridad de la ONU discute una propuesta para la creación de una nueva fuerza de mantenimiento de la paz para ese país.
La representante especial de la ONU para los Niños y los Conflictos Armados, Radhika Coomaraswamy, dijo que en la República Democrática del Congo solamente, miles de niños son víctimas de conscripción militar forzada y de violencia sexual.
La noticia positiva procedente de África es que al concluir las guerras en Liberia y Sierra Leona, la cantidad de niños soldados puede haberse reducido, de unos 300.000 a unos 250.000, agregó.
Pero, según estimaciones de la ONU, todavía hay una cantidad inaceptable de niños que realizan la conscripción militar, en su mayoría obligados y principalmente en África.
Consultado sobre hasta qué punto las propias naciones podrían ser culpadas por la situación, Alí dijo que "la mayoría de los líderes y los burócratas de África son responsables por el caos en que están los niños hoy. Ellos deben hacerse responsables de esto".
Hay otros que causaron directamente un sufrimiento indecible a los niños, reclutándolos con fines de salvajismo y convirtiéndolos en máquinas de guerra, añadió.
"A ellos nunca más se les debe permitir volver a caminar libremente. Acabo de regresar de Liberia, Sierra Leona y Costa de Marfil, donde vi de primera mano lo que el conflicto les hizo a los niños en estos países", continuó.
El ex presidente liberiano Charles Taylor (1997-2003, ahora juzgado por la Corte Penal Internacional en La Haya) y todos los otros señores de la guerra, entre ellos algunos que todavía son ministros y parlamentarios en países como Liberia y Sierra Leona, deben ser plenamente responsabilizados por sus delitos contra los niños y contra la humanidad en general, opinó Alí.
También enfatizó que "moral y éticamente hablando, los países de Occidente deben dejar de vender armas a los países africanos".
"No puede haber ninguna justificación para vender armas a países africanos cuya población se muere de hambre y no puede afrontar económicamente el cuidado de sus niños", agregó.
Al preguntársele qué rol pueden jugar la religión y la educación para la ética a la hora de centrarse en la difícil situación de los niños africanos, y particularmente la Red Global de Religiones a favor de la Niñez, Alí señaló que el enfoque multirreligioso único de esa entidad recorrerá un largo camino "en educarnos a nosotros mismos sobre la necesidad de cambiar nuestro propio entorno y el de los otros para mejor".
Indicó también que esto va en línea con la apreciada filosofía tradicional de "ubuntu", que significa "debemos cuidar del otro para que todos nosotros estemos seguros".
Los bienes espirituales, morales y sociales de las religiones pueden garantizar con firmeza que la mayoría de los problemas que afectan a los niños pueden solucionarse si la gente simplemente trabaja junta, alegó.
Al consultársele si la ONU y la comunidad internacional están haciendo suficiente para ayudar a los niños africanos, dijo que ambas "han hecho extremadamente poco para aliviar el sufrimiento de estos niños".
"Hay demasiado derroche y procesos burocráticos. En África, uno ya no necesita realizar talleres sobre pobreza y desarrollo, malgastar dinero en costosas investigaciones sobre los niveles de la pobreza", aseguró Alí.
En cambio, dijo que estos fondos podrían ser redirigidos a salvar vidas africanas, una de las cuales se pierde cada tres segundos por una causa prevenible o tratable.