El muro de prohibiciones que por años marcó la vida de la población cubana comenzó a caer esta semana, al abrirse la puerta al derecho de hospedarse en un hotel cinco estrellas y a tener un teléfono móvil o una computadora. El obstáculo ahora es tener dinero, como en cualquier parte del mundo.
"No importa si tengo que pasarme 10 años ahorrando para ir a Varadero. Es mi derecho", dijo a IPS una colega cubana que nunca pudo asimilar la restricción no escrita vigente desde los años 90 que impedía a residentes nacidos en este país alojarse en un establecimiento reservado para el turismo internacional.
María Ramírez, una enfermera jubilada de 70 años, da gracias por pertenecer a "otra época" y optó por vivir de sus buenos recuerdos. "Conocí el Habana Libre y el Hotel Nacional cuando se podía pagar en pesos (moneda nacional), a principios de los años 60. Me di ese gusto, pero no creo que mi hija pueda ahora pasar siquiera una noche allí", comentó.
Con un salario promedio de 408 pesos cubanos al mes, equivalentes a unos 17 dólares, para personas como Ángela, hija de Ramírez, resulta prohibitivo pagar habitaciones cuyo precio oscila entre los 70 y 80 y en algunos casos puede llegar hasta más de 100 pesos convertibles (CUC), que tendría que comprar en una casa estatal de cambios (Cadeca) a 25 pesos la unidad o a 1,25 dólares.
Pero, más allá del tema económico, el levantamiento de la veda hotelera conlleva la devolución a los 11,2 millones de cubanos "sin distinción de la piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional y cualquier otra lesiva a la dignidad humana" del derecho a alojarse "en cualquier hotel", según reza el artículo 43 de la Constitución.
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"Resulta estimulante saber que, si quiero, puedo hacer un sacrificio para un gasto así", dijo desde Villa Clara el pequeño agricultor Rubén Torres, quien también podría ahora comprar una computadora o hacerse de un celular (teléfono móvil). "Bueno, no tengo pensado nada de eso, porque todo cuesta mucho, pero son medidas interesantes", comentó.
Hasta fines de marzo, la compra de ordenadores y la contratación de móviles estaba reservada básicamente a extranjeros y personas jurídicas del país. El levantamiento de estas restricciones se incluye en la eliminación de prohibiciones y regulaciones prometida por el presidente Raúl Castro al asumir el cargo el pasado 24 de febrero.
Pero tener una computadora en casa aumentará la lógica apetencia de ponerse a tono con el mundo y poder acceder a Internet, reservado hasta ahora para determinados sectores de la sociedad y con tarifas que pueden superar los 200 dólares mensuales para el caso de acceso pleno.
Según datos oficiales, en Cuba había al finalizar el primer semestre de 2005 unas 335.000 computadoras, que equivalen a un promedio de 2,98 por cada 100 habitantes. En 2004, sólo 13 de cada 1.000 personas podían conectarse a Internet, pero no era posible saber cuántas realmente hacían uso de las 480.000 casillas de correo electrónico registradas hasta ese momento.
Mientras en las ciudades los potenciales consumidores comenzaron a hacer cuentas para ver si pueden comprar los electrodomésticos cuya venta estaba restringida debido al déficit de energía eléctrica que ahora se considera superado, en el campo cubano se barajan alternativas y se analizan y adoptan medidas para incentivar y aumentar la producción de alimentos.
En ese sentido, los campesinos del sector privado comenzaron este año a recibir mejores precios del Estado por sus productos y, muchos esperan beneficiarse con un programa que permitiría entregar tierras ociosas en usufructo a agricultores interesados de las denominadas Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) y de Crédito y Servicios (CCS).
Distintas resoluciones vigentes desde hace algunos años permitieron ceder terrenos, siempre en usufructo, para producir café y tabaco, o bien para la ganadería. Acuciados por la necesidad de introducir cambios estructurales destinados a hacer rendir más el sector agropecuario, las autoridades estudian ampliar la entrega de tierras a otros cultivos.
Según Orlando Lugo, presidente de la no gubernamental Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y miembro del Consejo de Estado, ese plan está "en estudio" y se crean las condiciones para evitar que la entrega masiva de tierras ociosas se convierta luego "en un caos".
Al respecto, Lugo mencionó una reorganización que incluye la instalación de delegaciones municipales de la Agricultura y un centro de control de tierras, con oficinas municipales y provinciales. No explicó cómo funcionarán estas nuevas estructuras, ya instaladas prácticamente en casi todo el país.
"Esperemos que estas entidades no se conviertan en otras trabas burocráticas", advirtió ante IPS un experto en el tema que no quiso ser identificado. A su vez, la televisión estatal dijo en un reportaje que 51 por ciento de las áreas cultivables del país se encuentran ociosas o deficientemente explotadas.
El especialista señaló que la deficiente producción nacional de alimentos y el incremento sostenido de las importaciones por ese concepto, junto a la incapacidad de los salarios para cubrir necesidades básicas de la familia, figuran entre los problemas más acuciantes de la economía cubana.
Sólo para asegurar la canasta básica que se vende a las familias con subsidio estatal, el gobierno de Castro prevé para este año un gasto de 945 millones de dólares. La distribución normada de alimentos (según una cartilla de racionamiento) garantiza algunos productos esenciales a todo ciudadano cubano, aunque se queda muy lejos de satisfacer todas las necesidades.
Al parecer, ese modo de distribución vigente desde los años 60 podría caer bajo la marea de cambios del gobierno de Raúl Castro, quien al asumir el 24 de febrero alertó que las gratuidades y "millonarios subsidios que actualmente suponen numerosos servicios y productos resultan hoy "irracionales e insostenibles".
"Tengo entendido que se estudia acabar con la libreta de racionamiento. El problema es cómo hacer para proteger a sectores vulnerables de la población", alertó un investigador.